ENTENDER + el mercado de las materias primas

Entender + El chup chup de la crisis de los chips

Suministros que no llegan, fábricas paradas o a punto de parar y pedidos que no se entregan. La crisis de los chips es uno de los fenómenos globales de la pospandemia y al que por el momento no se le ve el final. El desabastecimiento de componentes electrónicos golpea especialmente al sector del automóvil, pero el incesante chup-chup de esta crisis afecta también a otros sectores y el desabastecimiento se extiende a otras materias primas. Cristian Castillo, profesor de la UOC, y Esteve Almirall, de Esade, abordan el presente y las perspectivas de futuro.

La automoción gallega ya analiza extender los ERTE a 2022 por el embudo de los chips

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Cristian Castillo y Esteve Almirall

El cambio de hábitos durante la pandemia, con una mayor demanda de aparatos electrónicos al pasar más tiempo en casa, ha causado escasez mundial de chips o semiconductores y muchas compañías se han visto obligadas a acometer paros de producción, sobre todo los fabricantes de vehículos. Pero no solo la pandemia está detrás de esta crisis global, la deslocalización productiva y el proteccionismo de China también influyen. Y para más inri, si la producción de chips está en pocas manos, la de chips de última generación está en poquísimas.

¿Y para cuándo mis microchips?

Cristian Castillo. Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC

Por si la pandemia no nos hubiera sacudido lo suficiente, nos encontramos desde hace meses sumidos en una de las mayores crisis de desabastecimiento global de materias primas que hayamos vivido nunca. La situación afecta a sectores dispares como el de la madera, plástico, metal o semiconductores, pero todos tienen similitudes sobre las principales causas que la provocan: pandemia, deslocalización productiva y estrategia proteccionista china.

La escasez de materia prima está incrementando los plazos de entrega y triplicando su precio de compra. Según el Banco Mundial, si comparamos el segundo trimestre de 2021 con el de 2020, materias primas como el aluminio, el cobre o el caucho RSS3 han visto incrementado su precio en un 60,21%, 81,39% y 61,03%, respectivamente. Unas subidas inasumibles que los fabricantes acaban repercutiendo en el consumidor final

El uso de los semiconductores está generalizado y forma parte de nuestras vidas, aunque no somos conscientes de ello. Los chips son un bien muy preciado

Uno de los sectores afectados por esta crisis que más minutos y páginas ha acaparado en los medios es el del automóvil, especialmente por las dramáticas consecuencias que está dejando en sus líneas de fabricación la escasez de semiconductores (o microchips). Una rotura de estoc que provoca que empresas como Seat tengan que aplicar un nuevo erte, que puede llegar a afectar hasta 1.300 empleados diarios y que plantea una curiosa realidad: un componente que se mide en nanómetros condiciona la fabricación de todo un vehículo. Su uso está completamente generalizado y forma parte de nuestras vidas aunque en muchos casos no seamos conscientes: airbags, sensores, control de crucero, nevera, lavavajillas, televisores y ‘smartphones’, por lo que en un mundo digitalizado (y cada vez más), los semiconductores son un bien muy preciado. Pero, ¿qué es lo que nos ha llevado a esta escasez de microchips?

Una de las medidas implementadas para paliar los contagios por covid-19 fueron los confinamientos, que en el sector del automóvil provocaron una caída de ventas. En los primeros meses de la pandemia, las ventas de turismos en la UE cayeron un 55,1%, siendo los territorios más afectados el italiano (-72,2%) y el español (-69,3%). Situación que obligó a las empresas automovilísticas a paralizar sus líneas de producción y los pedidos a proveedores, en los que se incluían los semiconductores. Una inmovilización de estoc que obligó a los fabricantes a tener que reorganizar su distribución a sectores en auge por los confinamientos: el de la electrónica de consumo. Y es que, a raíz del incremento del teletrabajo y de la educación ‘on line’, las ventas de tabletas u ordenadores se dispararon y, con ello, la necesidad de microchips para su fabricación. Así, cuando las medidas de confinamiento empezaron a relajarse y el sector de la automoción fue incrementando su actividad, se encontró sin estoc y con las dos principales empresas que fabrican los microchips saturadas, intentando cumplir con una demanda mundial que pretendía recuperar los meses de inactividad. 

Porque a día de hoy son solo dos empresas, TSMC (Taiwán) y Samsung (Corea del Sur), las que pueden fabricar los microchips de última generación. Un oligopolio productivo que pone en jaque al resto de países, que deben mantenerse en un segundo plano viéndolas venir. Europa es un claro ejemplo de las consecuencias que ha tenido la deslocalización del sector. En los últimos 30 años ha pasado de fabricar el 44% de los microchips consumidos en el mundo a tan solo el 9%. Una pérdida de relevancia que provoca nuestra más absoluta dependencia y que, aunque se están realizando nuevas inversiones para fomentar la fabricación en territorio europeo, no empezarán a ver sus frutos hasta dentro de, como mínimo, cinco años

Solo en el pasado mes de junio, China importó semiconductores por valor de 38.000 millones de dólares

Por si todo esto no fuera suficiente, la estrategia proteccionista de la mayor potencia comercial del mundo agrava la situación. China no es productora principal de semiconductores, pero sí lo es de electrónica de consumo, lo que le obliga a importar cantidades desorbitadas de estos componentes. Un acopio de estoc incrementado para evitar situaciones de rotura como las vividas en Europa. Solo en junio de 2021 ha importado un total de 38.000 millones de dólares en semiconductores (un 29% más que en el mismo mes del año pasado), por lo que parte del estoc se está quedando en su territorio. 

