Entender + con la historia Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Una exposición para conquistar el mundo | + Historia

Han tenido que esperar un año por la pandemia, pero en Dubái ya tienen su Expo. Una actividad más para promover una buena imagen de los Emiratos Árabes en el mundo. De hecho, las expos siempre han tenido un elemento propagandístico

El pabellón de Yugoslavia en la Expo de Barcelona de 1929, obra del entonces célebre arquitecto balcánico Dragisa Brasovan.

El pabellón de Yugoslavia en la Expo de Barcelona de 1929, obra del entonces célebre arquitecto balcánico Dragisa Brasovan.

4
Se lee en minutos
Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

ver +

Se acaba de inaugurar la Expo de Dubái, uno de tantos eventos que tuvieron que posponerse por culpa del coronavirus. Por primera vez en la historia es una ciudad de Oriente Próximo la que acoge una muestra de estas características. Es un ejemplo más de cómo los países enriquecidos gracias al petróleo se posicionan en el mapa global. Ya nos hemos acostumbrado a ver cómo allí se celebran competiciones deportivas de todo tipo: F-1, Moto GP... y el año que viene incluso el Mundial de Fútbol. Es una estrategia para estar mediáticamente presentes en el mundo y mejorar la reputación a nivel internacional.

La Expo de Dubái también cumple esta función. Las cifras hablan por sí solas: cuenta con la participación de 190 países y se esperan unos 25 millones de visitantes, el 70% de los cuales serán de fuera de los Emiratos Árabes. Lo cierto es que no es demasiado diferente de lo que impulsó a Londres y París a promover exposiciones durante la segunda mitad del siglo XIX.

A pesar de que a finales del siglo XVIII ya se organizaron ferias en diferentes lugares del Viejo Continente, se considera que la Expo de Londres de 1851 fue la predecesora de eventos globales como el de Dubái. En aquellos momentos, un imperio británico en plena expansión quería enseñar a sus ciudadanos las maravillas de los territorios donde ondeaba su bandera; y, al mismo tiempo, demostrar al resto de competidores su capacidad de conquista. La iniciativa de Londres generó la reacción de los franceses, y en 1855 París tuvo su propia Exposición Universal.

A partir de ese momento las dos capitales alternaban la organización de muestras similares, mientras otras ciudades intentaban sumarse a la carrera. Esto hizo que el mapa de ferias se fuera ampliando. Las había de todo tipo y en todos los continentes. Entre ellas hubo las de Barcelona, que fue anfitriona en dos ocasiones.

Al no ser capital de un Estado, y por lo tanto no contar con un poder político capaz de liderar grandes obras transformadoras, los sectores económicos locales buscaban alicientes para dar un empuje a la ciudad y modernizarla. Los estudiosos apuntan a que gracias a las exposiciones de 1888 y 1929, la ciudad hizo unas transformaciones urbanísticas colosales.

Por ejemplo, a raíz de la Expo de 1888 se construyeron los actuales paseo de Sant Joan y paseo de Lluís Companys. A ambos lados estaban los pabellones feriales y la puerta de entrada era lo que ahora se conoce como Arco de Triunfo. Además, también permitió terminar de arreglar el parque de la Ciutadella. Allí había estado la fortaleza construida por Felipe V después de 1714 y fue derribada cuando la ciudad recuperó los terrenos, gracias al gobierno progresista surgido de la revolución de 1868.

Y si la muestra de 1888 ayudó a empezar a posicionar la ciudad en el mapa, se puede decir que en 1929 culminó el proceso ya que, en aquellos momentos, la capital catalana ya era una metrópoli con enorme proyección internacional. La muestra se instaló en la montaña de Montjuïc y 100 años después el recinto sigue siendo útil, tal y como se puede comprobar estos días con el Salón del Automóvil. Además, también se construyó un estadio, porque el objetivo de Barcelona era organizar los Juegos Olímpicos de 1936. El problema fue que la elección de la sede se llevó a cabo en 1931, cuando se acababa de proclamar la Segunda República y el COI prefirió Berlín, a la que veían más estable. No contaban con que Hitler llegaría al poder y que lo convertiría en un gran acto de propaganda, al igual que hizo en 1934 Mussolini con el Mundial de Italia.

Después de la Segunda Guerra Mundial, definitivamente las citas deportivas se sumaron a las exposiciones universales como elementos de promoción exterior. En 1992 España lo demostró con Sevilla y Barcelona. El éxito de esa operación fue tan grande que algunos sectores siguen recurriendo a aquellos referentes como trampolines para proyectos de futuro. Por eso hablan de los Juegos de Invierno de 2030 para Barcelona o de los de verano de 2036 para Madrid.

Sin embargo, el mundo ya no es el de hace 40 años y aún menos el de Londres de 1851. Que Dubái organice la Expo y Qatar el Mundial de Fútbol de 2022 son la prueba.


Noticias relacionadas

Zaragoza apostó por el agua

En lo que llevamos de siglo XXI, la mayoría de exposiciones se han celebrado fuera de Europa, con la excepción de Hannover, Milán y Zaragoza. La ciudad aragonesa organizó la edición de 2008. Lo aprovechó para hacer grandes obras y para poner el foco en el tema del agua y el desarrollo sostenible; una cuestión acertadísima como demuestra la situación climática actual.