Entender + las relaciones laborales

¿El teletrabajo ha venido para quedarse?

El teletrabajo ha aumentado en España hasta el 11,2% de la población ocupada durante el primer trimestre de 2021 como consecuencia de las medidas de restricción de la movilidad debidas a la pandemia. No obstante, existen grandes diferencias en la adopción del teletrabajo entre grupos sociales, sectores productivos y zonas geográficas. ¿Qué pasará tras la pandemia? Aline Masuda, de EADA Business School; Conxita Folguera, de ESAE; y Javier García Mateo, de EY, tienen las claves.

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teletrabajo / El Periódico

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Aline Masuda, Conxita Folguera Bellmunt y Javier García Mateo

La ley que regula el trabajo a distancia, aprobada por el Gobierno el pasado 22 de septiembre con el respaldo de los agentes sociales, entró en vigor el 13 de octubre del año pasado. De acuerdo con esta ley, el trabajo a distancia se considerará de carácter regular si alcanza al menos el 30% de la jornada o el porcentaje proporcional equivalente en función de la duración del contrato de trabajo, en un periodo de referencia de tres meses. En términos generales, según la ley, el trabajo a distancia será voluntario y reversible y requerirá la firma de un acuerdo por escrito, que podrá formar parte del contrato inicial o realizarse en un momento posterior, sin que esta modalidad pueda ser impuesta. 

Unos 2,86 millones de españoles teletrabajan desde su domicilio en estos momentos, 1,2 millones más que hace un año, cuando llegó la pandemia, según datos de Adecco Group Institute. Esta cifra es récord en España y supone un incremento de un 74,2% con respecto a los registros prepandemia, pero sigue por debajo de la media europea. Los países con mayores tasas de teletrabajo son Suecia (40,9%), Holanda (40,1%) y Luxemburgo (34,5%). En España, Madrid y Catalunya concentran la mitad de las personas que trabajan desde casa.

¿Funcionan las relaciones humanas?

Aline Masuda. Investigadora y profesora de EADA Business School

El teletrabajo parece estar funcionando mejor que al principio de la pandemia pero las relaciones sociales dentro de las empresas se deterioran. Esta es una de las principales conclusiones del informe 'Teletrabajo, un año después de la pandemia', que EADA Business School está realizando de la mano de los investigadores Edgar Quero y Luciano Strucchi.

El análisis sugiere una mejora considerable en algunos aspectos. Las personas controlan algo mejor sus horarios, la incipiente recuperación ha dado mayor optimismo respecto al inicio de la pandemia y los encuestados afirman ser más productivos que hace un año, cuando de golpe cambiaron sus condiciones de trabajo. En este sentido, los resultados se alinean con otras investigaciones internacionales que indican que el teletrabajo, si es opcional e híbrido funciona, y es mejor que el forzoso, experimentado durante el confinamiento. 

La soledad y el aislamiento son elementos que no podemos separar del teletrabajo

A pesar de la adecuación progresiva al teletrabajo, los profesionales sufren con la carencia de relaciones humanas de alta calidad dentro de las organizaciones. Es abrumador el porcentaje de empleados que sienten que sus relaciones con sus colegas se han debilitado, mientras que al inicio de la pandemia apenas un 16% subrayaba esta cuestión, ahora lo hace cerca de la mitad. Sin duda, la soledad y el aislamiento son elementos que no podemos separar del teletrabajo. El estudio sugiere también que la mayoría de los profesionales están quemados o lo que se conoce como síntomas de 'burn out'. Es sorprendente observar y confirmar cuán importante es el aspecto emocional y la relación humana en el ámbito profesional, difícil de sustituir por la tecnología. 


/ FERRAN NADEU

Por eso, a largo plazo es importante implementar medidas para gestionar el estrés y mejorar los vínculos sociales en la empresa. El soporte que recibimos de nuestros colegas de trabajo no solo es importante para asegurar la productividad del equipo, sino que nos ayuda a conciliar y gestionar el estrés.  Por eso, adquiere gran importancia el liderazgo en un entorno menos presencial, ya que tendrá el papel de cohesionar su equipo virtualmente, asegurando que sigan produciendo de manera sostenible.  

Algunas empresas son conscientes de este desafío y toman medidas para crear lazos entre los teletrabajadores. Apuestan por crear espacios y favorecer reuniones con el propósito de mejorar las conexiones sociales entre personas. Algunas generan espacios para agradecer entre ellos el apoyo recibido. Otras hacen reuniones semanales de pocos minutos simplemente para dar la oportunidad de conocer alguna persona con mayor profundidad. Estas reuniones fomentan la transparencia y autenticidad y ayudan a crear vínculos fuertes entre personas. 

El teletrabajo no es la panacea pero bien utilizado puede ser una herramienta potente para gestionar objetivos y ser más productivos. No obstante, como cualquier medicamento, antes de tomarlo hay que leer su posología. Necesitamos aprender cómo hacerlo, saber la dosis correcta, la frecuencia y los efectos adversos. También habrá que admitir que no todo el mundo está hecho para teletrabajar. Incluso puede haber alérgicos. Cualquier remedio en exceso puede llevar a letalidad. Y el teletrabajo no es por ello diferente.  

¿Qué hacemos y con quién lo hacemos?

Conxita Folguera Bellmunt. Profesora del Departamento de Dirección de Personas y Organización en Esade (URL)

A veces las preguntas más simples nos ayudan. ¿Qué hacemos cuando trabajamos? ¿Con quién lo hacemos? Responder a estas dos preguntas, cada uno de nosotros, y también los que tienen que tomar decisiones o formular propuestas sobre el teletrabajo, nos puede ayudar.

