Entrevista

Teresa Guardans: "No se trata de matar el ego, sino de ponerlo en su lugar"

El interés por el silencio como forma de conocimiento la ha acompañado toda la vida. Su primer libro, ‘El saber marginat’ se publicó en 1996, mucho antes de que se pusiera de moda el ‘mindfulness’. 25 años y seis títulos después, insiste con 'Silencio' (San Pablo) / 'Les claus del silenci' (Viena), una obra que recoge las grandes tradiciones históricas del silencio para ponerlas al servicio del lector actual a través de reflexiones y ejercicios para todos los públicos.

Teresa Guardans, en el Centre d’Estudi de les Tradicions de Saviesa de Barcelona.

Teresa Guardans, en el Centre d’Estudi de les Tradicions de Saviesa de Barcelona. / RICARD CUGAT (EPC)

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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¿Las vacaciones son la versión occidental del silencio oriental?

Ojalá, pero nuestra reacción automática suele ser volver a llenar este tiempo de descanso con otras cosas. Cuando hablo de silencio no me refiero a ausencia de ruido exterior, sino a crear un espacio interior para poder mirar y escuchar con calma. Las vacaciones son una oportunidad para hacerlo, aunque solo sea un rato al día. 

Escaparnos a la playa no nos convierte automáticamente en Budas.

No [ríe]. Tu cuerpo puede estar en la playa y tu cabeza ocupada con lo que tienes que comprar, con las personas que tienes que ver, con lo que harás después… 

Ahora, además, teletrabajamos también en vacaciones.

Tenemos un gran problema humano. Aquí ya no hablamos de silencio, sino de calidad de vida. Tenemos que poder poner límites. Desde Moisés se inventó un día de descanso a la semana para no hacer nada productivo. Es el primer mandamiento. ¡Lo pide Dios! [ríe]

"Desde Moisés se inventó un día de descanso a la semana para no hacer nada. ¡Lo pide Dios!"

Estamos atrapados en el hacer. ¿El silencio puede ayudar a liberarnos?

Claro, si entendemos el silencio como esta actitud de atención, de escucha, de llevar las riendas de nuestra capacidad mental y sensitiva. Esto nos permite ser conscientes y frenar todo lo que surge por el automatismo que dictan nuestros miedos, nuestros deseos o un algoritmo del que no somos conscientes.

¿Qué pasa cuando logramos frenar estos automatismos?

Nuestra manera de actuar, de sentir y de valorar cambia. Nos interesamos verdaderamente por la vida y por los demás y aprendemos a agradecer.

Por el libro desfilan desde Confucio hasta Tàpies. ¿No pone el listón muy alto?

Los testimonios que recojo son de personas que a mí me conmueven porque son la cima de la calidad humana. No hace falta ser como ellos, pero todos llevamos dentro esa posibilidad.

¿Cuál sería una práctica muy sencilla de silencio?

Cada día nos movemos de un lado a otro, caminando, en bus, en metro… En estos trayectos, y aunque solo sea por un minuto, podemos llevar la atención al ritmo de la respiración y rechazar los pensamientos que nos vengan en ese momento. Al principio es una lucha, pero cuando ya tenemos el hábito podemos añadir un agradecimiento a la vida por poder respirar hoy.

"El silencio te abre al reconocimiento de la maravilla que es existir"

Esto va más allá de una técnica antiestrés.

Como dice Marià Corbí, es una actitud que te abre al reconocimiento de la maravilla que es existir y a una profunda comunión con todo, porque ese yo que siempre nos exige se va difuminando. 

Pero usted afirma que el ego no es el malo de la película.

A esta moda que hay sobre el silencio, que de entrada no me parece mal, se asocia un discurso sobre matar el ego. Eso es absurdo, porque el ego forma parte de nuestra estructura psíquica fundamental y lo necesitamos para todo.

Sin él no sobreviviríamos.

El ego siempre estará ahí. No se trata de matarlo, sino de ponerlo en su lugar, de reeducarlo para que no ocupe todo nuestro espacio interior. La realidad es mucho más que lo que proyecta nuestro ego.

¿El siglo XXI es una época de celebración del ego?

Es un momento cultural consecuencia de un sistema económico muy basado en el individualismo, en la capacidad del individuo para producir y consumir. Pero cada vez somos más conscientes, también a nivel económico, de la necesidad del equipo, de que nadie hace nada solo. El ego empieza a ceder un poco de espacio a la ayuda mutua.

Su libro está lleno de citas muy potentes.

Durante años he tenido la sensación de tener tesoros en las manos. Tenía la necesidad de compartirlos para que la gente conozca estas fuentes valiosísimas.

Dice Pessoa: «Miro, y las cosas existen; pienso, y solo existo yo».

"Pienso que miro, pero no estoy viendo lo que tengo delante"

No se trata de no pensar, pero cuando solo estoy pensando es mi mecánica que va cabalgando sobre lo que ya sé; soy yo. En cambio, la mirada lúcida es prestar atención, abrirse, dejar espacio para que las cosas se muestren, dejarlas existir. Para mirar realmente esta hoja de hiedra que tengo delante, ¿qué gesto necesito hacer?

No sé si la sigo...

Tengo que frenar este constante proyectar y abrirme, porque si no, no puedo estar mirando. Pienso que miro, pero no estoy viendo lo que tengo delante. Haga la prueba. No piense en la hoja, solo mírela. Algo cambia, es como si soltaras algo para que esto pudiera entrar. 

“El silencio no es un capricho”. Esta frase es de Tàpies.

Lo dice en el sentido de que en la actitud de silencio damos la posibilidad a nuestro ser, a nuestra biología, de sentir la existencia de la vida y de los demás. No es un capricho, sino una absoluta necesidad, porque si no el ser humano es el depredador total que no tiene límites. 

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En otro momento habla de maravillarse no por lo que es extraño sino por lo que es evidente.

Es una idea del pedagogo Kieran Egan, que dice que el éxito de la educación es esta actitud de aprender a maravillarse de la vida, no porque un día caiga un cometa sino porque cada día haya luz. 

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