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¿Cómo desactivar la bomba climática de la refrigeración?

  • Varios Informes alertan sobre la entrada masiva a Europa de gases refrigerantes ilegales con alto impacto en el clima.

  • El sistema informático que debería blindar las fronteras ante este fraude tardará hasta 2023.

Detalle del aire acondicionado de un Mitsubishi.

Detalle del aire acondicionado de un Mitsubishi.

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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Los gases HFC (usados en aires acondicionados y refrigeradores de supermercados) son mil veces peores que el CO2 como alteradores del clima. Europa ha recortado su uso, pero informes de fabricantes y activistas denuncian que el HFC ilegal inunda el continente. El sistema informático que debería blindar las fronteras ante este fraude tardará hasta 2023. Mientras, el gas se escapa por pérdidas y mal reciclaje. 

¿Cómo contaminan los HFC? 

En noviembre de 2020, la Guardia Civil requisó 20.000 kilogramos de gases refrigerantes HFC ilegales en Granada y Almería. Eso equivale a 40.000 toneladas de CO2, las emisiones anuales de 7.000 españoles. 

Los HFC tienen un potencial de calentamiento miles de veces superior al CO2. Se degradan en unas décadas, pero unas décadas es justamente el tiempo disponible para evitar los peores efectos del cambio climático. 

Las pérdidas alcanzan el 20% y no hay una regulación estricta del reciclaje.

Los HFC reemplazaron a los CFC, que afectaban a la capa de ozono. “Si su uso sigue creciendo, contribuirán a 0,4 grados más de calentamiento en 2100”, estima Guus Velders, profesor de calidad del aire en la Universidad de Utrecht.

Los HFC no contaminan mientras están dentro de una máquina y después se pueden reutilizar o incinerar. Sin embargo, las pérdidas alcanzan el 20%, según Velders. Además, no hay una regulación estricta sobre su recogida. Como no son tóxicos, es fuerte la tentación de abrir el grifo sin más. "En cuanto a la refrigeración, se asume que al cabo de 10 o 15 años de uso van a acabar en la atmósfera", concluye Velders. 

¿Qué es la regulación F-Gas?

En 2015, echó a andar la regulación europea F-Gas, que obliga a recortar el uso de HFC un 79% en 2030, con respecto a 2009-2012. La regulación debería impulsar alternativas de menor impacto. La industria apuesta por los gases HFO, pero expertos y activistas apuntan a opciones más baratas, como el amoniaco, el mismo CO2 e hidrocarburos como el propano. Fuentes de la Unión Europea (UE) se jactan de que las emisiones HFC del continente han bajado desde 2015.

¿Hay comercio ilegal de HFC?

"En 2018 vimos las primeras señales de importación ilegal. De pronto, la demanda de HFO se estancó", relata Murli Sukhwani, representante de EFCTC, una organización de productores de refrigerantes, que ha estimado la magnitud del problema. En 2020, se produjeron las mayores incautaciones de la historia, según la oficina antifraude europea (OLAF). Por ejemplo, en Rumanía se secuestraron 76 toneladas que provenían de Turquía. “Hemos hecho fuertes inversiones para cumplir con F-Gas. Pero los gases ilegales están obstaculizando las soluciones sostenibles”, lamenta Sukhwani. “Estamos preocupados”, admite un portavoz de la Comisión Europea.

¿Cómo opera el comercio ilegal?

Los gases ilegales (importados por empresas no registradas, en contenedores no permitidos o que exceden la cuota permitida) suelen venir de China, el principal productor. Las rutas de acceso a Europa más habituales son de Rusia a los estados bálticos y de Turquía a Bulgaria y Rumanía. Serbia y Albania también son puntos críticos. Una vez superadas las fronteras de la UE, los gases circulan libremente y pueden llegar a países como España. Este es el mapa que pintan fuentes de OLAF. Los criminales tienen contrapartes dentro la UE, que compran y distribuyen los gases. Otra vía es la oferta de gangas directamente al consumidor por medio de internet. 

La industria apuesta por la alternativa de los HFO pero hay opciones más baratas.

Un precio demasiado bajo es una señal de alarma. También lo es el uso de contenedores de un solo uso, que están prohibidos en Europa porque en su interior queda un residuo del gas. "El gas ilegal acaba a menudo en los aires acondicionados de los coches. También los supermercados podrían tener un problema", afirma Fionnuala Walravens, de Environmental Investigation Agency (EIA), una ONG que realizó el primer informe sobre el problema.

¿Cuántos HFC ilegales entran en Europa?

La magnitud del comercio ilegal no está clara. EFCTC cree que en 2018 y 2019 podrían haber entrado en Europa HFC equivalentes a 73 millones de toneladas de CO2, una tercera parte del mercado europeo. El número sale de un informe que calcula la discrepancia entre la exportación hacia la UE declarada por China y la importación desde China declarada por la UE. A ello se suma la discrepancia en las importaciones de países fronterizos. 

EIA considera que la estimación es razonable. Pero Giacomo Ponzetto, economista de la Universitat Pompeu Fabra, alerta de que discrepancias de ese tipo son comunes y es incorrecto achacarlas sin más al comercio ilegal. 

Las aduanas europeas no tienen acceso al portal de datos de F-Gas.

Tanto OLAF como fuentes de la UE observan que se trata de una estimación de máximos. Parte de las discrepancias podrían explicarse con gases que sólo transitan por Europa, con cambios de rutas comerciales o con un aumento de la demanda en países fronterizos. Sin embargo, alertan que eso no implica que no haya un problema importante.

¿Qué hace falta para parar el comercio ilegal?

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El problema principal es que las aduanas europeas no tienen acceso al portal de datos de F-Gas, que permite comprobar si una empresa tiene derecho a la cuota de gas que pretende importar. "La comisión está trabajando en la interconexión de una ventanilla de aduana única europea", escribe una fuente de la UE. Sin embargo, el sistema no funcionará hasta 2023 para los HFC

EIA opina que actualmente las multas son bajas, mientras Velders pide impuestos, del tipo del de gases fluorados vigente en España. “Confiamos que en la próxima cumbre del clima la gente empiece a darse cuenta de que la refrigeración es un problema mayor”, concluye Walravens.