Dia del orgullo friki

"Los frikis se han adueñado del mundo"

  • Cada 25 de mayo se celebra el día del orgullo friki. Un buen pretexto para echar un vistazo a ese universo lúdico que homenajea cada año a Douglas Adams, autor de la 'Guía del autoestopista galáctico' y responsable de convertir en símbolo del frikismo algo tan anodino como una toalla. 

Imagen promocional de la serie ’The big bang theory’.

Imagen promocional de la serie ’The big bang theory’.

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Eva Cantón
Eva Cantón

Periodista

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Puede que El Señor de los Anillos, Harry Potter, Juego de Tronos o The Big Bang Theory tengan algo que ver en que la imagen de los frikis no sea ya (o lo sea menos) la de esos bichos raros que devoran cómics, lo saben todo sobre Dragones y Mazmorras o Star Wars y juegan a cosas que no entienden más que ellos. 

¿O se usa todavía la palabra con cierto retintín peyorativo a pesar de que las plataformas han generalizado la pasión por las series de todo pelaje? Aprovechando que, desde 2006 cada 25 de mayo se celebra el día del orgullo friki, podemos echar un vistazo a ese universo lúdico que homenajea cada año a Douglas Adams, autor de la 'Guía del Autoestopista Galáctico' y responsable de convertir en símbolo del frikismo algo tan anodino como una toalla. 

Como los hippies en su momento, los frikis son, en opinión de Cristina Martínez, socióloga y autora de ‘Dentro del Laberinto Friki’ (Apache Libros, 2018) una subcultura. “Un conjunto de personas que no se organizan en torno a una ideología, religión, moda o estilo musical concreto, sino en torno a sus aficiones culturales y de ocio”. ¿Y eso se ha normalizado? 

“Dentro de ese mundo, sí. Hay un orgullo. Soy friki, ¿qué pasa?”, responde el profesor de género fantástico en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès Ricard Ruíz Garzón, que ve un cambio generacional porque los jóvenes han despojado el término -procedente del inglés ‘freak’, traducible como bicho raro o fanático- de sus connotaciones negativas. Esos mismos jóvenes han entrado de lleno en los códigos de la narrativa fantástica, especialmente marginada en España por la primacía del género realista, prosigue Ruíz Garzón. 

Para apuntalar la idea de que soplan otros vientos, Alejo Cuervo, editor de Gigamesh y propietario de la librería barcelonesa del mismo nombre, pone un ejemplo. “¿Quién hablaba en la prensa de Ursula K. Le Guin [referente de la literatura fantástica y no fantástica] hace 20 años? Nadie. Solo las revistas frikis. Y ahora se ha convertido en la santa patrona de todo el mundo”. ¿Eso qué indica? Según Cuervo, que hay otra perspectiva cultural y se ha puesto en duda el canon. “Ahora hay multiplicidad de cánones, puntos de vista y representaciones culturales”, resume.

Barcelona, meca del universo friki

El dibujo de esta subcultura estaría incompleto sin una ojeada al llamado ‘triángulo friki ‘de Barcelona, donde se concentran tiendas de comics, juegos, gadgets y librerías de literatura fantástica, o las antiguas galerías Maldà, ahora monográficamente dedicadas a los productos para fans del mundillo. 

Cuervo explica que Barcelona “siempre ha sido una gran tienda y la capital editorial española por excelencia”. Y apunta otro motivo al recordar que una novela de ciencia ficción de Manuel de Pedrolo, ‘Mecanoscrit del segon origen', fuera lectura obligada en los institutos.

El barcelonés que más se divierte persiguiendo frikis en Fanhunter, Cels Piñol, sospecha, por su parte, que se han alineado los astros para que el mundo editorial esté concentrado en la capital catalana y que una gran cantidad de autores se hayan formado desde los años 60 con la escuela de Bruguera, creando en la ciudad un ambiente muy creativo. “Estamos todos en la misma parrilla”, señala. Piñol, que empezó a dibujar cómics en 1989, asegura con una risotada que ahora "los frikis se han adueñado del mundo”. “Las conversaciones de ascensor van sobre WandaVisión”, bromea, adelantando que celebrará el día del orgullo friki “dibujando frikadas”.

Industria

Fue una idea del bloguero español Germán Martínez, conocido en Internet como señor Buebo, convocar cada 25 de mayo el día del orgullo friki, una 'tribu’ que, según recuerda el editor de Apache Libros, José Luís del Río, tiene una gran repercusión en la economía y en las nuevas formas de consumo, como la venta 'on line' o el 'crowdfunding'. 

Es cierto que el número de aficionados ha aumentado. El siglo XXI ha convertido  a J.K. Rolling, George R.R. Martin o las películas de 'El Señor de los Anillos' de Peter Jackson en fenómenos culturales, y los vídeojuegos y series en industrias punteras.

Ahora hace falta un reconocimiento oficial, aún incipiente, de las iniciativas culturales vinculadas a la ficción, apostilla por su parte Ruíz Garzón, que augura un ‘boom’ del género fantástico impulsado por la pandemia, el cambio climático, las nuevas tecnologías, las redes sociales, la inteligencia artificial, los robots o la idea de distopía permanente. 

Pese a todo, Cristina Martínez es pesimista respecto a la imagen del colectivo friki en el futuro, porque cree que sigue habiendo mucho estereotipo y que predomina el negativo. “El más común y más nocivo es el de pensar que es un pringao, una persona inadaptada que no encaja bien, sobre todo en los institutos”. 

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Lamenta que, en el ámbito educativo, sean aun “carne de bullyng” por sus gustos. “Cuando hablo con el colectivo, el 90% dicen que han sufrido discriminación. A veces simplemente porque les apetece más leer en el recreo que escaparse a fumar un porro”. A su juicio, la cultura friki “está volviendo a las sombras” tras una época de moda.

Alejo Cuervo, en cambio, percibe otra cosa: “El frikismo no ha hecho más que empezar. A partir de ahora va a ser una eclosión”.

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