Entender + de relaciones y sexualidad

¡Las mujeres no estamos mal hechas!

Muchas mujeres heterosexuales no se sienten a gusto con su cuerpo al mantener relaciones porque no tienen orgasmos con la penetración. Eso es debido la sexualidad coitocentrista que nos han enseñado, que prioriza el placer del hombre. Hay que mejorar la comunicación en pareja y ampliar el terreno del juego sexual.  

Mujer durmiendo la siesta.

Mujer durmiendo la siesta.

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Elena Crespi Asensio
Elena Crespi Asensio

Psicóloga especializada en sexualidad.

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Hace unos días llegó a mis manos un estudio que hicieron las compañeras de Platanomelón. En este estudio, los datos nos dicen que la sexualidad que hemos aprendido, la que la sociedad cisheteropatriarcal nos ha enseñado, no nos lleva a disfrutar plenamente de todo lo que esta esfera de nuestra vida nos puede dar.

Fijaos: un 61,3% de las mujeres que han participado en este estudio han pensado, alguna vez, que están mal hechas. ¡Mal hechas! Me parece horrible que alguien pueda pensar que está mal hecha. Y esto tiene que ver con muchas malas influencias que hay dentro de la sexualidad que hemos aprendido:

  • Una sexualidad que no nos muestra la diversidad corporal y funcional.

  • Que nos quiere con un tipo de sexualidad estática y donde todo el mundo funciona igual.

  • Y donde el auténtico protagonista de la fiesta es el pene, al que, además, se le atribuyen propiedades mágicas que no existen.

Que una mujer piense que está mal hecha quiere decir que no confía en su cuerpo, que no tiene un buen nivel de autoestima, que se piensa que no está a la altura de una sexualidad que la excluye, de una sexualidad machista. Y no hace falta que estemos a la altura de una sexualidad machista. 

Muchas de las mujeres (cisgénero) piensan que están mal hechas porque durante la penetración no tienen orgasmos y, según este estudio, casi el 40% de las mujeres han sentido vergüenza cuando han querido estimularse la vulva durante las relaciones sexuales con penetración. ¿Vergüenza? ¿Por qué alguien tendría que sentir vergüenza por hacer algo que le puede proporcionar más placer y que puede hacer que la experiencia sexual compartida sea mucho mejor?

Pues porque la otra persona, generalmente un hombre cishetero, puede pensar que está haciendo algo mal. Y parece que, dentro de esta masculinidad hegemónica, la idea de que un hombre no haga bien algo vinculado con la sexualidad no está permitida

Y, además, también se siente vergüenza porque a las mujeres se nos ha educado como sujetos pasivos del sexo, como objetos de deseo que servimos para complacer los deseos del otro. Y si nos estimulamos para reclamar nuestro propio deseo corremos el riesgo de pensar que el otro nos puede tildar de “guarras”. Sí, esto todavía es vigente. Parece que estemos hablando de algo que pasaba hace años pero todavía hay quien piensa esto. Y, sobre todo, puede ser un pensamiento propio: “¿Qué pensará si me toco mientras mantenemos relaciones? ¿Pensará que soy una “guarra”? ¿Que me gusta demasiado el sexo?”.

Pues no, alguien que procura por su propio placer cuando está compartiendo su sexualidad con alguien es, sencillamente, alguien que está dirigiendo su placer.

Y los datos de este estudio no son datos extraídos de un grupo de personas de edad avanzada, no. De las 2.411 personas que han participado en la encuesta, la mayoría son mujeres que tienen entre 18 y 34 años. Por lo tanto, muchas de las mujeres que están en este intervalo de edad sienten estas cosas. Y esto no puede ser así, esto no ha de ser así. 

¿Sabes, sobre todo, cuando una mujer heterosexual se siente mal hecha? Cuando tiene relaciones sexuales coitales con su pareja. Desde hace muchos años tenemos datos que nos dicen que solo un 30% de las mujeres llegan al orgasmo durante el coito. Y no sabemos cuántas dentro de este 30% están recibiendo estimulación directa o indirectamente en el clítoris (por la posición sexual, por ejemplo). Lo que está claro es que, con la estimulación del clítoris de manera consciente, un 80% de las mujeres sienten un gran placer o llegan al orgasmo (según el estudio de Platanomelón). Y cuando decimos esto, no estamos hablando de la penetración, sino que hablamos de tantos otros juegos que la sexualidad compartida nos permite. 

Fijémonos que aquello que hemos mal llamado “preliminares”, para muchas personas, es el momento en el que pueden sentir más excitación y más placer sexual. Por lo tanto, ¿y si hacemos que el coito sea un juego más (y no el juego central) y que los preliminares dejen de denominarse así y los podamos incluir dentro de la categoría “juego sexual”?

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Y si no nos apetece ampliar el terreno del juego sexual quizás nos hemos de plantear los motivos por los cuales no hacerlo. ¿Por qué reducirlo todo a una práctica que no proporciona placer de manera igualitaria? ¿Por qué no ampliar el abanico de posibilidades para disfrutar del sexo de manera mucho más amplia? 

Una de las herramientas clave para cambiar todo este sistema coitocentrista que prioriza el placer del hombre cisheterosexual es la comunicación. Compartir el conocimiento que cada cual tiene de sí mismo/a y explicarlo con quien se compartan las relaciones sexuales. Así, si nos explicamos de verdad cómo funcionamos, el placer sexual se puede multiplicar ¡y esto es fantástico! ¿Ampliamos el abanico de posibilidades?