La lengua de lava fluye dirección al mar en la isla de la Palma

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¿Qué sabe la ciencia sobre la erupción de La Palma?

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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EL PERIÓDICO analiza las evidencias científicas disponibles sobre la erupción de La Palma, con la ayuda de los expertos Luca D’Auria, del Instituto de Volcanología de Canarias (INVOLCAN), Meritxell Aulinas, de la Universitat de Barcelona y Arnau Folch, del CSIC. 

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¿Por qué hay erupciones en las Canarias?

Las Canarias son islas volcánicas, que se levantaron del fondo marino gracias a erupciones. La parte emergida es la cumbre de grandes edificios producidos por las expulsiones de magma. Una de las teorías sobre el origen de las islas lo relaciona con una gran fuente magmática subyacente ('hot spot'). Procesos volcánicos siguen en activo en diversa medida en las islas. En La Palma, el norte se formó en los primeros estadios de la isla. Al contrario, el sur (donde se ha producido la última erupción) se ha formado en etapas más recientes. Es en esta parte donde ocurrieron las erupciones de los volcanes San Juan, en 1949 y Teneguía, en 1971.

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¿Qué generó la erupción?

Tras casi 50 años de calma, La Palma registró un enjambre sísmico en 2017, a decenas de kilómetros de profundidad. "Eso nos puso en alerta: debía haber magma moviéndose hacia una cámara emplazada debajo de la corteza", recuerda D’Auria. El magma tiende a moverse hacia arriba, al ser menos denso que la roca a su alrededor. Al llegar a la corteza encuentra una resistencia que hace que se acumule en una o más cámaras. Los temblores se repitieron en los años sucesivos: se estaba acumulando magma. A partir del 11 de septiembre, los seísmos se registraron a profundidades menores y el suelo se deformó en más de 10 centímetros: el magma empezaba a fracturar la corteza. 

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¿Cómo fue la erupción?

El 19 de septiembre, el magma alcanzó la superficie. En lugar de salir del volcán existente, o en todo caso de un punto concreto, produjo una erupción fisural. “Una fisura volcánica es una fractura discontinua en la corteza terrestre por la que el magma es expulsado” , explica Aulinas. De hecho, el magma ha llegado a salir de hasta nueve bocas. En cuanto al componente explosivo, este es menos importante del efusivo: se trata de una erupción estromboliana, en la cual hay emisión de coladas de lava y, en menor medida, lanzamiento de fragmentos (piroclastos). Su índice de explosividad se estima en 2, en una escala cuyo máximo es 8 (solo las erupciones hawaiianas son menos explosivas, al expulsar solo lava). "Este magma tiene poco contenido en agua. A medida que suben, los magmas van acumulando agua. Cuanta más agua más explosividad", explica Folch. 

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¿Cómo se comportan la lava y los fragmentos expulsados?

Los piroclastos expulsados son más bien gruesos: bombas volcánicas (de más de 6 cm) y lapilli (de entre 6 cm y 2 mm). También hay una nube de cenizas (fragmentos de menos de 2 mm) pero relativamente pequeña, nada comparable con la producida por el volcán islandés Eyjafjallajökull en 2010. Los piroclastos se van acumulando en un radio de pocos centenares de metros alrededor de la boca, generando la forma del cono de escorias. En cuanto a la lava, es relativamente fluida, lo que indica que se trata de una lava pobre en sílice. Eso y la rapidez con la cual se movía inicialmente hizo pensar que llegaría enseguida al mar. De todas formas, es más viscosa de la lava lisa hawaiiana ('pahoehoe').

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¿Qué puede ocurrir ahora?

"Estamos viendo una erupción bastante parecida a las anteriores de Canarias, pero no tenemos un registro grande y siempre hay la posibilidad de que ocurran imprevistos", afirma D’Auria. Por ejemplo, la fractura podría propagarse de forma sorprendente, abriendo nuevas bocas incluso a distancia de kilómetros de las actuales. Tampoco es fácil prever la duración. La estimación de una cincuentena de días del INVOLCAN es un sencillo promedio de las erupciones anteriores. El final se podrá anunciar cuando los sensores detecten que la tierra se esté 'deshinchando' y que el dióxido de azufre esté cayendo: este gas se libera cuando el magma sale a la superficie y permite estimar el volumen expulsado. Cuando la lava alcance el mar, ello solo resultará en mucho vapor, pequeñas explosiones locales y quizás algo de acidez en las lluvias. Tampoco se prevé una emisión masiva de gases tóxicos. En cuanto a un tsunami por colapso de un flanco, D’Auria asegura que esa hipótesis de 2002 se basa en cálculos que luego fueron desmentidos.