ENTENDER + el turismo

Turismo: ¿del vía crucis a la resurrección?

Después de siete años de récords consecutivos, 2020 fue el ‘annus horribilis’ del turismo en España. El sector se desplomó hasta cifras nunca vistas desde los años 60 del siglo pasado. La evolución de la pandemia, el ritmo de vacunación y la competencia de otros destinos dirán si el turismo pone fin este 2021 a su particular vía crucis y empieza la recuperación. Pablo Díaz, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC; Sergi Mesquida, profesor de EADA Business School y especialista en innovación turística, y Guillermo Vallet, vicepresidente ejecutivo de Catalonia Hotels y presidente de la Comisión de Turismo de Foment del Treball, analizan la situación desde diferentes prismas.

Bañistas en la playa de Benidorm en julio del año pasado.

Bañistas en la playa de Benidorm en julio del año pasado. / Miguel Lorenzo

8
Se lee en minutos

El turismo ha sido de los sectores más impactados por la pandemia. En solo 12 meses ha pasado de representar el 12,4% del PIB español al 4,3%. Repartir las ayudas necesarias de forma urgente es una prioridad para la actividad económica que sufre más ertes y amenazas de cierre. Los empresarios del sector dan por perdida la Semana Santa, ya que solo algunas zonas del interior y de turismo rural, o zonas concretas de la costa, podrán trabajar gracias al turismo interno. El sector apuesta su última carta a la temporada de verano.

Turismo en reanimación

Pablo Díaz. Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC

El turismo ha vivido el año más fatídico de su historia. De todos es conocido que ha sido el sector más impactado, de los primeros en cerrar su actividad y que será de los últimos en recuperarse plenamente. La repercusión de la pandemia ha sido tal que el peso del turismo en la economía española pasó de estar por encima del 12% del PIB en 2019, a por debajo del 5% en 2020. El año 2021 se presenta algo más esperanzador gracias a las vacunas, pero con una alta incertidumbre por las amenazantes olas del virus si aquellas no se despliegan con rapidez. Mucho se ha escrito sobre la posibilidad de que alumbre un nuevo tipo de turismo, más sostenible y concienciado. Sin embargo, algunas investigaciones apuntan que lo que primero que se reclama es una especie de reanimación urgente para el sector con más ertes y amenazas de cierre.

Los debates se extienden en un gran abanico de puntos que van desde el pasaporte vírico a los tiempos de la recuperación. Ciertamente hay aspectos delicados en el pasaporte vírico por lo discriminatorio y la incertidumbre de su extensión en el tiempo. Sin embargo, muchas voces se levantan a favor del mismo como forma de reactivación temprana de un mínimo de actividad que salve el sector. Lo que me parece seguro es que un aspecto del mismo puede ser considerado positivo y compensatorio: si los primeros que están recibiendo la vacuna son las personas mayores, estos serían los primeros en poder viajar internacionalmente y olvidar los malos tiempos vividos. 

Turistas en camello por el Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote, en agosto de 2020.

/ Miguel Lorenzo

Nunca se vivió una situación similar. Si al principio de la pandemia se especuló con que los países con menor incidencia se podrían ver beneficiados cara al turismo internacional, finalmente la extensión de la misma golpeó a todos los destinos casi por igual. Sin embargo, la actual salida de la crisis sanitaria puede hacer que este verano los turistas internacionales se decidan por visitar latitudes en mejor situación sanitaria y este sería un factor clave para la recuperación. Trabajar en este sentido y repartir las ayudas necesarias de forma urgente es una prioridad. Fondos buitre se encuentran al acecho.

Mientras no llegan los turistas internacionales podemos disfrutar de nuestro país sin grandes aglomeraciones

Destinos competidores como Italia y Francia parecen volver a mayores restricciones mientras España tendría la posibilidad de diferenciarse si las cifras evolucionaran favorablemente. Entre tanto, las posibles mejoras a la movilidad dentro del país deberían animar al sector. Mucha población se encuentra ávida de desconexión y relax, de viajar por los encantos de nuestra geografía. Tal y como mantuve el verano pasado, se aproxima una ocasión irrenunciable de disfrutar de manera -quién sabe si irrepetible- del turismo en nuestro país. Entre tanto llegan o no las cifras millonarias de turistas tenemos la posibilidad de disfrutar con menos aglomeraciones de los fantásticos recursos que poseemos. Será el año de la reanimación.  

Prima el viaje seguro

Sergi Mesquida. Profesor de EADA Business School, especialista en innovación turística

La pandemia ha hecho que algunos servicios, poco utilizados hasta ahora, hayan experimentado una adopción masiva. Algunos ejemplos relevantes serían el uso del comercio electrónico, las videoconferencias o el pago con móvil. Un fenómeno similar veremos próximamente en el sector turístico con el llamado pasaporte digital

Hablo de un nuevo medio de identificación para viajar que hará posible, por poner algunos ejemplos, que el turista pueda acceder a un aeropuerto, pasar el control de inmigración, embarcar en un avión, alquilar un coche, hacer el ‘check-in’ en un hotel o contratar una actividad en destino, mediante identificación automática sin contacto (sin necesidad de mostrar ningún documento en papel) y sin hacer largas colas.

