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Anillo de matrimonio desaparecido en el Hospital del Mar de Barcelona

Sara Bojar perdió a su suegro por un ictus en junio. A la tristeza por su muerte se añade la sensación de impotencia porque el anillo y el reloj que llevaba el fallecido se evaporaron en el Hospital del Mar de Barcelona. Lo explica en una carta dirigida a la sección Entre Todos

Entrada del Hospital del Mar, en el paseo Marítim de Barcelona.

Entrada del Hospital del Mar, en el paseo Marítim de Barcelona. / JORDI OTIX

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Luis Benavides
Luis Benavides

Periodista

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Miguel Soler ingresó en el Hospital del Mar debido a diversas complicaciones que acabaron derivando en un ictus que resultó fatal. Tenía 88 años. “Arrastraba problemas renales y pulmonares, también tenía la tensión muy alta cuando entró en el hospital”, recuerda vía telefónica Sara Bojar, que en su carta enviada a la sección Entre Todos sostiene el presunto “robo del anillo de matrimonio y el reloj” de su suegro en algún momento de su hospitalización.

Fue la mujer del paciente, también octogenaria, la suegra de Bojar, la primera que alertó al personal del hospital de la desaparición de estos dos objetos personales. Como sucedió en plena pandemia, con unas restricciones por el covid muy estrictas, solo ella podía entrar en la habitación de Miguel. “Ella iba cada día, pero solo podía estar una hora”, asegura la lectora.

El dedo del paciente presentaba unas pequeñas heridas, si bien el paciente en ningún momento manifestó haber sufrido violencia alguna. "Mi madre preguntó a una enfermera y le dijeron que esos objetos probablemente habían sido retirados para realizarle unas pruebas", asegura el marido de la lectora e hijo del fallecido, Josep Soler. “Ya preguntaremos, nos decían. Pero pasaban los días y nada –continúa Soler–, no aparecían. Pusimos una reclamación en Dirección”.

Este diario se ha puesto en contacto con responsables del hospital y fuentes del mismo confirman a EL PERIÓDICO que recibieron una queja por parte de la familia del fallecido y que respondieron por escrito con una carta enviada por correo postal. Es el sistema habitual, aseguran. En esa respuesta comunican a la familia que esos dos elementos no aparecen en el inventario del ingresado.

El inventario

Tras recibir la reclamación, la dirección del hospital encargó al supervisor de emergencias un informe detallado y que revisara el protocolo de recogida de objetos personales. En esa lista, aseguran fuentes del hospital, no figuran ni el anillo ni el reloj. En otras palabras, aunque lamentan lo sucedido, solo se pueden hacer responsables de la pérdida o sustracción de los objetos personales recogidos al ingresar en planta si aparecen en este documento.

"A mi madre el reloj ya le da igual, pero quería conservar sobre todo el anillo, como recuerdo"

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En el caso de que fuera un hurto, como insinúa la carta de la lectora, las mismas fuentes recuerdan que en las habitaciones hay unos carteles que instan a los pacientes y familiares a hacerse responsables de sus pertenencias y evitar llevar objetos de valor, porque el hospital, salvando el periodo más crítico de la pandemia, es un “centro abierto” con mucho movimiento de personas.

El anillo, con las iniciales del difunto grabadas, era de oro, y el reloj tendría escaso valor en un mercado de segunda mano. “No es el valor económico, es el valor sentimental. A mi madre el reloj ya le da igual, pero quería conservar sobre todo el anillo, como recuerdo”, lamenta su hijo. Ya han pasado más de cuatro meses y quieren pensar que realmente se han extraviado, pues un robo es lo último que uno espera sufrir en un lugar donde acude a recibir cuidados. Y si alguien se los encontró y se los llevó, que recapacite y los devuelva. Llevarían mejor el duelo.