Testimonio

Carta de un lector: "Volvería al hospital a limpiar, pero cabreado"

Después de pasar 55 tardes en un hospital realizando tareas de limpieza, viendo los efectos del covid-19 de cerca, Alejandro Guerra ha escrito una carta a ENTRE TODOS cargada de indignación ante las imágenes de las celebraciones masivas por el fin del estado de alarma. El virus no ha marchado y sigue haciendo estragos.

Alejandro Guerra

Alejandro Guerra / Jordi Otix

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Luis Benavides
Luis Benavides

Periodista

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El pasado 17 de marzo de 2020, tres días después de la declaración del estado de alarma, Alejandro Guerra, de 54 años, recibió una llamada de su supervisor. Nunca olvidará esa fecha, asegura. Tenía que abandonar su centro de trabajo habitual, donde ejerce como profesional de la limpieza con relativa tranquilidad, para echar una mano en el Institut Guttmann de Badalona. Habían montado un hospital de campaña en su pabellón polideportivo, un espacio originalmente dedicado a la rehabilitación funcional, con 75 camas para atender pacientes covid-19 de complejidad moderada. 

Fueron días frenéticos, asegura. “Corría como un animal por los pasillos”, explica Guerra, empleado de limpieza hospitalaria de ISS, una empresa de servicios con presencia en más de 700 hospitales en todo el mundo. “Normalmente me encargo de la limpieza de cristales y suelo –continúa Guerra–, pero en esos 55 días me centré principalmente en la gestión de los residuos covid. Me tocaba mover jaulas de acero de 90 kilos con desechos y ropa contaminada por los pacientes”.

Su traje EPI cubría completamente su cuerpo y le protegía del virus, pero no conseguía repeler los “gritos de desesperación”. Los escuchaba a diario. Veía muchas lágrimas de impotencia entre el personal sanitario, también de dolor. Y todavía hoy, cuando ya ha pasado un año, se le eriza la piel al recordar para EL PERIÓDICO esos días en Badalona. “Con la primera ola vivimos lo más parecido a una guerra, y ahora estamos en la posguerra”, añade un trabajador de la limpieza que también ha trabajado los fines de semana en el Hospital de Sant Pau. “Allí fue peor. Se vivieron momentos de auténtico caos”, apostilla.

Aplausos

Guerra fue un profesional esencial. Estuvo en la primera línea junto a los profesionales de enfermería y celadores, pero no sintió como suyos los aplausos de las ocho de la tarde. “Somos indispensables porque la base de la salud clínica es la limpieza hospitalaria, pero somos invisibles ante las autoridades. Cuando aplaudían, aplaudían a médicos, enfermeros y auxiliares... A nosotros no”, lamenta, muy enfadado con la Generalitat por no tener en cuenta a los cientos de profesionales de la limpieza hospitalaria cuando decidió ingresar una paga extra en la nómina de los sanitarios por su trabajo al frente de la pandemia. Que sean trabajadores externos, precisa este lector, no sirve como excusa.

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Pero si hay algo que molesta y mucho a este vecino del barrio de Verdún, en Nou Barris, es “la irresponsabilidad de la clase política” por levantar las restricciones empujados únicamente por las presiones de la economía y poner en bandeja unas celebraciones incontroladas, en su mayoría protagonizadas por unos jóvenes que no muestran “ningún respeto a quienes murieron y dieron la vida en los hospitales”.  

Está por ver si esas fiestas improvisadas en plazas y playas se traducen en un repunte del covid. “Volvería a un hospital covid a limpiar, pero cabreado. No quiero un solo aplauso”, remacha.