Monolito polémico

El monumento (que no era) franquista

El director de las obras del obelisco de Tortosa, que la Generalitat pretende retirar este mes, afirma que, en su origen, pretendía homenajear a los muertos de los dos bandos de la decisiva batalla del Ebro

Monolito en homenaje a los muertos de la batalla del Ebro, en Tortosa.

Monolito en homenaje a los muertos de la batalla del Ebro, en Tortosa.

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Albert Cano

"No, para nada. Cuando llevé a cabo el proyecto, la idea que tenía en mente era que se iba a construir un monumento en homenaje a los muertos de la batalla del Ebro, de un bando y del otro". Quien así responde, tras enviar una carta a este periódico, es Víctor Esquerré Gallén, de 87 años, aparejador y vecino de Cerdanyola del Vallès, cuando se le pregunta si el polémico monumento de Tortosa, el gigantesco monolito de hierro que se alza en medio de la capital del Baix Ebre, iba a servir de homenaje a uno de los episodios decisivos de la victoria de Franco en la Guerra Civil.

Esquerré, director de las obras del monolito (impulsado por el régimen franquista en 1964, con motivo de los '25 años de paz' e inaugurado dos años más tarde), explica que en los planos que le hicieron llegar para la construcción no había rastro de simbología franquista y que esta fue añadida cuando los responsables de las obras ya la habían dado por terminada. Esquerré también comenta que cuando habló con el escultor encargado de elaborar la maqueta, Lluís Maria Saumells, por entonces director de la Escuela Taller de Arte de la Diputación de Tarragona, tampoco hubo constancia de que el monumento serviría para homenajear solo a los caídos del bando vencedor de la guerra. Durante su construcción, Esquerré aún recuerda cómo requirió la ayuda de varios pontoneros del Ejército, enviados desde la base militar de Zaragoza, para transportar el material por el cauce del río.

El director de las obras del monolito de Tortosa lamenta que una buena idea, como era la de conmemorar a todos los caídos en el Ebro, haya sido instrumentalizada y rechaza que la obra sea retirada durante este mes, tal como anunció la Generalitat en 2020. En su lugar, pide que se retiren solo los agregados franquistas y que se mantenga el monumento en su ubicación. Para ello, apela a los resultados de la consulta ciudadana convocada por el Ayuntamiento de Tortosa en 2016, en la que sus ciudadanos optaron por la reinterpretación del monumento (es decir, que pasara a recordar a todas las víctimas de la famosa batalla de 1938) y no por el desmantelamiento del mismo.

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La decisión de la Generalitat no tenía vuelta atrás y calculaba que el coste de retirar el monolito sería de unos 200.000 euros y podría tardar unas tres semanas en ejecutarse. Sin embargo, el jueves pasado, la 'consellera' de Justícia, Lourdes Ciuró, anunció que el Govern había recibido una resolución judicial que ordenaba paralizar la retirada del monumento, mientras se resuelve una medida cautelar al respecto. Puesto en contacto con este diario, Esquerré expresó su satisfacción al saber la noticia e insistió en que "eliminen los símbolos franquistas y pongan republicanos, si quieren, pero que no retiren una obra de arte que realza a la ciudad".

Una pieza artística que Esquerré compara con el caso del monumento de la República, del escultor Josep Viladomat, inaugurado por el president Companys en 1936 y ordenado retirar por las autoridades franquistas tras el fin de la guerra. No entiende que los que ahora piden el desmantelamiento del monolito de Tortosa sean los mismos que pedían que no se desmontara el obelisco de la República. Un monumento para cuya estatua, recuerda Esquerré, sirvió de modelo su madre, Mercè Gallén y a la que los artistas exiliados republicanos denominaban con un seudónimo, Lola, para que no fuera localizada por la policía política franquista. Pero, como decía aquel, esa es otra historia.