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¿Debe preocuparnos la inflación?

La inflación encadena en España meses de subida y escala a niveles desconocidos desde hace cuatro años. Pero no es solo un fenómeno de España, está ocurriendo en todos los países desarrollados. La duda es si se trata de un repunte transitorio por la recuperación de la actividad económica u obedece a razones de fondo, lo que sería más peligroso. Pedro Aznar, profesor de Esade, y Ramón Alfonso, profesor de la Universitat Abat Oliba CEU, aportan su grano de arena al debate.

Cómo los supermercados hacen para que consumamos más

Cómo los supermercados hacen para que consumamos más / REUTERS/Stefan Wermuth (X90073)

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Pedro Aznar y Ramón Alfonso

El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 0,5% en junio en relación al mes anterior y situó su tasa interanual en el 2,7%, la tasa más elevada desde febrero de 2017. A la evolución mensual contribuyó el encarecimiento de la luz y del gasóleo para calefacción, de las gasolinas para el transporte personal y de los servicios de alojamiento y la restauración. Por contra, bajaron los precios en vestido y calzado por las rebajas de verano.

¿Un riesgo para la economía o una señal de recuperación?

Pedro Aznar. Profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade (URL)

En un momento de relativo optimismo, en el que el éxito de la vacunación, la fuerte caída de hospitalizaciones y la deseada reducción de fallecimientos causados por el virus, solo se ve amenazada por la expansión de la variante Delta, en la sección de Economía de los principales diarios es frecuente leer noticias relativas al riesgo de inflación, ¿es el repunte de la inflación un riesgo para la economía o bien un síntoma de la recuperación?

El último dato publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejaba para mayo de 2021 una tasa de inflación anual del 2,7% que contrasta con el objetivo de estabilidad de precios del Banco Central Europeo del 2% y con lo vivido en la pandemia, en la que ha sido habitual observar tasas de inflación negativas, por lo que esta evolución puede parecer preocupante; a ello, se une el impacto en el gasto de las familias de la reciente escalada en el precio de la electricidad. El incremento en la tasa de inflación obedece a razones de demanda y de oferta. La recuperación de la economía es una realidad en la zona euro, en la que se esperan para 2021 y 2022 tasas de crecimiento económico por encima del 4,5%. Cuando la demanda crece es habitual que también lo hagan los precios. Respecto a la oferta, la pandemia ha generado escasez en algunos mercados, como en la industria química, pero de forma notable en la industria de los semiconductores, que se enfrenta de forma temporal a un desajuste entre una fuerte demanda y una oferta insuficiente, lo que encarece los precios de muchos productos, automóviles, ordenadores o electrodomésticos.

El precio del petróleo ha pasado en un año de 42 a casi 76 dólares el barril

Es especialmente significativo el impacto en la inflación del precio del petróleo que, vía costes de transporte, repercute en prácticamente todos los precios. La pandemia del covid-19 llevó al petróleo a precios históricamente bajos, pero de julio de 2020 a julio 2021 el precio del petróleo se ha incrementado de aproximadamente 42 dólares a cerca de 76 dólares barril.


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¿Es este aumento de inflación solo temporal? Los economistas más optimistas utilizan como argumento la evolución de la inflación subyacente, aquella que no considera alimentos no elaborados ni energía, y que muestra una menor volatilidad y permite ver la tendencia de los precios. En el caso de la economía española entre enero y julio siempre ha estado por debajo del 0,6%. Si no hay repunte de la inflación subyacente el riesgo para la inflación es menor y se puede considerar un fenómeno temporal. Algunos economistas consideran que, en un contexto de fuerte recuperación y con elevada inflación, se pueden producir efectos de segunda ronda, en los que los sueldos suben para hacer frente al aumento de precios, llevando a una subida adicional de costes que aumenta la inflación subyacente y la convierte en un fenómeno ya no solo temporal, situación que si invitaría a una intervención por parte del Banco Central Europeo. Aunque en España, con una economía tan dependiente del turismo y una tasa de desempleo que supera el 15% esos incrementos de salarios nos parecen lejanos, lo cierto es que en la Unión Europea varios países muestran mercados laborales muy dinámicos en los que, con tasas de desempleo bajas, es razonable esperar que más inflación se traslade en subidas salariales. Con datos de mayo 2021, Alemania, Holanda, la República Checa, Malta, Polonia o Hungría muestran tasas de desempleo inferiores al 4%. 

