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Cuba o la decadencia revolucionaria

Las recientes protestas en Cuba, donde la pandemia y la falta de turistas han agravado la difícil situación económica de la población, han puesto de actualidad al país caribeño. Hemos seleccionado 11 libros donde se explica la evolución de la revolución cubana desde diferentes perspectivas, 62 años después de la entrada en La Habana de los guerrilleros de Sierra Maestra.

Combo libros sobe Cuba

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Albert Garrido
Albert Garrido

Periodista

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“Por primera vez en los quinientos años transcurridos desde que los españoles Diego Velázquez, Hernán Cortés y Pánfilo de Narváez pusieron los pies en Baracoa en 1511, Cuba ha estado sola”, escribió Hugh Thomas en la introducción a la edición revisada de 'Cuba, la lucha por la libertad' (Debate, 2011). Esa soledad se ha agravado desde entonces a causa del anquilosamiento del régimen, la economía exhausta y el azote de la pandemia, más la decepción del universo de izquierdas, rendido a la evidencia de que el 'aggiornamento' de la dirigencia se antoja imposible.

Después de tres tutelas sucesivas impuestas por manos foráneas –la colonial española y las estratégicas estadounidense y soviética–, el desarrollo de los acontecimientos parece dar la razón, en gran parte, a la afirmación de Claudia González Marrero en 'Literatura, política y sociedad. Cuatro representaciones de imaginarios en la revolución cubana' (Ideas Estudios, 2021): “El proceso revolucionario ha sido, por tanto, un ejercicio sobre todo discursivo, donde las arengas políticas han dominado el paisaje”. Sin embargo, la indagación de las relaciones de La Habana con Washington y Moscú, recogidas por Richard Gott en 'Cuba, una nueva historia' (Akal, 2007), obliga a matizar tal acercamiento al presente.

Como sostuvo en cierta ocasión el escritor Guillermo Cabrera Infante, quizá la única forma de comprender la evolución del experimento cubano sea mediante los diferentes registros de la disidencia, de la que el autor de 'Tres tristes tigres' formó parte a partir de mediados de los 60. El testimonio de Carlos Franqui, de Norberto Fuentes –'Dulces guerreros cubanos' (Seix Barral, 1999)– y de tantos otros es una buena vara para medir qué sucedió en el tránsito de la epopeya revolucionaria a la proclama de Fidel Castro: “Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada” (1961).

En 'El libro de los doce' (Ediciones Saturno, 1973), de Franqui, Manuel Vázquez Montalbán atribuyó a los personajes que aparecen en el ensayo, entre ellos Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara y Vilma Espín, “la eterna verdad de Prometeo, que robó el fuego de los dioses para regalárselo a los hombres”. Pero la estación de llegada de Franqui fue el exilio, a raíz de la ruptura con el régimen por firmar una carta de condena de la invasión soviética de Checoslovaquia (1968), sometido el experimento cubano a la lógica de la guerra fría. Se diría que el comportamiento de Castro en tal crisis justificó de sobras el título del ensayo de César Reynel Aguilera 'El sóviet caribeño' (Ende, 2019), donde la historia se remonta a la relación del comandante con el Partido Comunista de Cuba desde mucho antes del triunfo de los guerrilleros de Sierra Maestra (1 de enero de 1959).

Fuese por la necesidad de atenerse a la 'realpolitik' o por la personalidad de los combatientes, el perfil duro del sistema asoma en los 'Diarios de guerra. Raúl Castro y Che Guevara' (La Fábrica, 2006) y en 'Che, la vida por un mundo mejor', del argentino Pacho O’Donnell (Plaza Janés, 2003). En una de las muchas aproximaciones a la psicología del personaje, O’Donnell lo describe así: “Quien no toleraba los guantes blancos de la hipocresía y la venalidad pareció en cambio dar la razón al personaje de Sartre en Las manos sucias: ‘Los guantes rojos son muy elegantes’”. Y añade que “no tuvo inconveniente en convertirse en un ángel exterminador”. La biografía dada a la imprenta por Jon Lee Anderson, 'Che Guevara: una vida revolucionaria' (Anagrama, 1997), más matizada, no desdeña el mito, pero tampoco el carácter férreo del personaje y del régimen que contribuyó a fundar.

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En cambio, otro argentino, el profesor Néstor Kohan, resalta en 'En la selva' (Yulca, 2013) la sustitución del “dogmatismo intransigente de la época de Stalin” por un “pragmatismo inconsistente”, criticada por el Che. A lo que este añadió: “Y, lo que es trágico, esto no se refiere solo a un campo determinado de la ciencia, sucede en todos los aspectos de la vida de los pueblos socialistas”. Una opinión cuyo trasfondo es la oposición del Che a que la política cubana se adaptara a los designios de la URSS; una forma de reclamar, acaso, la autonomía de la revolución.

El gran escritor Alejo Carpentier dejó escrito en su bello ensayo 'La ciudad de las columnas' (Espasa, reedición de 2006), dedicado a su La Habana natal: “La ciudad de lo inacabado, de lo cojo, de lo asimétrico, de lo abandonado”. Leído al ritmo de la calle exaltada, diríase que se trata de una metáfora poética de la decadencia cubana de hoy.

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