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Sidarta Ribeiro: "Tenemos que reaprender a soñar"

  • El neurocientífico brasileño revisa en su último libro la historia y la ciencia de los sueños

  • Su teoría es que la actividad onírica es un simulador de futuros posibles que dio una ventaja evolutiva

Sidarta Ribeiro, neurocientífico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte y autor de El Oráculo de la Noche (Debate, 2021).

Sidarta Ribeiro, neurocientífico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte y autor de El Oráculo de la Noche (Debate, 2021). / ELISA ELSIE

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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Cuando perdió su padre, el joven brasileño Sidarta Ribeiro tuvo fuertes pesadillas. Años más tarde, al llegar a Nueva York para estudiar neurociencias, sin amigos y sin hablar una palabra de inglés, tuvo otra racha de intensa actividad onírica. Eso le impulsó a investigar la biología de los sueños. Tras décadas de estudios, Ribeiro ha condensado la ciencia de este fenómeno en el libro 'El Oráculo de la noche', que acaba de salir traducido al castellano por Debate. 

¿Qué son los sueños para la ciencia?

Freud dijo que lo que mueve los sueños es el deseo. El sueño es una actividad eléctrica en una red de neuronas que representan unas memorias. A la vez, tiene que estar activado un circuito asociado con la recompensa y el castigo, el área tegmental ventral. Las personas que tienen lesiones en este circuito, tienen sueño REM [fase del descanso en el cual se dan los sueños] pero apenas tienen sueños. Un sueño es la reactivación de una memoria con una dirección, que es el deseo de obtener recompensas o evitar castigos. 

"Freud y Jung deberían estar entre los grandes de la neurociencia."

Sidarta Ribeiro, neurocientífico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte

¿O sea que Freud tenía razón?

Freud y Jung deberían estar entre los grandes de la neurociencia. Desde siempre, el sueño fue considerado como un oráculo. Pero en los últimos 500 años pasó a ser considerado como una tontería, puro ruido. Freud dijo que los sueños tienen un sentido, pero no uno fijo, sino uno que depende de quién está soñando. Freud intentó aplicar una perspectiva biológica, pero fue rápidamente echado de la ciencia. Luego, los científicos se quedaron durante un siglo diciendo que los sueños no sirven de nada e ignorando lo que la humanidad había pensado durante siglos.  

¿Cuándo se vuelven a tomar en serio los sueños?

En los años 1999 y 2000 se desarrollan trabajos que demuestran que los sueños son importantes para consolidar memorias. Se basan sobre trabajos previos que se remontan hasta los años 20. En 2010 se demostró que los jugadores de un videojuego que representaba un laberinto, si soñaban con ello, luego necesitan menos tiempo para resolverlo. En mi libro, expongo una teoría sobre la explicación evolutiva de los sueños. ¿Cómo evolucionó esta máquina para hacer narrativas? Mi hipótesis es que los antiguos no estaban tan equivocados.

"Los usuarios de un videojuego, si sueñan con ello, necesitan menos tiempo para resolverlo."

Sidarta Ribeiro, neurocientífico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte

O sea, ¿el sueño es un oráculo?

Los sueños son un oráculo probabilístico. Preparan al soñante para el día siguiente. Imaginemos un ancestro nuestro, un pequeño mamífero, que tiene sed. Cuando llega al río ve un cocodrilo, se escapa y se va a dormir con sed y miedo. Esa memoria se reactiva durante la noche en forma de pesadilla: tiene deseo de tomar agua, pero no quiere morir. Al despertar, nuestro ancestro recuerda la pesadilla: por tercera vez, está experimentando el riesgo de morir. Eso puede inducirle a cambiar de estrategia y buscar agua en otro sitio. Los sueños son un mecanismo de simulación de futuros probables.

Pero, ¿no bastaba con pensárselo un poco?

El hecho de dormir es muy antiguo. En un determinado momento, se desarrolla un sueño mucho más activo, el REM. ¿Cuál es la ventaja evolutiva de tener un sueño REM de 40 minutos? Es que en el sueño puedes probar lo que quieras y no te vas a morir. Hubo un premio evolutivo para quienes usaban ese tiempo para hacer simulaciones. Los sueños son muy buenos para generar ideas nuevas, porque mientras ocurren no hay liberación de noradrenalina, una sustancia que fomenta las asociaciones más obvias.

"Hubo un premio evolutivo para quienes usaron los sueños para hacer simulaciones"

Sidarta Ribeiro, neurocientífico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte

¿Los sueños siguen teniendo alguna utilidad entre los humanos modernos?

Los humanos modernos compartimos con todos los mamíferos la capacidad de activar memorias orientadas por el deseo, por medio de los sueños. Pero además, podemos compartir los sueños, narrarlos los unos a los otros. Eso es importante porque si tengo una idea loca y no la puedo compartir con nadie, esa idea no puede generar un cambio cultural.

Y sin embargo nuestra sociedad no les hace mucho caso a los sueños.

Esta sociedad es producto de 500 años de no saber soñar. Los sueños son un oráculo probabilístico que está roto. La gente no se acuerda de lo que sueña, a menos que una persona esté en psicoanálisis o sea artista. En las sociedades tradicionales los sueños tienen un lugar destacado, se habla de ellos. Hay culturas amerindias que creen en el poder del sueño para hacer viajes. En Colombia, hay el fenómeno del sueño colectivo.

"Esta sociedad es el producto de 500 años de no saber soñar."

Sidarta Ribeiro, neurocientífico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte

Pero, la mayoría de los sueños no dejan de ser triviales.

La gente de clase media urbana ya no vive en el mundo de los imperativos darwinianos, como ese ancestro nuestro. No tenemos unos pocos problemas inmensos - como comer, morir y procrear - sino muchos problemas pequeños y medianos. Por esto los sueños se son un patchwork que parece un sin sentido. No están armados como narrativas épicas, como el antiguo oráculo probabilístico. 

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Entonces, ¿hay situaciones en que los sueños sirvan de algo?

Cuando tienes un problema grande, como un cáncer o perder el empleo, vuelves a soñar. El oráculo se prende otra vez. Tenemos que reaprender a soñar, darle importancia, y también priorizar, entre esos muchos problemas, los que realmente importan. La pandemia, por ejemplo, nos pone ante un imperativo darwiniano común. Nos da algo en común para soñar. Si no tenemos la capacidad de construir un sueño común de futuro, en que todo el mundo esté inmunizado y seguro, eso no parece que va a tener fin. ¿Podemos volver a soñar más allá de nuestro ombligo?

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