¿Cuál sería una posible forma de funcionamiento de este pasaporte digital, teniendo en cuenta que todavía se están analizando diferentes modos de implementación? El usuario deberá registrar sus datos biométricos (cara, por ejemplo) y biográficos (datos del DNI, del pasaporte... y vacunas o resultados de PCR) de forma segura a través de una 'app'. Dichos datos, que hasta ahora los teníamos en papel, pasarán a estar digitalizados y almacenados de forma segura en el móvil, serán propiedad del usuario, y este decidirá cuándo y con quién quiere compartirlos. 

Una mujer muestra en su teléfono móvil una maqueta del nuevo certificado de salud digital de China.

/ NICOLAS ASFOURI / AFP

Por ejemplo, podrá compartir dichos datos, en el momento de viajar, con las aerolíneas, controles de inmigración y aeropuertos incluidos en su viaje. Esto le permitirá acceder al aeropuerto, al avión y pasar los controles de inmigración mediante un sistema de reconocimiento facial, que validará su identidad y datos de viaje comparándolos con los datos de su pasaporte digital, que habrá compartido previamente.

La nueva aplicación requiere resolver una serie de retos legales y tecnológicos

Este tipo de aplicación ya se estaba empezando a probar antes de la pandemia en algunos aeropuertos, pero requería de un cambio de hábitos en el viajero y la resolución de una serie de retos legales (garantizar la seguridad de los datos y el uso que se hace de ellos cuando los compartimos con terceros) y tecnológicos (asegurar que se usa un solo estándar tecnológico que sea compatible para todos los actores del sector turístico), que podían ralentizar su adopción.

Sin embargo, la reciente decisión de implantar el pasaporte sanitario digital que, según la Comisión Europea, facilitará la movilidad y garantizará el respeto a la libre circulación de personas en la UE (algo que también pretende salvar la temporada turística estival y reactivar la economía), facilitará la resolución de dichos retos y acelerará la adopción del pasaporte digital... que llegará para quedarse.  

Vacunas y recuperación

Guillermo Vallet. Vicepresidente ejecutivo de Catalonia Hotels y presidente de la Comisión de Turismo de Foment del Treball

El sector turístico lleva más de 12 meses en la uci. La pandemia no solo afecta a las personas, también a la economía. Y muy especialmente a algunos sectores con consecuencias catastróficas. Las únicas recetas que se han suministrado son los ertes y los créditos ICO, pero el paciente solo hace que empeorar… y las perspectivas a corto plazo no son positivas. El turismo ha pasado de representar el 12,4% del PIB, al 4,3%. Ha habido reiteradas peticiones, desde diferentes ámbitos del sector, pidiendo a las administraciones multitud de soluciones. Las respuestas siempre son buenas palabras, pero los hechos son muy escasos, tirando a nulos.

El sector ya no cuenta con la Semana Santa y apuesta su última carta a la temporada de verano

Obviamente, ya no contamos con la Semana Santa y solo algunas zonas del interior y de turismo rural, o zonas concretas de la costa, podrán trabajar gracias al turismo interno. El sector apuesta su última carta a la temporada estival. ¿Qué necesitamos para no perder este último tren?

1. Dar prioridad a la vacunación del personal del sector. Una vez vacunados los colectivos de riesgo y el personal sanitario, hemos de lanzar un mensaje a los mercados que dé confianza y muestre que nuestro país prioriza una de sus principales industrias. No se entiende que se esté vacunando al profesorado, cuando desde septiembre se vive una relativa normalidad en las aulas; cuando ha habido que confinar una clase, se ha hecho y con alternativa telemática. El turismo no tiene un 'plan B', los clientes no vendrán de manera telemática. España es la segunda potencia mundial en turismo, nuestra planta de alojamiento está diseñada para un volumen que principalmente viene del exterior. Con la demanda interna no podemos sobrevivir.

Viajeros en la T1 del aeropuerto de Barcelona, en noviembre del año pasado.

/ Elisenda Pons

2. Las vacunas están funcionando y los países que están más avanzados en la vacunación están volviendo a la normalidad. Necesitamos que nos lleguen las vacunas, y una vez aquí, necesitamos que se administren lo más rápido posible. Las administraciones tienen que contar con más alternativas y no solo la sanidad pública para dispensarlas: mutuas, sanidad privada, farmacias...

3. El pasaporte sanitario europeo es una buena noticia. Desde el sector se reclamó en los primeros momentos de la pandemia. Llega tarde, pero llega justo para el momento álgido de la temporada estival y su validez es tanto para Europa como para España. Esperemos que el calendario se cumpla.

Noticias relacionadas

4. Necesitamos que las administraciones muestren una hoja de ruta objetiva, según los diferentes indicadores sanitarios (hospitalizaciones, UCI, factor de reproducción, incidencia por 100.000 habitantes…); saber qué se podrá hacer o dejar de hacer, necesitamos planificar y no una sensación de improvisación o subjetividad en las decisiones.

5. Necesitamos que las medidas sean más quirúrgicas. Las restricciones tienen que ser más específicas y no tan generales. Actuando así, el grado de incidencia del covid-19 puede variar muy poco, pero para muchos sectores económicos es una gran diferencia. En esta pandemia no hay decisión buena, todas son malas. Pero las hay muy malas y otras menos malas. No solo podemos enfocar las decisiones en el corto plazo, porque según cual sea su profundidad están condenando al sector en el medio y largo plazo.  

Temas

Turismo