Entender + el cambio climático

Giorgos Kallis: “Las olas de calor van a seguir. La pregunta es si queremos que esto empeore”

  • El profesor de l’Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) sostiene que el economista Robert Malthus estaba equivocado porque no quiso contemplar la idea de que se puede limitar el crecimiento y ser feliz. En ‘Límites. Ecología y libertad’ (Arcadia, 2021), Kallis advierte de que el crecimiento ilimitado tiene consecuencias indeseables.

El investigador del ICREA Giorgos Kallis.

El investigador del ICREA Giorgos Kallis. / Ricard Cugat

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Eva Cantón
Eva Cantón

Periodista

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Las recientes inundaciones en Alemania y Bélgica han dejado más de 200 muertos. En Canadá y Estados Unidos las temperaturas extremas se han cobrado más de 500 vidas. La inusual subida del termómetro está disparando los incendios forestales en Rusia, donde han ardido 1,5 millones de hectáreas. Y en Catalunya el verano puede ser complicado para los Bombers. Todo en un contexto adverso en el que la Agencia Internacional de la Energía (IEA) prevé un récord de emisiones de CO2 en 2023. 

¿Con lo que estamos viendo podemos negar el cambio climático?

No. No estamos como a principios de siglo y seguir diciendo que en un clima normal también hay fenómenos extremos, porque lo que antes pasaba una vez cada siglo ahora pasa cada cinco años. Vemos hoy lo que las proyecciones científicas auguraban para 2020-2030. Desafortunadamente, los efectos son más duros y llegan antes de lo previsto.

¿Y qué hacemos?

La era del petróleo se tiene que acabar. O porque le ponemos fin o porque vamos hacia el colapso, que parece lo más probable. Hasta los años noventa, para atajar los problemas ambientales se reducían o se dejaban de utilizar determinadas sustancias en un plazo de tiempo, como pasó con el ozono. Pero, por razones políticas, con el petróleo es más difícil. Nunca ha habido voluntad de hacerlo, aunque en diez años tendríamos que usar la mitad. Ahora, ¿tenemos un plan? No. Tenemos la promesa de desarrollar tecnologías limpias que van a sustituir el petróleo, pero no será así. 

¿Usted, que defiende la autolimitación colectiva, cree que se puede hablar de crecimiento verde?

Estos dos últimos siglos de civilización occidental se han basado en el crecimiento sin límites, pero si la economía quiere sobrevivir tiene que adaptarse, y producir y consumir menos. Será difícil hacer una transición hacia energías verdes si el actual crecimiento sigue a este ritmo.

Pero todo está basado en el crecimiento. Hasta el Plan de Recuperación del Gobierno menciona entre sus objetivos “un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo”…

Estos adjetivos nunca funcionan. Crecerán las energías verdes y las tecnologías inteligentes, pero ellas solas no pueden relanzar una economía como la española. Si crece el turismo o la construcción, seguirán aumentando las emisiones.

Entonces ¿los límites son incompatibles con el sistema capitalista? 

El capitalismo no puede poner límites porque el dinero se invierte para conseguir más dinero. Es una expansión sin fin hasta que colapsa. Por eso en el libro incido en las cuestiones filosóficas de mi propuesta de decrecimiento, para defender el límite como algo deseable y no poner el énfasis en la catástrofe. Quiero hablar de esa sabiduría popular que todavía mucha gente tiene y que se ha perdido con el consumismo capitalista. Una vida que merece la pena tiene mesura. Vivir sin límites es un caos.

“Una vida que merece la pena tiene mesura. Vivir sin límites es un caos”

Mucha gente ha descubierto las bondades de la vida sencilla con la pandemia pero también hay una necesidad de volver a la situación anterior. ¿No es contradictorio? 

Esas contradicciones están en cada uno de nosotros porque vivimos en una sociedad que nos empuja hacia una determinada forma de vivir.  Con la pandemia vimos que, si hay necesidad de cambiar, se cambia. Te adaptas y no es el fin del mundo.  

¿Es la lección del virus respecto al cambio climático?

Sí, porque ya vivimos en una época que nos pide limitarnos. La pandemia, las olas de calor, las inundaciones, los incendios… todo viene de fuera y hay que ver cómo lo interiorizamos. Aunque dejemos de usar petróleo mañana las olas de calor y las inundaciones van a seguir. La pregunta es si queremos que esto empeore. 

¿Qué deben hacer las instituciones?

Los Gobiernos tienen que comprometerse en reducir los objetivos de emisiones, pero se están poniendo objetivos sobre el desarrollo de energías renovables sin un plan para enfrentarse al problema. Hay que pensar también en la redistribución, y en apoyar a la población más pobre, para no provocar una reacción populista a las medidas de lucha contra el cambio climático. 

¿A qué tipo de reacción se refiere?

El populismo de derechas de nuestros días se alía con unas ideas falsas de libertad. Que nadie me diga lo que tengo que hacer, y menos las élites culturales o científicas. Que nadie nos obligue a cambiar nuestra vida, ponernos la mascarilla o comer menos carne. La única manera de combatir esto es con la respuesta democrática, que puede ser más potente si la gente ve que es beneficioso para ella. 

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¿Y qué propone para impedir que las medidas perjudiquen a los sectores de población más desfavorecidos?

Impuestos redistributivos, evitar que la riqueza se vaya a paraísos fiscales, impuestos a la riqueza y al carbón y que esa recaudación revierta en la gente más vulnerable como ingreso mínimo de apoyo en el proceso de transición ecológica. Sería más popular que la gente con pocos recursos recibiera un cheque por el impuesto del carbono de 200 ó 300 euros al mes que bajarle el precio de la electricidad después de hacer mucho papeleo.