Jordi Vallverdú: "La gran revolución del siglo XXI es que las mujeres entren en las nuevas tecnologías"

Viste una camiseta con la imagen del robot R2-D2 de Star Wars luciendo una cresta punk, con lo que se intuye que la conversación no se andará por los derroteros clásicos. Filósofo de la ciencia y la computación y experto en emociones artificiales, participa en el ciclo ‘Humanismo Digital’ de la Fundació la Caixa y Casa América con una reflexión sobre la convergencia entre biología, mente y tecnología. La conferencia será el jueves día 7, a las 19.00 horas, en Cosmocaixa. Precio: 6 euros.

El filósofo computacional Jordi Vallverdú, con su camiseta del robot R2-D2 punk.

El filósofo computacional Jordi Vallverdú, con su camiseta del robot R2-D2 punk. / ANNA MAS

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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-Aún se discute si Harrison Ford era humano o un robot replicante en ‘Blade Runner’. ¿Usted qué cree?

-Yo creo que, tal y como está planteada la novela, su personaje era humano. Pero podría ser un superreplicante, ¿por qué no?

-Usted trabaja precisamente en la frontera entre lo humano y la tecnología.

-Me fascina el hecho de que cuanto más avanzan las máquinas, más humanas se vuelven. A medida que hemos hecho máquinas más complejas nos hemos dado cuenta de que las mejores soluciones para sus algoritmos cerebrales o de locomoción son las que la propia evolución nos ha aportado a los humanos y otros animales. 

-¿De ahí los vídeos de perros-robot y humanoides que bailan?

-¡Son espectaculares! Suponen un avance brutal a nivel de sus mecanismos.

"Robots tontos como una lavadora nos solucionan más el día a día"

-Vale, ¿pero para qué sirven?

-Técnicamente, casi para nada. Robots más tontos como una lavadora, una nevera o la Roomba te solucionan más el día a día. 

-Pero cuanto más se nos parecen, más nos fascinan.

-Las empresas juegan con este imaginario popular. La inversión en software tiene beneficios muy rápidos, pero la robótica es cara y compleja. Los vídeos de los robots de Boston Dynamics no dejaban de ser un efecto publicitario y Google acabó sacándoselos de encima.

-¿No deberíamos centrarnos en hacer robots útiles?

-Seguramente. Cuando sucedió el desastre nuclear de Fukushima, el robot más avanzado de Japón era Asimo. Era muy atractivo visualmente pero no podía bajar escaleras ni girar una llave. Al final, el gobierno japonés tuvo que contratar unos robots americanos mucho menos espectaculares para poder manipular cuatro válvulas. Pero el trabajo más duro lo hicieron personas, que acabaron muriendo por la radiación. 

"Estamos obsesionados con los robots que tienen forma humana"

-¿Cuál fue el primer robot de la historia?

La respuesta varía en función de lo que se defina como robot. Los historiadores occidentales dirán que ya había robots en la Grecia clásica, pero antes existieron mecanismos automatizados en Egipto. Nosotros estamos obsesionados con los robots que tienen forma humana, pero un molino de viento puede estar robotizado. 

-Según su definición, ¿de cuándo datan los primeros robots?

-Las máquinas que pueden hacer cosas e incluso pueden tener una sensación humana, que imita la vida, se remontan a la Europa de finales del XVII y principios del XVIII. 

-¿Cuáles son las diferencias básicas entre robots y humanos?

-Los tres grandes conceptos son la inteligencia, el aprendizaje implícito -es decir, la capacidad de empezar de cero- y la autonomía. 

"Los humanos somos máquinas emocionales"

-¿Y las emociones?

-Están implícitas en la inteligencia. Los humanos somos máquinas emocionales y para interactuar con nosotros las emociones son fundamentales, si no no funciona nada.

-¿Somos máquinas?

-Sí, máquinas biológicas, neuroquímicas. Si baja el nivel de dopamina, te comportas de una manera; si sube la serotonina, de otra.

-Pero las máquinas son previsibles y los humanos no.

-La mayoría de humanos se comporta de manera bastante previsible en función de su cultura, edad, formación, nivel económico… Desde un punto de vista sociológico macro, somos bastante deterministas en nuestro comportamiento. Facebook y Google se están forrando con nuestros datos precisamente porque somos previsibles.

"Ser incoherente es una ventaja porque te permite tener varias estrategias a la hora de decidir"

-Pero también somos incoherentes.

-Ser incoherente parece un error pero de hecho es una ventaja, porque te permite tener varias estrategias a la hora de decidir. Las personas, en realidad, funcionamos bien porque somos un desastre. 

-¿Esta característica humana afecta al diseño de robots?

-Si consigues introducir un sistema que tenga mucha capacidad de aprendizaje y de autoaprendizaje, que pueda decidir y tomar medidas, estarás perdiendo el control de este sistema. Si el sistema piensa mal o de forma incorrecta puede dar problemas y esto ya ha pasado.

-¿Por ejemplo?

-Microsoft hizo un chatbot que aprendía a partir de tuits. En 24 horas este sistema ya estaba haciendo afirmaciones sexistas y racistas.

"Existen robots militares, robots terapéuticos e incluso un robot-monje"

-Nos proyectamos en los robots, en lo bueno y en lo malo.

-Los humanos provocamos guerras y ahí están los robots militares, que son los más chungos. Pero también somos cooperativos y espirituales. Existen robots terapéuticos, como Paro, e incluso existen robots-monje, como el que recita mantras en un templo de Kioto .  

-El sector de la robótica es mayoritariamente masculino.

-La humanidad ha avanzado capando el 60% de su capacidad intelectual, que corresponde a las mujeres. ¿Quién ha trabajado en informática y emociones? Rosalind Picard. ¿Quién habla de robots empáticos? Cynthia Breazeal, una de las grandes ingenieras de robótica. La aproximación a la robótica emocional la han hecho mujeres.

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-¿Qué pasaría si hubiera más mujeres en este sector?

-Ahora se está invirtiendo en lo que da dinero, no en lo que la gente necesita. La gran revolución del siglo XXI es que las mujeres entren en la nueva ciencia y en las nuevas tecnologías, en la inteligencia artificial y en la robótica, por donde pasa la nueva economía de la información.

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