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Depilación de oro

Ya hace tiempo que el vello corporal ha desaparecido del cuerpo de los atletas masculinos. No es solo una cuestión estética, sino que la depilación les permite mejorar sus marcas. El pionero fue el australiano Jon Henricks

El pionero Jon Henricks, sin depilar.

El pionero Jon Henricks, sin depilar.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Estos días que seguimos la evolución de los nadadores en la piscina olímpica vemos cuerpos esculpidos por horas de entrenamiento. Son cuerpos lisos, sin un pelo. Ni siquiera una triste barba es puesta en remojo, aunque en los últimos tiempos los hombres la han recuperado ni que solo sea para aparentar que no son tan feos. Y es que todo el mundo asume que los nadadores se depilan porque el vello mojado se puede convertir en un lastre que marque la diferencia entre subir al podio o quedarse a las puertas de la gloria.

Esto es lo que le pasó al australiano Jon Henricks en 1952, cuando tenía 17 años y se quedó con las ganas de participar en los Juegos Olímpicos de Helsinki. Se suele explicar que una infección de oído mal curada le impidió hacer buenos tiempos para superar la clasificación, pero su padre, Clyde Henricks, encontró otra explicación y sobre todo una solución para cambiar la suerte de su hijo.

La familia vivía en el barrio de Rodhes de Sidney, donde un vecino participaba en regatas de veleros. El hombre se pasaba horas puliendo el casco de su embarcación para que se deslizara más rápido que las naves contrincantes. Según explicó años más tarde el propio Jon, un día su padre le dijo: "Ya es hora de que pulamos tu casco". Y así fue como, en enero de 1953, cuando aún no había cumplido los 20 años, Jon se afeitó el pecho. Fue un descubrimiento. Al explicar su experiencia, siempre recuerda que tuvo la sensación de volar en el agua.

En aquellos momentos se estaba preparando para especializarse en las pruebas de corta distancia y cada centésima contaba. Los resultados fueron sorprendentes. En el campeonato de Nueva Gales del Sur pasó de hacer las 110 yardas en 59,8 segundos a completarlas en solo 58,4. Era evidente que nadar sin pelo funcionaba y se animó a depilarse el resto del cuerpo. Gracias a ello el mes siguiente igualó la marca olímpica de 57,1 segundos.

Era imposible ocultar la razón del éxito de Henricks y todos sus compañeros del equipo nacional lo imitaron. Y así, sin un pelo, los australianos participaron en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956. Entonces no era como ahora, que con la globalización se sabe qué pasa en todas partes inmediatamente, y el resto de delegaciones olímpicas llegaron a la cita tan peludos como siempre. Los anfitriones arrasaron y ganaron el oro en cinco de las siete disciplinas masculinas. Además, en cuatro batieron el récord del mundo. Jon Henricks lo consiguió en los 100 metros libres y formando parte del equipo de 4 x 200 metros relevos.

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Ni que decir tiene que el resto países no dudaron en adoptar la estrategia antipilosa y desde los Juegos de Roma de 1960 no ha habido ningún medallista que no se haya librado de los pelos antes de competir. De hecho, se calcula que cada 100 metros la depilación permite ganar más de un segundo de ventaja a los nadadores.

En 1961, el estadounidense Steve Clark fue un paso más allá y cuando aún formaba parte del equipo de la Universidad de Yale se rapó la cabeza. En realidad no había ninguna estrategia detrás, sino el intento desesperado de disimular el desastre que había perpetrado su entrenador. Como Clark no había podido ir al barbero antes de competir, el hombre tuvo la brillante idea de intentar cortar el pelo con las tiras depilatorias que utilizaban para el cuerpo. Si ahora aquel invento del demonio es doloroso, imaginad cómo debían ser las tiras hace 60 años. Aparte de que una cosa es arrancar pelos cortos, y otra, aplicarlo a la cocorota. La chapuza fue de tal dimensión que el chico prefirió afeitarse completamente antes que salir hecho unos zorros. Primero la gente se mofó de él, pero cuando ganó las 220 y las 110 yardas ya se lo tomó en serio. Después ganó cinco títulos a nivel nacional, lo que le sirvió para ser seleccionado para formar parte del equipo olímpico de Tokio 1964, donde ganó tres medallas de oro en las carreras de relevos. Eso sí, ya le había vuelto a crecer el pelo de la cabeza, aunque el resto de su etapa deportiva lo llevó cortísimo, pero bien cortado.

Gorros de baño vetados

Un elemento imprescindible para ganar velocidad es el gorro de baño. El problema es que no va bien para todo tipo de pelo. Soul Cap ha diseñado un modelo para el de tipo afro en colaboración con Alice Dearing, la primera nadadora británica negra en ser olímpica. Desgraciadamente ha sido vetado en Tokio, en un ejemplo más de la discriminación que sufren muchos colectivos.