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Este es el nuevo ‘top 500’ de canciones de ‘Rolling Stone’ ¿Qué cambios de fondo refleja?

El 'ranking' de los mejores temas de la historia realizado por la revista estadounidense, que releva al de 2004, multiplica la presencia femenina, potencia las músicas urbanas y revaloriza las composiciones que manejan claves sociales, ya sea de género, antirracistas o pacifistas

Aretha Franklin.

Aretha Franklin. / PETER FOLEY (EFE)

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Jordi Bianciotto
Jordi Bianciotto

Periodista

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Más mujeres y más afroamericanos, más hip-hop y músicas urbanas, y un corrimiento de tierras en las obras troncales del siglo XX: se aleja el cancionero bautismal del rock and roll y el rhythm’n’blues, si bien realzan posiciones los temas históricos con lectura social, ya sea feminista, antirracista o antibelicista, al tiempo que se solidifican los iconos moldeados entre los 60 y los 90. Hacia ahí apunta este nuevo ‘top 500’ de las mejores canciones de la historia acuñado por la revista ‘Rolling Stone’, que suple al 'ranking' elaborado en el año 2004.

Un listado con visos de canon y de espejo de los tiempos. Y de recordatorio de que una canción puede parecernos buena o mala a partir de infinitas connotaciones, no solo relativas a su estética musical sino también culturales o políticas, que pueden cambiar con el tiempo. Este ‘top 500’ es el espejo de este tiempo en que prosperan nuevas sensibilidades, si bien hay que recordar que su pretensión universal es, una vez más, relativa, ya que se circunscribe al ‘anglocentrismo’: la lengua castellana, sin ir más lejos, apenas se cuela un par de veces, y no a través de clásicos seculares, sino de los reguetoneros Daddy Yankee y Bad Bunny. Tampoco hay lugar para la ‘chanson’, ni para la bossa nova u otros exotismos: esto es ‘Rolling Stone’, y el kilómetro cero mental bascula en algún lugar entre la playa de Malibú y el londinense Soho.

Adiós a los pioneros

El 'ranking', fruto de la encuesta a 250 músicos, productores y periodistas, se marca el golpe de efecto de desplazar en la cúspide a ‘Like a rolling stone’, de Bob Dylan, y suplirla por ‘Respect’, de Otis Redding, en la voz de Aretha Franklin, que le dio el conocido giro feminista. El airado hito dylaniano baja a la cuarta plaza, si bien su generación salva el honor en el conjunto del listado. Sí que caen del ‘top 10’ sendos pioneros de la quinta anterior: Chuck Berry con ‘Johnny B. Goode’ (del 7º lugar al 33ª) y Ray Charles, autor de ‘What’d I say’ (de 10º al 80º), que parecen irse descolgando del imaginario cultural a estas alturas del siglo XXI.

La sacudida que refleja la lista es notable, puesto que 254 de las 500 canciones no figuraban en la lista de 2004. ‘Rolling Stone’ ha destacado su carácter “inclusivo”, un ingrediente seguramente inexcusable en la actualidad en todos los órdenes, que se aprecia en la mayor presencia femenina, con nueve temas en el ‘top 30’ frente a las dos de entonces. Tanto en esa clave como en la racial, la lista premia las músicas que van más allá de la música, las que conectan con una sensibilidad colectiva: la reivindicativa ‘A change is gonna come’, de Sam Cooke, puro ‘black lives matter’ fechado en 1963; el dolorido grito pacifista de ‘What’s going on’, de Marvin Gaye, o la siniestra ‘Strange fruit’, pieza en la que Billie Holiday cantó al horror de los linchamientos racistas, con esos versos que hablan de “cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur”.

Cambios de gusto

Otras novedades nos hablan del mayor peso del hip-hop y las urbanidades, que en 2004 ni siquiera se colaban en el ‘top 30’ y que ahora se abren paso con Public Enemy, Missy Elliott o Kanye West, y deslizan señales de cambios de gusto. La canción más puntuada de The Beach Boys ya no es ‘Good vibrations’, sino la sentida balada ‘God only knows’, mientras que Leonard Cohen, clamoroso ausente en el anterior ranking, destaca más por ‘Hallelujah’ que por la remota ‘Suzanne’ (algo habrán influido las versiones de Jeff Buckley, John Cale y Rufus Wainwright, incluyendo la banda sonora de ‘Shrek’).

David Bowie, cuya muerte en 2016 redobló el mito, cuela siete canciones en el ‘top 500’ (antes eran cinco) y sorprende la entrada en escena de piezas situadas en la órbita del AOR, el vapuleado género radiable, como ‘Africa’ (Toto) o ‘Livin’ on a prayer’ (Bon Jovi), dando a entender que los ‘placeres culpables’ cada vez lo son menos. Una señal más de que, en la valoración de la música, nada es para siempre y que la tonada hoy ninguneada puede ser el ‘must’ de mañana (y viceversa).


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