Entender + con la historia

Una pequeña toalla, un gran salto

Cada vez que hay JJOO nos encontramos frente a la tele siguiendo deportes a los que casi nunca se presta atención. Entonces es cuando nos damos cuenta de que, más allá de la actividad, todos tienen pequeños detalles fascinantes.

Sammy Lee, tras recibir la medalla de oro en los juegos de Helsinki, en 1952.

Sammy Lee, tras recibir la medalla de oro en los juegos de Helsinki, en 1952.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Todos los deportes tienen su liturgia preparatoria. Unos rituales que ayudan a los atletas a concentrarse antes de comenzar su actuación pero, también, a estar en mejores condiciones físicas o a tener su equipo preparado. Por ejemplo, los que hayan seguido las pruebas de salto de trampolín se habrán dado cuenta de que, mientras esperan su turno, los participantes se secan con unas pequeñas toallas. Lo hacen porque necesitan tener el cuerpo seco, ya que esto les ayuda a que la ejecución de su salto sea más segura.

Llama la atención que para tal fin utilicen unas toallas de sólo 33 x 43 centímetros. ¿Cómo puede ser que se sirvan de una pieza tanta pequeña? La explicación es que actualmente están fabricadas con un material sintético. Ahora bien, el proceso de convertirse en un complemento indispensable para estos atletas es bastante curioso. Aquí es cuando entra en escena el saltador estadounidense Sammy Lee.

Nacido en 1920 en California y de padres coreanos, se convirtió en el primer ciudadano de EE.UU. de origen asiático en conseguir una medalla de oro. Fue en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948, donde recibió la mejor puntuación en la prueba de trampolín de 10 metros. Además, también ganó la de bronce en el trampolín de 3 metros. Cuatro años más tarde repitió en el punto más alto del podio en Helsinki. Y eso que no lo tuvo nada fácil por culpa de la discriminación racial. Cuando empezaba a dar sus primeros pasos en esta disciplina, sólo podía entrenar los miércoles, porque aquel era "el día internacional" de la piscina. Era un eufemismo para decir que podían entrar los no blancos, o sea el único día que nadaban afroamericanos, latinos y asiáticos. Una vez acababan, se cambiaba el agua de las instalaciones para que los blancos la tuvieran limpia al día siguiente. Hasta este punto llegaba el racismo en la América de los cuarenta. Ante esta situación, su entrenador le preparó un espacio para practicar la mecánica de los saltos en el jardín de su casa.

Gracias a ello comenzó a despuntar y en 1942 ganó el campeonato nacional de saltos. Paralelamente, entró en la facultad de Medicina de la Universidad Southern California. Para pagarse los estudios se enroló en el ejército y, con el paso de los años, llegó a ser Mayor del cuerpo de sanidad militar.

Sin embargo, no abandonó el mundo de los saltos y se dedicó a entrenar jóvenes promesas como el mítico Greg Louganis, considerado uno de los mejores saltadores de la historia. Precisamente, fue acompañándolo a un campeonato en Suecia cuando descubrió estas toallas.

Desde su época de atleta, Lee buscaba la manera de ahorrarse el tener que acarrear el montón de toallas de cada participante. Por eso, cuando en Suecia vio que los miembros del equipo noruego usaban unas piezas tan pequeñas, quiso saber cómo lo hacían. Le explicaron que estaban hechas con piel de gamuza y que habían encontrado inspiración en los paños que se usaban en los túneles de lavado y los restaurantes para secar las mesas. Además, prestaron una a Louganis, para que la probara durante la competición y quedó entusiasmado.

Lee vio una buena oportunidad de negocio y por eso encargó 1200 para distribuirlas en su país, bajo el nombre comercial de Sammy Sport Towel. Se aprovechaba de un feliz juego de palabras puesto que, en inglés, a la gamuza se le llama 'shammy'.

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Su intuición fue buena y, gracias al buen ritmo de ventas, pudo ampliar la oferta de productos, y también mejoras como el uso de materiales sintéticos más absorbentes que el de la gamuza noruega.

El buen funcionamiento de las 'sammy towels' no impidió que Lee continuara ejerciendo la medicina hasta el 1990. Después, con el paso de los años y la creciente conciencia de la diversidad racial americana, se convirtió en un referente para las nuevas generaciones de origen asiático. Con su nombre se bautizaron espacios en Anheim y en el Koreatown, de Los Angeles. Además, aquella ciudad californiana también le dedicó un distrito escolar. Sammy Lee murió el 2 de diciembre de 2016, el día después de haber celebrado su 96 cumpleaños. Sus toallas siguen acompañando a los saltadores.

Campeón discriminado

Greg Louganis ganó medallas en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976), Los Angeles (1984) y Seúl (1988), pero, al igual que su mentor, también conoció la discriminación. En su caso por su condición sexual. Por el hecho de ser gay, muchas marcas deportivas no lo quisieron patrocinar, a pesar de ser el saltador más grande que ha habido en EEUU.