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De los asilos a la geriatría

Si un colectivo ha sido maltratado durante la pandemia es el de la gente mayor, a quien las restricciones están dejando secuelas físicas y emocionales irreversibles.

Marjory Warren, impulsora de los estudios de geriatría.

Marjory Warren, impulsora de los estudios de geriatría.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Los efectos de la vacuna se empiezan a notar y el número de contagios en los geriátricos ha bajado muchísimo. Aunque aún no es momento de cantar victoria, sí que muchas personas mayores podrán comenzar a respirar tranquilas y, sobre todo, recuperarán una parte de su vida robada por las restricciones de la pandemia. Desgraciadamente, para muchas ya será demasiado tarde. Y no solo por las que han perdido la vida, sino para todas aquellas personas a quien estos meses de aislamiento social forzoso les ha arrebatado el delgadísimo hilo que las ataba al mundo. Los problemas físicos, las demencias y las depresiones acabarán el trabajo empezado por el covid-19.

La manera como se ha gestionado la atención a la gente mayor desde que comenzó esta crisis sanitaria es la demostración definitiva, si es que hacía falta, de que los individuos continuamos creciendo y viviendo 'programados' para ser un simple engranaje más del sistema productivo. Cuando ya no somos útiles, vamos a parar al almacén de la chatarra, escondidos de la vista de todos, no sea que alguien tuviera mala conciencia por aparcar a los viejos. Y así, este último año, han ido muriendo las generaciones de la guerra civil y la posguerra. Si algo no se merecían esta gente que creció entre miseria y dificultades era condenarlos a un final tan miserable.

Estos días vale la pena recuperar la biografía de la doctora Marjory Warren, nacida en Londres en 1897 y graduada en medicina en 1923. Su trayectoria es un todo un ejemplo, tanto porque fue una de las primeras mujeres en ejercer su profesión como, sobre todo, porque fue la impulsora de los estudios de geriatría.

Todo empezó cuando, en 1935, se hizo cargo de la dirección médica de un hospicio. Su primera decisión, que ahora puede parecer obvia pero entonces no lo era tanto, fue ir a visitar todos los pabellones del recinto. Lo que se encontró era lo que había en aquella clase de establecimientos: una acumulación de personas con todo tipo de patologías o presuntos problemas. Todos dejados de la mano de Dios. Aquella especie de centros eran vistos como una antesala de la muerte, donde no se podía hacer nada más que esperar exhalar el último suspiro.

Warren puso orden. Las primeras que sacó de allí fueron las madres solteras, que habían sido mandadas allí bien porque eran pobres o bien porque sus familias las habían repudiado al quedarse embarazadas sin estar casadas. Las ayudó a incorporarse a la vida regular y a tirar adelante de manera autónoma. Al mismo tiempo también trató e hizo todo lo posible para curar a los ingresados con algún tipo de enfermedad que podía recibir tratamiento.

La importancia de la enfermería

Al final quedó un grupo de residentes de edad avanzada que no tenían una única patología, sino que presentaban cuadros muy complejos, donde se mezclaban problemas físicos y deterioro cognitivo. Se dio cuenta de que, para ofrecerles una atención adecuada, se requería un equipo multidisciplinar de profesionales, desde especialistas hasta personal de enfermería, a quien ella daba mucha importancia e insistía en que tuvieran una muy buena formación.

Para dar a conocer su visión, Warren comenzó a publicar artículos científicos en 'The Lancet' y 'The British Medical Journal'. En 1946, lord Amulree, informado del trabajo de la doctora, llevó una propuesta al Parlamento británico para incorporar la atención a la gente mayor en el Sistema Nacional de Salud. Y, además, unió esfuerzos con ella para fundar la Sociedad Británica de Geriatría.

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Aquella clase de entidades proliferaron en toda Europa durante los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial, cuando se implantó el Estado del bienestar. En el caso español, sin embargo, la cosa fue más lenta y la gerontología no fue especialidad hasta 1978, cuando la democracia impulsó una mejor atención sociosanitaria.

Pero todo esto ha quedado superado por los años. Hay que mejorar la atención de las personas mayores en las residencias con la mentalidad del siglo XXI. Ojalá aparezca alguna nueva doctora Marjory Warren para hacerlo posible.

Un poco de etimología

El médico Ignatz Leo Nascher, nacido en Viena en 1863, fue el primero en utilizar la palabra 'geriatría'. Deriva del término griego antiguo 'geronte', que significa anciano. En algunas polis griegas, se escogía un grupo de gerontes para constituir la Gerusia, un consejo de ancianos con funciones legislativas y ejecutivas, al que solo podían acceder los mayores de 60 años.