Entrevista
Eric Benzekri: "El miedo es el aliado de la derecha"
El coguionista de ‘Baron Noir’ (HBO) -la exitosa serie sobre los entresijos de la política francesa que Pedro Sánchez le recomendó a Pablo Iglesias- militó en los noventa en la corriente Izquierda Socialista junto a Jean- Luc Mélenchon y Julien Dray. Alejado hoy de las refriegas partidistas, reivindica la lucha de clases y la tradicional división izquierda/derecha en un tiempo empeñado en desdibujar las fronteras ideológicas.

Eric Benzekri, guionista de Baron Noir. /
Para empezar, díganos qué es un barón negro
Alguien que actúa entre bambalinas ejerciendo un papel de consejero del príncipe. Philippe Rickwaert [protagonista de la serie] pasa más tiempo influenciando a los que tienen el poder que ocupándose de sí mismo.
Si sigue la actualidad española sabrá que la decisión de Pablo Iglesias de abandonar la vicepresidencia del Gobierno para ser candidato a la comunidad de Madrid se comparó en varios medios con una estrategia propia de Rickwaert. ¿Es una buena comparación?
Sí, porque su iniciativa respeta muchas reglas del 'estilo' del barón negro. En primer lugar, el efecto sorpresa. Crea una nueva situación, la dramatiza y cambia lo que está en juego en las elecciones. Con un movimiento logra reescribir la historia y ahora son los demás los que la escribirán por él. Por ejemplo, usted me llama para que hable de su golpe de efecto.
O sea que es un éxito
Completamente. Imagino que se ha hablado de la serie, y eso es algo típico de Rickwaert: una sola decisión cambia la posición de todo el mundo. ¿Eso puede cambiar el resultado? Depende de los electores, pero, pierda o gane, la posición de Iglesias será reconocida. Igual no al día siguiente si es una derrota, pero meses o años después se dirá que fue sincero y tuvo valor, porque la sinceridad se evalúa en función del riesgo que se asume.
“Con el tiempo se reconocerá que Iglesias tuvo valor presentándose en Madrid”
Vemos en cada cita con las urnas que la izquierda solo gana si se une. ¿A quién le toca liderar esa unión?
Lo que puede federar la izquierda son las ideas, no tal o cual fuerza política. Le pongo dos ejemplos. En Francia en 1936 fue el miedo al fascismo lo que reunió a la izquierda -que estaba completamente fragmentada- después de aquel 6 de febrero de 1934 en el que las ligas fascistas iban hacia la Asamblea Nacional. Lideró esa unión Léon Blum, que no era mayoritario. Y en 1981 gana las presidenciales el socialista François Mitterrand, siendo entonces el Partido Comunista el más importante. Es la unión la que gana. No la de los aparatos, la del proceso político. Cuando alguien dice, ¡unámonos!, no sabemos sobre qué base se hará, pero la gente se lo va a decir.
Lo que parece que no cala es el mensaje. ¿Estamos ante una crisis ideológica, estratégica o de identidad?
Vivimos treinta o cuarenta años de hegemonía cultural de la izquierda a nivel mundial, pero la revolución iraní en 1979, la caída del muro de Berlín en 1999 y el 11-S en 2001 cambiaron el mundo. A eso se añade la mayor transformación tecnológica desde la invención de la imprenta y la globalización, que acrecienta la desigualdad. Es una situación nueva. Para ganar no basta con decir que la izquierda lo tiene todo para ganar, porque hay un sentimiento que domina en el mundo: el miedo.
¿El miedo?
Sí. El miedo es el aliado de la derecha. El optimismo y la esperanza es el corazón de la izquierda. Así que hay periodos más difíciles. Hay que aprovechar para trabajar sobre el fondo.
“Lo que puede federar la izquierda son las ideas, no tal o cual fuerza política”.
¿La lucha de clases sigue vigente?
Por supuesto. Yo no soy particularmente revolucionario, pero se constata que ha habido un aumento exponencial de las desigualdades. Se puede y se debe hacer mejor, no por una razón moral sino por el equilibrio social, que puede verse amenazado por sacudidas violentas. La lucha de clases permite organizar el conflicto. Hay sindicatos a los que adherirse y patronal con la que discutir para conseguir más logros.
¿Cree que el ‘nuevo mundo’ conlleva el fin de la política, como dice el personaje de Michel Vidal en la tercera temporada?
Comparto ese análisis un día sí y otro no. Es como lo del cambio climático. Un día me digo, ¡Dios mío! ¿por qué he tenido hijos? Y al día siguiente pienso que menos mal que tengo hijos, porque son ellos los que van a impedir la catástrofe. Todos estamos divididos. Por eso la izquierda y la derecha no pueden desaparecer. Podemos mirar el tablero político y decir que ahora es el tiempo del populismo o que no hay izquierda y derecha sino “todo al mismo tiempo”. Pero en cada ser humano está la izquierda y la derecha. Buena suerte a quien quiera cambiar eso.
“Necesitamos combatientes de la democracia, porque está cuestionada por todas partes”
En la serie asistimos a un sacrificio personal para proteger la democracia. En la vida real ¿es mucho pedirle a la política?
Si, pero ¿a quién más se le podría pedir? La palabra sacrificio es muy novelesca, pero tenemos derecho a exigir un compromiso total con las ideas. Nadie le pide a la gente meterse en política y presentarse a unas elecciones. Necesitamos combatientes de la democracia, porque está cuestionada por todas partes.
Hablando de amenazas, un informe de la Fundación Jean Jaurès alerta de que Marine Le Pen puede llegar al Elíseo en 2022.
Es posible, y el mejor medio para que gane es decirnos que no puede ganar. Debemos ser conscientes de la realidad. El covid actúa como una especie de permafrost. Lo que está pasando realmente permanece congelado en el fondo de la sociedad. Hemos estado confinados. La muerte ha reaparecido como una posibilidad probable e inmediata. Hemos visto hospitales saturados, falta de medicamentos, desorganización… ¿Qué sentimiento crea eso? ¿Vergüenza, rebelión, resentimiento, revancha, unos nuevos felices años 20? ¿Qué pasa cuándo se entierra un familiar con un máximo de 15 personas? Son ritos milenarios… Detrás de todo está el miedo.
¿Hay un cambio de paradigma?
Sí. El covid es un acontecimiento esencial que reestructura la conciencia colectiva. No podemos predecir cómo saldremos de esta, pero me inquieta particularmente de dónde partimos. La pandemia puede ser un acelerador de tensiones que antes estaban ya muy exacerbadas.
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Un gobierno de unidad nacional.
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