Entender + con la historia

Con leche o sin leche, siempre chocolate

Que el chocolate hace perder la cabeza a mucha gente ya se sabía. Pero no nos podíamos imaginar que fuera hasta el punto de gastarse casi 7.000 euros en una sola tableta

La codiciada tableta Jungly.

La codiciada tableta Jungly.

3
Se lee en minutos
Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

ver +

Las grandes marcas son aquellas que tienen la habilidad de convertir el retorno de productos fallidos en un gran evento promocional del que todo el mundo habla. Desde aquí vamos a caer en la tentación de dejarnos atrapar por el último de estos fenómenos: la tableta de chocolate Jungly de Nestlé.

Por lo visto, el producto no respondía a las expectativas del departamento de ventas de la compañía y en 2015 lo retiraron del mercado. A partir de entonces su recuerdo se convirtió en leyenda entre sus consumidores más fieles, que lloraban su desaparición.

Los ruegos fueron escuchados y esta golosina ha vuelto a los estantes de las tiendas. En el marco de la campaña de relanzamiento se ha puesto a subasta la primera tableta de la nueva producción con el objetivo de recoger dinero en favor de acciones para proteger el medio ambiente. El vencedor de la licitación ha resultado ser el ‘streamer’ Ibai Llanos, que ha pagado 6.750 euros.

Popular y deseado

Bienvenida sea la publicidad si sirve para explicar una parte de la historia de uno de los productos más populares y deseados del planeta: la tableta de chocolate. Otro día ya encontraremos la excusa para ir hasta la América precolombina y descubrir quién era Quetzalcoatl, a quien debemos el nombre de tan adorado manjar, pero hoy queremos averiguar de dónde surgió la idea de convertir el cacao en una dulce y deliciosa pieza rectangular de chocolate.

Agramunt, capital del chocolate

Barcelona fue uno de los puertos de entrada de la pasión europea por el chocolate y en Catalunya se pusieron en funcionamiento los primeros obradores para satisfacer la glotonería del continente. La prueba la tenemos en Agramunt, donde aún existe Jolonch, considerada una de las marcas de chocolate más antiguas del mundo. Fue fundada en 1770 y sigue en activo.

Aunque seguramente no sería uno de los primeros lugares que nos vendría a la cabeza al pensar en este producto, hay que ir a la ciudad inglesa de Bristol. Allí, en 1753, Joseph Storrs Fry fundó una factoría para producir unas barras de chocolate que se vendían como medicamento en las farmacias. Los médicos las recetaban por su efecto euforizante y estimulante. Los descendientes de Fry continuaron el negocio y lo adaptaron a la mecanización de la revolución industrial. Modernizaron la fábrica incorporando la energía de vapor para aumentar la producción y en 1847 desde Bristol comenzaron a salir las primeras tabletas producidas a gran escala.

Sin embargo, en ese momento ya había varios países que se disputaban ser el centro chocolatero de Europa. Aparecieron productores en Catalunya, Bélgica, Países Bajos... Pero quien se llevó la palma fue Suiza.

Decano de los suizos

El pionero en tierras helvéticas fue François-Louis Cailler, que en 1819 abrió su fábrica para producir tabletas con su nombre. Actualmente la marca sigue en el mercado y está considerada la decana de los chocolates suizos. Apenas seis años más tarde, el confitero Philippe Suchard le empezó a hacer la competencia con enorme éxito.

A los suizos les encantaba el chocolate. No es extraño pues que cuando la producción de velas y candelas del yerno de Cailler, de nombre Daniel Peter, se fue al traste por la irrupción de nuevos sistemas de iluminación, se decidiera a probar suerte con el negocio de su suegro. Peter y su esposa Fanny Cailler vivían en una bonita localidad llamada Vevey, a orillas del lago Leman. Su vecino era nada menos que Henri Nestlé, a quien pidió ayuda para desarrollar nuevos productos de cacao, porque ya había demostrado su ingenio con la creación de la leche en polvo. Fruto de la colaboración nació la primera elaboración de chocolate con leche, una fórmula que luego sería mejorada por el también suizo Rodolphe Lindt.

15.000 toneladas

Noticias relacionadas

El invento fue un éxito y desde la Confederación Helvética se empezó la producción masiva del chocolate con leche, porque si algo tienen los suizos son vacas, y a finales del siglo XIX, cuando el país era eminentemente rural, aún tenían más que ahora. Alrededor del año 1900 se exportaban unas 15.000 toneladas de ese producto.

Enseguida se popularizó su consumo y otras marcas de otros países se subieron al carro del chocolate con leche elaborando sus propias tabletas con fórmulas similares al original. Con el paso de los años la oferta se ha diversificado hasta el infinito, pero algo no ha cambiado: las ganas irrefrenables de querer hincar el diente a una tableta cuando alguien habla de chocolate, ¿verdad?