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Un rey, un Papa, un rinoceronte y Durero

El escritor Jesús Marchamalo y el ilustrador Antonio Santos han condensado en ‘El rinoceronte del rey’ la historia real de ‘Ganda’, el ejemplar de una tonelada y media que un sultán indio regaló al rey Manuel I de Portugal en 1515 y que sirvió de modelo para el grabado del artista alemán que durante siglos fue la imagen icónica del rinoceronte en Europa

’Rinoceronte’, el famoso grabado de Durero.

’Rinoceronte’, el famoso grabado de Durero.

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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No, no es extraño que una historia protagonizada por un rinoceronte, y no cualquier rinoceronte: ‘Ganda’, el primero que se veía en Europa en 15 siglos. No es extraño que una historia protagonizada por un rinoceronte y un artista, y no cualquier artista: Alberto Durero, el hombre más famoso del Renacimiento alemán. No es extraño que una historia protagonizada por el rinoceronte ‘Ganda’, Alberto Durero y un Papa, y no cualquier Papa: León X, el hombre marcado por el sino de haberse enfrentado a Lutero. No es extraño que una historia protagonizada por el rinoceronte ‘Ganda’, Alberto Durero y León X, y además, no cualquier historia: una historia escrita por un Dios inspirado y con sentido del humor. No es extraño que una historia escrita por un Dios inspirado y donoso y protagonizada por el rinoceronte 'Ganda', Alberto Durero y León X, no, no es extraño: que Jesús Marchamalo y Antonio Santos hayan, por decirlo así, caído a sus pies.

“Le conté la historia a Antonio durante una feria del libro y se quedó fascinado. ‘Escríbela y hacemos un libro’, me dijo”. Marchamalo y Santos forman una sociedad literaria que ha dado fruto en una serie de retratos de escritores universales que vienen publicando a razón de uno al año, de Kafka a Pessoa, de Virginia Woolf a Karen Blixen. El primero aporta la escritura, el segundo las ilustraciones. La pandemia interrumpió esa dinámica, pero del paréntesis ha salido ‘El rinoceronte del rey’ (Nórdica), que cuenta la rocambolesca peripecia europea del rinoceronte ‘Ganda’ en el siglo XVI, “una historia tan absolutamente seductora, tan bonita, tan sorprendente, tan llena de casualidades, tan insólita, que parece una historia de ficción”, dice Marchamalo. “Es una historia que bordea el realismo mágico. De hecho nos pareció importante recalcar que es una historia real”.

Una imagen icónica

‘Rinoceronte’, el grabado de Durero que representa al mamífero placentario, perisodáctilo y ceratomorfo, fue durante siglos la imagen icónica del rinoceronte, es decir que lo fue para generaciones y generaciones de europeos –y no solo europeos–. La gente, cuando pensaba en un rinoceronte, pensaba en el rinoceronte de Durero. Seguramente habla de la destreza del artista, pero también de lo difícil que era para la mayoría de la gente ver a un rinoceronte de verdad. El rinoceronte de Durero o imágenes derivadas de este aparecieron en tratados naturalistas y enciclopedias hasta casi finalizado el siglo XVIII, y, como cuentan Marchamalo y Santos, “todavía en las primeras décadas del siglo XX, en los libros de texto alemanes de Ciencias Naturales, el grabado de Durero ilustraba la imagen del rinoceronte indio”. “Nunca ha habido un rinoceronte tan famoso en el mundo del arte”, dice Marchamalo. Y nunca la imagen de un animal moldeó tanto el imaginario colectivo. Durero, en cierto modo, dio carta de naturaleza al coloso.

Lo notable del asunto es que Durero dibujó su rinoceronte de oídas y basándose en un boceto que llegó a sus manos, y lo dibujó mal, o por lo menos, no todo lo bien que alguien dibujaría algo si supiera que iba a ser tomado como paradigma; algo canónico. Pero Durero era un artista. Solo faltaría. “Es fascinante que durante años la imagen del rinoceronte fuera la imagen de Durero, que nunca lo había visto y que había incurrido en varias imprecisiones anatómicas obvias”, dice Marchamalo. En el libro las enumera. Mire usted el ‘Rinoceronte’ de Durero y coteje. “…el gorjal en la garganta nunca existió, tampoco el segundo cuerno en lo alto del lomo, ni las escamas de las patas. Lo mismo que ocurre con las protuberancias, manchas y escarificaciones de la piel, meras invenciones artísticas, así como el dibujo de ala de murciélago que se aprecia en el lomo y que tampoco se corresponde con la realidad”.

Una Europa pequeña

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‘Ganda’, el rinoceronte más famoso de la historia del arte, fue el regalo que el sultán Ahmedabad Muzzafar Shah consideró adecuado para honrar al rey de esta historia: Manuel I de Portugal, Manuel ‘El Afortunado’ o ‘El Venturoso’ (que tampoco es cualquier rey, pues como recuerda Marchamalo, fue el monarca de las expediciones, el soberano cuyo apoyo fue capital para el descubrimiento de la ruta Atlántica hacia las Indias y el descubrimiento de Brasil). ‘Ganda’ y sus 1.500 kilos de peso llegaron a Lisboa el 20 de mayo de 1515 a bordo del ‘Nossa Senhora de Ajuda’, y dado que era el primer rinoceronte que se veía en Europa desde la época de los romanos, la expectativa fue extraordinaria, materializada en la “enorme multitud, vocinglera y dispuesta a la sorpresa”, que aguardaba al animal en el puerto de la capital portuguesa.

“Es fascinante esa Europa del siglo XVI, la Europa de las grandes expediciones, de los descubrimientos, pero una Europa recelosa, pequeña, donde no habían visto un rinoceronte en 15 siglos, donde llegaban espías de otras cortes porque en todas partes querían saber más cosas del rinoceronte. Me fascinó esa ingenuidad”. Lo demás, al libro. El elefante loco, al libro. La rinoceronte ‘Clara’, al libro. La muerte de novela de ‘Ganda’, al libro. Aquí se acaba esto.