¿Qué hacemos? Cuando trabajamos, hacemos muchas cosas. Algunas se pueden hacer a distancia. Otras, en cambio, no. Hay trabajos que permiten hacer una parte significativa de las tareas a distancia, y otros no. Pero esta división es dinámica, no es estática. Hemos visto cómo la tecnología nos ha ayudado, y nos está ayudando, a cambiar esta proporción.


/ Manu Mitru

¿Con quién lo hacemos? Para muchas personas, las relaciones que establecen en el trabajo son un elemento fundamental. Otras prefieren trabajar solas. Para aquellas que necesitan esta relación social, el teletrabajo no es atractivo, o preferirían que fuera una opción para una parte de su tiempo de trabajo, no todo.

Hay trabajos en los que el ‘con quién lo hacemos’ incluye el o la destinataria de nuestro trabajo. La persona que sirve un café, la persona que cuida a otra persona, y en muchos casos, como en estos dos, esta relación requiere presencia. En otros, por ejemplo la persona que presta asistencia psicológica a otra, tal vez, y esto tendrá implicaciones, se puede hacer parcialmente a distancia. Pero el trabajo, y su resultado, cambian, hay que tenerlo claro.

Las condiciones del teletrabajo durante la pandemia no serían deseables cara al futuro

De estas reflexiones tan sencillas se derivan consecuencias muy importantes. Me centraré en dos. La primera, el teletrabajo no es posible para todos y para todos los trabajos. Por lo tanto, si se entiende como una herramienta para la conciliación, hay que ir pensando qué se propone para que las personas que no pueden teletrabajar puedan conciliar. Lo tenemos que hacer si a las tantas brechas existentes no queremos añadir la brecha entre los que pueden conciliar y los que no. Segunda, las posibilidades de teletrabajo que las empresas ofrezcan de manera estable, una vez pasada la pandemia, deberían prestar mucha atención a este elemento relacional y, teniendo en cuenta las diferentes preferencias y motivaciones de las personas, dejar un cierto margen de libertad y promover soluciones consensuadas. Los agentes sociales deberían velar para que esta no sea una nueva fuente de desigualdad en el mundo laboral, sino una oportunidad de mejorar las condiciones laborales. Las condiciones de teletrabajo durante la pandemia, como se ha dicho ampliamente, tal vez se pueden entender en una situación de crisis, pero no serían las deseables en un escenario futuro.  

La oficina ha cambiado de verdad

Javier García Mateo. Socio responsable del sector Real Estate para el área de Strategy and Transactions de EY

Llama la atención cómo las grandes compañías tecnológicas referentes de nuestra generación han invertido en los últimos años cantidades millonarias para construir grandes oficinas nodriza. Unas decisiones que obviamente se tomaron antes de la irrupción de la pandemia pero que ahora, a raíz de esta, ha provocado que el modelo de oficinas esté cambiando para siempre. Sí, para siempre. Tras casi un año y medio desde el comienzo de la pandemia hay quienes se resisten a aceptarlo, pero la mayoría de empresas, empleados y compañías patrimonialistas se están dando cuenta del cambio de tendencia.

De esta manera, grandes compañías como Oracle o Tesla han tomado ya la decisión de descentralizar su modelo de implantación de espacios corporativos, dispersando a sus empleados en oficinas más pequeñas y flexibles por las geografías en las que operan. Las grandes corporaciones se están planteando si merece la pena ocupar un rascacielos en Manhattan o deberían tener espacios más pequeños, más diversos, más baratos de arrendar y, por encima de todo, mucho más cercanos a sus empleados y sus clientes, de forma que estos puedan acudir cada día al que más les convenga, según su agenda, haciendo un simple ‘plug & play’


/ Manu Mitru

Hace menos de una década, algunos ejecutivos de EEUU pensaban que, a pesar de la tecnología, el modelo ideal de trabajo era aquel donde el número de personas que tuvieran que ir a la oficina fuera el mayor posible. En la actualidad, las grandes empresas de ese país están diseñando modelos retributivos que incluyen que sus empleados realizarán, al menos, el 20% de su tiempo desde otro sitio que no sea su oficina.

De consolidarse este modelo, en un país como España ya no veríamos a los principales propietarios de oficinas compitiendo por los contratos de arrendamiento de las empresas. La competición estaría entonces entre las grandes tecnológicas por repartirse el pastel de la gestión telemática de las grandes empresas con sus empleados, proveedores y clientes. Estas compañías y no las inmobiliarias clásicas están siendo, y serán, las grandes beneficiadas de una vuelta a la normalidad que, todo sea dicho, ha llegado para quedarse.

La nueva tendencia supone en el medio plazo un universo de oportunidades en el mercado de oficinas de Barcelona

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Desde un punto inmobiliario, estos cambios suponen en el medio plazo un universo de oportunidades en el mercado de oficinas de Barcelona. Llevamos varios años viendo una migración de empresas desde la Diagonal y paseo de Gràcia hacia el distrito 22@Recuperar zonas bien ubicadas con edificios de oficinas obsoletos, no necesariamente grandes, gestionando cambios de usos con criterios sostenibles y dotaciones tecnológicas de primera calidad será algo que seguiremos viendo en ese proceso de descentralizar los antiguos cuarteles generales de las grandes empresas y acercarse mucho más a los empleados y a los clientes. 

Sin duda, ha llegado el momento de asumir que ya no tenemos ni un edificio ni un puesto físico fijo. Me creo la tendencia puesta en marcha por los Tesla y Oracle, la clave es si esta se consolida. Pero lo que sí está claro es que la oficina ha cambiado de verdad.