Salud animal

Alimentos tóxicos para perros: los 7 más peligrosos para tu mascota

Algunas mascotas no pueden comer lo mismo que los humanos: si toman ciertos productos en grandes cantidades o de forma habitual, pueden causarles problemas

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Un perro lame un helado

Un perro lame un helado / Christian Bowen

Vega S. Sánchez

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Los perros no pueden comer todo lo que ingerimos los humanos y, de hecho, hay alimentos que no les sientan demasiado bien, como la leche -cuando dejan de ser cachorros, la mayoría de canes se vuelven intolerantes a la lactosa- y sus derivados o los alimentos grasos.

No quiere decir que un poco de queso o embutido vaya a matarles, pero son alimentos salados y condimentados, dos de los elementos que más afectan a la digestión de los perros.

Tampoco es nada recomendable darles azúcar o cualquier tipo de edulcorantes, como el jarabe de glucosa o el xilitol, o huesos o raspas de pescado que se puedan astillar y con los que se puedan atragantar.

Chocolate y café

Es por ello por lo que hay que tener en cuenta que hay alimentos que comemos los humanos que contienen sustancias que para los canes son más dañinas, como la teobromina del chocolate –el principio activo del cacao- o la cafeína del café. Y, por supuesto, el etanol del alcohol.

No obstante, tal y como apunta Gaspar García, doctor veterinario en Mundo Animal, "son alimentos que en ningún caso les van a provocar la muerte", puesto que tendrían que ingerirlos en grandes cantidades para que les resultara tan perjudicial y antes "tienen vómitos y gastroenteritis por indigestión", indica. "Por poner un ejemplo", asegura el veterinario, “un perro tendría que comerse dos o tres tabletas enteras de chocolate para intoxicarse, y es obvio que se empacha antes", puntualiza el doctor García.

"Más grasas"

"Lo ideal es que los animales coman su pienso y nada más. Incluso las chucherías para perros que a veces les damos hay que dárselas con cierto cuidado, porque tienen más grasas", informa.

Hay que ser firme y no ceder a la tentación de dar de comer a un perro estos alimentos, aunque lo demanden y miren con ojos de súplica, puesto que son productos que le sientan mal a su organismo.

Chocolate

La teobromina del cacao es inocua para los humanos pero muy nociva para otros animales, como los perros. Es un alcaloide ya presente en la propia semilla de cacao, de donde se obtiene el chocolate, por lo que no hay ningún tipo de chocolate que no tenga de esta toxina. Aunque varía según el tipo: el chocolate blanco, por ejemplo, contiene 0,9 mg cada 100 gramos, mientras que el chocolate con leche tiene entre 150-220 mg cada 100 gramos y el negro tiene entre 450-1.600 mg por 100 gramos. Esto implica que una tableta de chocolate negro contiene entre 563 mg y 2.000 mg (es decir, entre 0,56 y 2 gramos) de teobromina.

Café y té

La cafeína y la teína, así como las bebidas energéticas, afectan al sistema nervioso de los animales y puede provocar los mismos efectos en ellos que el chocolate. Los tres productos son metilxantinas, es decir, grupos de alcaloides estimulantes que actúan sobre el sistema nervioso central del perro, acelerándoles el sistema cardiaco y nervioso y pudiendo generarles taquicardias. Igual que en el cacao encontramos la metilxantina llamada teobromina, en el café se llama cafeína y en el té, teofilina. También podríamos incluir en este apartado otros alcaloides, como los que están presentes en los refrescos de cola.

Uvas y pasas

Se desconoce por qué las uvas son tóxicas para los perros y si lo son para todas las razas, pero el hecho de que antaño se les diese una pasa como chuchería o premio –como ahora se les da una salchichita- , ha demostrado que son nocivas para ellos. Los perros que ingieren uvas o pasas muestran una mayor concentración de nitrógeno ureico en sangre y creatinina sérica, lo que puede desencadenarles insuficiencia renal, una enfermedad caracterizada por la alteración de la función de los riñones que afecta a la adecuada eliminación de los líquidos del cuerpo.

Frutos secos

Sobre todo cacahuetes, nueces de macadamia o nueces sin madurar les sientan bastante mal a los perros. Su alto contenido graso puede causarles vómitos, diarrea, e incluso pancreatitis si es en grandes cantidades y muy a menudo.

Aguacate

Al ser un fruto con alto contenido graso puede generar en los canes un trastorno digestivo. Además contienen persina, un derivado de ácido graso generalmente inofensivo para los seres humanos, pero cuando se consume por los animales domésticos en grandes cantidades es peligroso. Los síntomas del envenenamiento por persina son la dificultad respiratoria, diarrea, vómitos y tos.

Cebollas

Sin importar si están crudas, asadas o cocidas, las cebollas contienen alicina, lo que podría provocar la aparición de anemia hemolítica -reducción de los glóbulos rojos sanguíneos- ante un consumo regular y excesivo. Si un perro ha ingerido demasiada cebolla, tendrá mucosas blanquecinas y se le incrementará el pulso y la frecuencia respiratoria. Sin embargo el ajo, que contiene también alicina y que hasta hace poco se creía que también era perjudicial, ha sido recientemente motivo de estudio y se han descubierto potentes efectos antibióticos, antifúngicos, antiparasitarios y potenciadores del sistema inmunitario y cardiovascular del perro.

Alcohol

Una broma recurrente es dar de beber un poco de vino o cerveza a una mascota. Pero es una diversión peligrosa, porque el alcohol contiene etanol, que actúa como un veneno. Un perro que ha bebido alcohol sufrirá aumento de la agitación y se tambaleará, hará más pis (con lo que tenderá a deshidratarse) y, en los casos más graves, le disminuirá la respiración y sufrirá un paro cardiaco.

En general, si un perro ingiere en grandes cantidades y de forma reiterada alguno de estos alimentos -además de algún otro, como productos lácteos, masa de pan, alimentos mohosos o en mal estado- puede sufrir dificultades respiratorias, trastornos del estado de conciencia, diarrea, vómitos, fiebre, convulsiones y arritmias cardiacas.

Estas mascotas pueden presentar también un deterioro del estado físico. En cualquiera de estas circunstancias, es recomendable llevarle al veterinario e intentar describir lo más certeramente posible qué le pasa al perro y qué ha comido.

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