Si la inflación sigue subiendo, el BCE podría iniciar el próximo año una cierta subida de tipos de interés

En el corto plazo, concretamente de aquí a final de año, es descartable que el Banco Central Europeo (BCE) aumente los tipos de interés, pero en 2022 si la inflación sigue aumentando, el Banco Central podría iniciar, de forma tímida pero segura, una cierta subida de tipos de interés. El aumento de los tipos de interés sería una buena noticia para los ahorradores tras más de una década de tipos de interés en mínimos, e implicaría una cierta normalización de las condiciones de política monetaria. 

Una consideración final, aunque la estabilidad de precios es un objetivo del Banco Central, la inflación tiene un efecto muy desigual en función del nivel de renta de las familias, y es en la protección de los más desfavorecidos donde el Gobierno puede jugar un papel fundamental en la aplicación de políticas de apoyo a los colectivos con rentas más bajas y que más sufren los efectos negativos de la inflación, sin olvidar, en la adopción de estas medidas, el análisis de eficiencia de las mismas.  

Impacto en el bolsillo del ciudadano

Ramón Alfonso. Profesor del Departamento de Empresa y Economía de la Universitat Abat Oliba CEU

La inflación se define como un alza generalizada y continua de los precios de bienes y servicios. Se considera que una tasa de inflación entre 1,5% y 2,5% anual es la adecuada para una economía saludable y en crecimiento. El proceso de inflación puede generarse a partir de la inflación de oferta o de costes, provocados por un incremento de salarios o por un aumento en el precio de las materias primas (por ejemplo, petróleo o cobre). El proceso de inflación puede generarse también a partir de la inflación de demanda, provocado por un exceso de crecimiento de consumo o de inversión (por ejemplo, la inflación que se generó durante 2004 a 2008 fruto de la burbuja inmobiliaria). 

Una elevada inflación empobrece a asalariados y pensionistas al producirse una pérdida de poder adquisitivo

Una inflación creciente y elevada tiene efectos negativos sobre la economía. La inflación no es nunca totalmente predecible, implica incertidumbre y por lo tanto desincentiva la inversión y el ahorro. Por otro lado, una elevada inflación empobrece a aquellas personas con ingresos fijos, como asalariados y pensionistas, al producirse una pérdida de poder adquisitivo. Otro efecto lo veríamos en mayores costes de adquisición de productos y servicios, o la falta de rentabilidad en los depósitos bancarios o productos financieros que paguen un tipo de interés fijo. Una ventaja de un entorno con inflación elevada sería para aquellas personas que tengan créditos con tipos de interés fijos. 


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En los últimos meses observamos un aumento de las tasas de inflación en la gran mayoría de economías mundiales. Por ejemplo, en la zona euro, la tasa del IPC aumentó del -0,3% en diciembre de 2020 hasta el 1,90% en junio de 2021. Este intenso incremento podemos considerarlo coyuntural, basado en lo que se denomina efecto base de cálculo. Recordemos que, durante el periodo de confinamiento, el precio del petróleo Brent cayó hasta 22 dólares por barril. Desde entonces, en la medida en que se recuperan progresivamente los niveles de actividad, el petróleo vuelve a cotizar a 75 dólares. Esto justifica una gran parte de la subida de los indicadores de inflación en el primer semestre de 2021. Podemos pensar en un efecto coyuntural y que los indicadores de inflación tenderán a moderarse en los próximos meses. El resto de los componentes de la cesta de cálculo de la inflación se mantienen dentro de unos límites moderados. 

A corto plazo observamos ese repunte de la inflación, pero se mantienen los factores estructurales que contribuyen a mantenerla baja, como la sobrecapacidad productiva, la globalización de la economía, el uso creciente de robótica y ordenadores, las telecomunicaciones baratas y una gran reserva de mano de obra barata en las economías emergentes. Posiblemente, en el transcurso de los próximos meses vivamos un proceso de moderación de la inflación.