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Un síndrome bautizado en Estocolmo

Ahora hace 48 años toda Suecia estaba pendiente del secuestro de un banco en Estocolmo. La forma en que se comportaron los rehenes aquel agosto de 1973 acabó dando nombre a uno de los síndromes más conocidos que existen.

En este edificio de Estocolmo, en 1973, estaba la sucursal del Kreditbanken.

En este edificio de Estocolmo, en 1973, estaba la sucursal del Kreditbanken.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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La plaza de Norrmalmstorg es uno de los puntos más céntricos y concurridos de Estocolmo. De hecho, en la versión local del Monopoly es la propiedad más cara del tablero. Pero no es famosa por eso, sino por lo que allí pasó entre el 23 y el 28 de agosto de 1973.

Todo comenzó cuando un hombre, con la cara tapada, irrumpió en la sucursal del Kreditbanken con una ametralladora escondida en la chaqueta para vaciar la caja. La policía enseguida recibió el aviso del intento de atraco y una patrulla se desplazó al lugar de los hechos. El ladrón, un ex convicto de 32 años llamado Jane Erik Olsson, los recibió a tiros, hiriendo a un agente. Al verse atrapado, se hizo fuerte en la oficina bancaria y tomó cuatro rehenes. Lo que tenía que ser un robo relámpago, se acababa de convertir en lo que sería el secuestro más mediático de la historia de Suecia. Nunca hasta entonces se había seguido en directo un hecho de aquellas características en el país escandinavo.

Lo primero que pidió el secuestrador fue que le llevaran a su amigo y compañero de celda, Clark Olofsson, que tenía un largo historial como ladrón de bancos. Las autoridades accedieron a la petición. También exigió tres millones de coronas suecas, dos revólveres, chalecos antibalas, cascos y un coche para huir. La policía no lo aceptó porque se querían llevar a los secuestrados como seguro de vida y evitar ser detenidos durante la fuga.

La situación se enquistó. No parecía que hubiera una solución clara y el primer ministro Olof Palme en persona quiso hablar telefónicamente con los dos hombres, que amenazaron de muerte a los rehenes si no eran escuchadas sus condiciones. Durante la conversación incluso pareció que estrangulaban a uno de los retenidos.

Al día siguiente, una de los secuestradas quiso hablar con Palme. Se trataba de Kristin Enmark, que quisó apoyar a los hombres que la tenían cautiva. Según ella, allí dentro se sentía segura y le daba miedo que una intervención policial provocara un baño de sangre. De hecho, esto es lo que estuvo a punto de pasar cuando las fuerzas de seguridad intentaron acceder a la oficina bancaria haciendo un agujero en el techo desde la vivienda que había en el piso superior. Cuando los ladrones se dieron cuenta, abrieron fuego contra los policías e hirieron a uno. Finalmente, el día 28 se llevó a cabo un operativo con gases lacrimógenos que sorprendió a los asaltantes. Olsson y Olofsson se rindieron sin oponer resistencia y sin que ninguno de los rehenes sufriera heridas graves.

Los ladrones fueron juzgados y encarcelados, pero se convirtieron en celebridades. Recibían cartas de muchas admiradoras, sobre todo Olofsson, que además también hizo amistad con Kristin Enmark. La mujer fue a visitarlo varias veces mientras estuvo entre rejas. Ahora bien, aunque la leyenda dice que tuvieron una relación sentimental, este extremo siempre ha sido desmentido.

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El vínculo de Enmark y los otros rehenes con los dos secuestradores llamó la atención del psiquiatra y criminólogo Nils Bejerot, que colaboraba con la policía. Tras estudiar el caso, bautizó el comportamiento de las víctimas como Síndrome de Estocolmo, un término que a pesar de no aparecer en los principales manuales de psicología, ha hecho fortuna y se ha convertido en una expresión muy popular.

Aunque el vínculo afectivo entre víctima y agresor no se da siempre (parece que en menos del 30% de los casos), sí se ha podido ver en casos emblemáticos. Uno de los más conocidos se produjo en EEUU en 1974, cuando Patty Hearst fue secuestrada durante dos meses por un grupo terrorista de extrema izquierda. Al poco tiempo de ser liberada se unió a sus antiguos captores y participó en diferentes acciones. Fue detenida durante el intento de atraco de un banco. Durante el juicio, su defensa intentó utilizar como atenuante las investigaciones del doctor Bejerot. Aquel caso tuvo mucha repercusión porque la protagonista era la nieta del magnate de la prensa William Randolph Hearst. Esto ayudó aún más a popularizar el término Síndrome de Estocolmo, que ahora todo el mundo conoce, aunque quizás nadie se haya parado a pensar por qué lleva el nombre de la capital sueca.

Criminal de serie

El atraco de la sucursal del Kreditbanken de 1973 es sólo un episodio de la convulsa biografía de Clark Olofsson, seguramente el criminal más famoso de Suecia. Aprovechando la moda audiovisual del 'true crime', precisamente este año Netflix ha rodado una miniserie de seis capítulos sobre su vida titulada "Clark", protagonizada por Bill Skarsgard.