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Salomé, una bíblica ‘femme fatale’

Este 24 de junio es Sant Joan. La historia de la vida del santo va ligada a un personaje femenino que ha marcado el arte occidental desde la Edad Media hasta el cine. Esta es la historia de cómo los hombres han mirado a Salomé.

’Salomé con la cabeza de Juan Bautista’, de Caravaggio

’Salomé con la cabeza de Juan Bautista’, de Caravaggio

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Este jueves se celebra el nacimiento de san Juan conocido como el Bautista porque fue el introductor de esta práctica para simbolizar la purificación de los pecadores arrepentidos. Según los evangelios él habría bautizado a Jesús. El final de Juan fue trágico y ha dado lugar a uno de los personajes femeninos más utilizados por los artistas de todos los tiempos. En los textos de san Marcos y san Mateo se dice que habría sido degollado por orden de Herodes instigado por Salomé, hija de Herodías.

Herodías, viuda del hermano de Herodes, pretendía casarse con su cuñado pero Juan le recriminó sus intenciones, acusándola de incestuosa. Ella, ofendida, conspiró con su hija para acabar con la vida del Bautista. Para ello Salomé bailó delante de su tío (y futuro padrastro) y este, complacido por lo que acababa de ver, le pidió que deseaba para agradecerle la actuación. "La cabeza del Bautista en una bandeja de plata". Y así fue.

La representación de aquel episodio y su lectura ha ido evolucionado al mismo ritmo que la concepción que ha tenido el hombre respecto a la mujer durante los últimos mil años. Los artistas medievales comenzaron representando el momento del baile pero a partir del siglo XVI los pintores muestran el crimen ya consumado, con Salomé contemplando la cabeza de san Juan. A veces reproducen la escena con violencia y otros, como hace Caravaggio, con una serenidad inquietante.

Después, el interés en Salomé decayó hasta que resurgió en el siglo XIX. Francia y el Reino Unido habían comenzado su expansión colonialista por Oriente Próximo y Asia, y la sociedad europea estaba fascinada por todo lo que llegaba de aquellas tierras lejanas.

Si en los siglos anteriores Salomé había protagonizado telas, a partir de ese momento fue el turno de la literatura. Gustave Flaubert, después de haber visitado Egipto y Jerusalén, recurrió a los temas bíblicos para inspirarse y publicó textos como ‘La tentación de san Antonio’ o ‘Herodías’. En este relato, publicado en 1877, para describir la danza de Salomé se inspiró en las bailarinas que había visto a sus viajes. La narración de la escena está cargada de sensualidad y erotismo. Como también la de Stéphane Mallarmé al poema inacabado también titulado ‘Herodías’. Mientras lo escribía lo compartió con Oscar Wilde. El inglés quedó tan profundamente impresionado con la historia que hizo su propia versión en forma de obra teatro en 1891.

Wilde hizo su propia interpretación con una Salomé enamorada de Juan y que, al no ser correspondida, lo hacía asesinar por despecho. El clímax de la obra era la escena del baile que por primera vez se convertiría en la "danza de los siete velos". El escritor se inspiraba en el mito babilónico de Ishtar, que había tenido que bailar en las siete puertas del inframundo para llegar al infierno y, en cada parada, se había despojado de parte de su ropa. La primera Salomé de Wilde fue Sara Bernhardt, que acababa desnuda sobre el escenario. La obra causó polémica y fue cancelada. No se volvió a representar hasta el 1896 en París. Después, Richard Strauss hizo una versión operística en 1906 que también levantó mucha polvareda.

A partir de ese momento todas las versiones de Salomé creadas por los artistas recibieron la influencia de Wilde. Esto se puede apreciar, por ejemplo, en pintores como Moreau o Klimt, que la representan cargada de lujuria y sensualidad. Esta mirada masculina será la base de un fenómeno clave en la cultura de masas: la mujer fatal. Es una identidad femenina construida desde la perspectiva del hombre.

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Esto aún se reforzó todavía más con la eclosión de los cabarets. La danza de los siete velos fue un número recurrente por un tipo de bailarina de toques exóticos que estaba muy de moda, como la famosa Mata Hari.

Con la llegada del cine, el número saltó a la gran pantalla. En 1923 se estrenó una adaptación de Wilde protagonizada por Alla Nazimova que también era la productora del filme. Le costó la carrera. En realidad era una excusa. Aquel Hollywood dominado por hombres no le toleraba que viviera su homosexualidad con libertad. Las mujeres podían ser 'femmes fatales' pero no podían tomar sus propias decisiones.

Salomanía

Cuando se estrenó la ópera de Strauss en Nueva York en 1907, Salomé conquistó la ciudad. Las chicas que querían estar a la moda se morían de ganas de aprender a bailar la danza de los siete velos. Por eso incluso se llegó a abrir una escuela donde durante las mañanas se hacían cursos de dos horas por la que pasaban unas 150 alumnas cada mes. Fue una verdadera salomanía.

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