Entender + con la historia
Turner no tenía Instagram
Hoy es el Día Mundial de la Fotografía, una actividad que, desde que los teléfonos llevan cámara, cada vez es más popular. Lo curioso es que todo el mundo tiende a hacer las mismas fotos. Tiene una explicación
Foto icónica de la Sagrada Família sacada con un móvil.
Que hoy se celebre el Día Mundial de la Fotografía no tiene nada que ver con el hecho de que agosto seguramente sea uno de los momentos del año en que más fotos se hacen, porque cuando se va de vacaciones es inevitable intentar inmortalizar cada momento especial.
Resulta que tal día como hoy de 1839, Louis Daguerre impartió una charla técnica a los miembros de la Academia de Ciencias y Bellas Artes de Francia para explicarles cómo funcionaba el invento que había desarrollado y del que todo París hablaba aquel 1839. Se trataba, ni más ni menos, que de la fotografía. Cabe decir que tenía poco que ver con los sofisticados dispositivos que tenemos ahora, pero él fue el primero en encontrar un buen sistema para fijar la realidad en una imagen. Precisamente por esta razón aquellas "fotos" se conocen como daguerrotipos.
Poco se podía imaginar que, tantos años después, cada agosto millones y millones de personas se beneficiarían de su invento, porque ahora es impensable hacer un viaje y visitar algún lugar notable sin hacer una foto. Y esto ha ido a más desde que todo el mundo tiene un teléfono inteligente conectado a internet y con un objetivo fotográfico que haría caer de culo a Daguerre si se levantara de la tumba.
Aunque los amantes de este arte continúan prefiriendo las cámaras, la comodidad del teléfono y la inmediatez nos han convertido en retratistas compulsivos. Incluso ha cambiado la razón de hacer fotos. Tradicionalmente se han hecho para conservar un recuerdo de los viajes. Como mucho, se podía perseguir a familiares y amigos para enseñarlas o torturarlos con un pase de diapositivas en casa. Ya no hay que secuestrar a nadie para hacerle tragar decenas de imágenes como se hacía antes, porque todo el mundo se puede exhibir en las redes sociales. Ahora, más que el recuerdo, cuenta la socialización de nuestras imágenes publicándolas en Instagram.
De hecho, los destinos turísticos más populares buscan crear espacios ‘instagrameables’, y allí van como moscas pilas de turistas que repiten la misma foto, muchas veces imitando de manera inconsciente los mismos encuadres de las imágenes promocionales. Los expertos han estudiado mucho este ciclo que se retroalimenta entre las fotos de los turistas y las de los departamentos de ‘marketing’ de los destinos. Así se crean imágenes icónicas y hace que, sin haber estado nunca, nuestro cerebro sea capaz de reproducir lugares como las pirámides de Egipto o el Taj Majal de la India.
Tampoco eran necesarias las redes sociales para que esto ocurriera. A principios del siglo XIX, cuando Daguerre aún no había terminado su invento, en el Reino Unido se puso de moda visitar el río Rin gracias, por un lado, a un poema de Lord Byron (‘La peregrinación de Childe Harold’) y, por otro, a los cuadros de Turner.
Sus pinturas con paisajes brumosos, donde el río se abre paso perezosamente entre las montañas bajo la atenta mirada de antiguos castillos medievales, fascinaron a los británicos. Justo en ese momento se empezaban a desarrollar nuevos sistemas de impresión que permitieron serializar las imágenes de manera masiva. Por lo tanto, todo el mundo podía comprar una copia y tenerla en casa.
Noticias relacionadasAquel consumo de imágenes de cuadros impulsó el turismo británico en Alemania y allí se esforzaron en satisfacer las expectativas de los visitantes, ofreciéndoles cruceros por el Rin para pasar por los lugares pintados por Turner. No solo eso, sino que todo el material promocional se inspiraba en la producción pictórica de aquel artista. Lo más interesante de todo es que aún sigue pasando, y las páginas web dedicadas al turismo germano, cuando quieren ilustrar lo que se conoce como el “Rin romántico", utilizan fotografías brumosas con paisajes muy similares a las telas de Turner. Y claro, los turistas actuales también hacen sus propias fotografías persiguiendo inmortalizar un escenario que ya fascinaba a los artistas hace 200 años.
Lo más divertido de todo es que seguramente muchos visitantes no tienen ni idea de toda esta historia. Simplemente aquellos escenarios forman parte de la memoria visual colectiva que va pasando de generación en generación.
Un trabajo en equipo
Aunque Daguerre se ha llevado la fama, durante siglos otros ya habían investigado la manera de conseguir fijar imágenes de la realidad. El que estuvo más cerca fue el también francés Nicéphore Nièpce, que poco antes de morir en 1833, le enseñó todo lo que sabía a Daguerre. Fue gracias a eso que él pudo culminar su invento.
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