Así que es difícil a día de hoy determinar cuándo dispondremos de microchips, más aún teniendo en cuenta todos los factores que condicionan al sector. Eso sí, cuando escuchemos hablar de falta de estoc, deberemos ser precisos, pues no es que no haya estoc, si no que el que hay está en posesión de un gigante como China.  

El alto precio de quedarse atrás

Esteve Almirall. Profesor de Innovación, Operaciones y Data Science de Esade (URL)

Este año hemos observado con cierta estupefacción cómo empresas como Seat cerraban temporalmente su producción por la falta de chips. Las consecuencias han sido bastante dramáticas, no solo en términos de pérdida de la producción, sino también debido al efecto cascada, que habitualmente se nos escapa, que provoca el cierre temporal de muchas otras industrias y servicios relacionados.

¿Por qué ha pasado y cuánto tiempo durará? ¿Cuáles son las implicaciones para nuestro futuro? Esta crisis, como muchas otras, es de oferta. Estas crisis siempre nos sorprenden porque nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo de oferta prácticamente ilimitada, capaz de responder con una gran rapidez a los cambios en la demanda por pequeños que sean. Sin embargo, estamos inmersos en una multitud de ellas: electricidad, vivienda de alquiler, y ahora chips. 

Las fábricas de chips son de las más sofisticadas del planeta. Construir una cuesta entre 10.000 y 20.000 millones de dólares

Las fábricas de chips son probablemente las industrias más sofisticadas del planeta. Construir una fábrica de chips cuesta entre 10.000 y 20.000 millones de dólares, como entre tres y siete veces el presupuesto de la ciudad de Barcelona y se tarda entre tres y cinco años en construirla, no solo porque el nivel de pureza y precisión es extremo, sino también porque reunir un equipo técnico con tal nivel de especialización es muy complicado. 

¿En concreto, qué ha pasado con los fabricantes de automóviles? Pues bien, un conjunto de factores. En primer lugar, detuvieron sus órdenes de compra debido a la pandemia y esa capacidad se reorientó a otros clientes. En segundo lugar, la producción de chips lleva tiempo tensionada debido al incremento de productos electrónicos y la pandemia ha supuesto la puntilla a este proceso con un sustancial aumento en la demanda de 'laptops', consolas, portátiles, asistentes de voz o 'webcams'. En tercer lugar, circunstancias fortuitas, pero no menos importantes, como la escasez de resinas (un componente en la fabricación) o los desastres naturales en Malasia, donde se realiza una parte significativa del testeo. 

Taiwán copa más del 64% de la producción por encargo. La europea es insignificante

¿Por qué no ha aumentado la producción? Debido a las enormes inversiones necesarias, los fabricantes son reticentes a aumentar la capacidad y esperan a que esta se sature y suban los precios. Desde hace décadas el mercado se ha dividido entre diseño y producción. Y esta producción se ha concentrado en unas pocas empresas. De hecho, Taiwán reúne hoy en día más del 64% de la producción por encargo y una sola empresa (TSMC), más del 54% de la producción por encargo mundial. Allí se fabrican los nuevos chips de los Macs (los M1), los de Intel y un largo etcétera. Corea tiene un 18% de ese mercado, China un 6% y la producción europea es insignificante, a pesar de que algunos de los equipos más sofisticados que intervienen en la fabricación (litografía ultravioleta) son europeos (ASML en Holanda). 

Sin embargo, no es solo un problema de capacidad. No todos los chips son iguales. Un coche utiliza alrededor de un centenar de chips, pero son de entre 32 y 65 nanómetros, punteros en 2010 y 2006, respectivamente. En la medida en que nuestros aparatos son más sofisticados necesitan chips con tecnologías más actuales, como los chips de cinco y tres nanómetros. Actualmente solo TSMC produce chips con este nivel tecnológico y acepta pedidos para los de tres nanómetros. Pensemos que un Mac M1 usa estos chips, es decir, no son tan raros. 


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Obviamente, esto hace que los fabricantes sean aún más reticentes a fabricar plantas con tecnologías obsoletas y se decanten por las más punteras, pero también más costosas y con tiempos de puesta en marcha más largos. Esta es la otra cara de la moneda. Si la producción de chips está en pocas manos, la de chips de última generación está en poquísimas. 

¿Y las GPTs? Las GPTs son las tecnologías de propósito general, como la electricidad, internet, la informática o la inteligencia artificial. Pues bien, el diseño y la fabricación de chips es una de ellas. Estas tecnologías son muy importantes para el progreso porque no solo recombinan con todos nuestros productos y servicios y nos permiten competir mejor, sino porque son imprescindibles para que todos ellos evolucionen y se transformen. 

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Quizás pensemos que los fabricantes de automóviles no compiten en este campo. Pues bien, Tesla diseña sus propios chips (fabricados por TSMC, por cierto) y no podría producir coches autoconducidos a ese precio sin fabricarlos. También empresas de 'cloud' como AWS diseñan sus propios chips o fabricantes de ordenadores como Apple. Hoy en día se compite en 'hardware' con chips. 

¡Quedarse atrás, no ser capaz de competir, tiene un precio alto!