Entrevista

Montserrat Jiménez Sureda:

La profesora de Historia Moderna de la Universitat Autònoma de Barcelona presenta 'Manual d'Història de la dona' (Servei de Publicacions de la UAB), que se presenta como el primer manual de síntesis de la historia de las mujeres en Occidente publicado en España. El libro abarca desde la Grecia antigua hasta la actualidad y la autora combina el conocimiento académico con la experiencia cotidiana, un planteamiento propio que anuncia ya desde la portada, donde aparece su imagen a los 18 años reflejada en un espejo.  

Montserrat Jiménez Sureda, frente a las escaleras de la catedral de Girona.

Montserrat Jiménez Sureda, frente a las escaleras de la catedral de Girona. / DAVID APARICIO

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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-Empieza con una cita de Éliette Abécassis: "Los filósofos se equivocaron porque no tenían bebés. Ni Sócrates, ni Kant, ni Sartre, ni nadie habían tenido bebés para comprender la vida".

-Quienes han opinado y pontificado sobre la vida a lo largo de la historia son, paradójicamente, los hombres, que no dan la vida, mientras que las mujeres no han tenido nada que decir. Que otro ser dependa de ti lo relativiza todo y esta dimensión emocional debería integrarse en el discurso histórico.

-¿La filosofía ha sido históricamente misógina?

-Casi todos los filósofos han sido misóginos; hay algunos que no, pero son la minoría. Rousseau advoca por los derechos del hombre, pero no de la mujer. Es paradójico que las revoluciones para la liberación de la condición humana se hayan hecho con ideas que excluyen a la mitad de la especie. ¿Nietzsche era transgesor? ¿Para quién?

-En el libro advierte de que su escritura es directa y no ha sido revisada. ¿Esto no se considera poco académico?

-Escribo sin autocensurarme, a la primera y sin revisar, pero distinguiendo muy claramente entre afirmaciones objetivas y componentes subjetivos. Los textos académicos suelen prescindir de la parte emocional y a mí me interesaba dar una visión holística de las personas. Hay racionalidad, pero también emocionalidad.

-Afirma que no tiene voluntad de sentar cátedra.

-Es un manual, uno de tantos que podrían haberse escrito. Pensé que podía ser útil, pero es totalmente discutible, no es catequesis.

-El libro arranca definiendo qué es una mujer. ¿Era necesario?

-Me interesaba precisar qué es una mujer, qué es una hembra, un género, una persona… Cuando me encargaron hacer una asignatura sobre historia y género en la época moderna, pensé: «¿Historia y género? Yo no soy ni un género, ni un número, ni un sintagma preposicional (tipo señora de…). Soy una mujer y me siento orgullosa». 

-¿Qué implica decir género en lugar de mujer?

Parece más neutro, más asexuado, más académico. Me parece irreal, una categoría sobrepuesta. 

-Usted no habla de Antropoceno, sino de Faloceno.

-Porque no es un libro de historia ecológica, es un libro de historia de la mujer. También hablo de ginofobia, la manía de los hombres hacia las mujeres.

"No hy un solo culpable de la sujeción de las mujeres, es un sistema global. Hay un discurso filosófico, pero también un discurso médico, que es menos conocido"

-Ginofobia viene de la raíz griega 'gyné-', que significa mujer. ¿Todo empezó en la Grecia clásica? ¿La culpa es de Aristóteles?

-No, es más antiguo. Y tampoco hay un solo culpable de la sujeción de las mujeres, es un sistema global. Hay un discurso filosófico, pero también un discurso médico, que es menos conocido. Todo ello deriva en una necesidad de proteger y tutelar a las mujeres por su propio bien. Pero no todo responde a la ginofobia, muchas veces es un proceso inconsciente.

-¿Por ejemplo?

-La inculturación más potente es la que se interioriza y se transmite de manera inconsciente. Las niñas han sido las oprimidas de las oprimidas, porque también las han oprimido sus madres, sus abuelas y todo el cuerpo familiar. Las madres y abuelas amoldan a las niñas para que no desentonen en la sociedad. No es sadismo, es adaptación al medio; lo hacen para que no sufran demasiado.

-¿A usted también la inculturaron en casa?

-En mi caso la persona que me inculturaba era mi abuela, una mujer de clase muy humilde. Yo nací a finales del siglo XX en L’Escala pero me educaron de manera bastante rígida con los valores de 1910.

-La historia de las mujeres es una lucha entre la identidad autopercibida y la que se nos atribuye.

-Las mujeres han tenido que enfrentarse a las identidades que los demás les han ido construyendo y también a las expectativas de otros. Durante muchas etapas de la historia parecía que las mujeres tenían que encorsetarse en una identidad única que decidían otros. 

"No es verdad que las mujeres hayan estado históricamente confinadas al espacio doméstico. Han utilizado de manera distinta los espacios, pero no han estado ausentes del espacio público"

-En el libro cita a mujeres que desafiaron la identidad impuesta.

-Isabel I de Inglaterra, por ejemplo, que pese a recibir unas presiones brutales nunca se casó porque debía importarle un rábano perpetuarse biológicamente y no quería que la dominara el marido. O Sor Juana Inés de la Cruz que no quería casarse y se hizo monja para poder cultivar su intelecto en el convento. 

-Usted discute que la esfera pública haya sido de los hombres y la privada, de las mujeres.

-No es verdad que las mujeres hayan estado históricamente confinadas al espacio doméstico. Han utilizado de manera distinta los espacios, pero no han estado ausentes del espacio público.

-Además de bibliografía académica, incluye muchas referencias de la cultura popular. 

-Me gusta mucho la música de todo tipo y he tomado prestados algunos títulos como ‘Las chicas son guerreras’, de Colz, o ‘Sex machine’, de James Brown, para hablar de la sexualización del cuerpo de las mujeres.

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-Su discurso no es de buenos y malos.

-No tengo una mirada complaciente, no planteo que ellos son los verdugos y nosotras las víctimas; las relaciones son más complicadas. A mí hay cosas de Simone de Beauvoir que no me gustan nada.