Día de San Valentín

Ese huidizo llamado amor

Desde la neurología y la psicología, dos profesionales desmenuzan el sentimiento irracional por excelencia

Amor en tiempos de covid.

Amor en tiempos de covid.

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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Los primeros resultados que arroja la búsqueda de ‘amor’ por internet dan una idea de lo huidizo que resulta el concepto en pleno y avanzado siglo XXI, cuando a fuerza de amar y ser amados, de amar y ser desengañados, de amar y luego dejar de hacerlo deberíamos, a estas alturas (el hombre, la raza humana), ser los recipientes de una sabiduría privilegiada. Pues no. “El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres…”, aventura Wikipedia. “Sentimiento intenso del ser humano, que partiendo de su propia insuficiencia…”, empieza el diccionario de la RAE. “¿Qué es el amor? ¿Cómo definir algo tan complejo, contradictorio, fascinante…?”, dice ‘La mente maravillosa’. “Definir el amor es sumamente complicado”: ‘Psicología y mente’. “Amor, un sentimiento complejo”: ‘Psicología y mente’, de nuevo.

Y así sucesivamente. Se pone todo entre interrogantes, se desmenuza el amor, se crean categorías, y al final nadie sabe qué es exactamente el amor, aunque todos, más o menos, lo hayan sentido. Este domingo, día de San Valentín, se celebra el amor. ¿Sabrán los adolescentes que son pareja desde hace dos meses lo que están celebrando cuando se entreguen trémulamente el regalo para el que habrán ahorrado durante semanas? ¿Lo sabrá la pareja que se conoció hace un año por internet y que ya empieza a pensar con gravedad en el futuro? ¿Lo sabrán mejor que nadie los abuelos que llevan una vida juntos? ¿Y si alguien les dijera, como se dice con frecuencia, que el amor es simplemente química?

Cerebro en acción

“Es una forma de verlo”, explica el neurólogo Pablo Eguia, vocal de la Sociedad Española de Neurología. Eguia dice que son “múltiples” las partes de nuestro cerebro que se activan durante el proceso de enamoramiento (“el hipotálamo, la corteza prefrontal, la amígdala, el núcleo accumbens, el área tegmental frontal”, enumera, entre otras), y que en el proceso participan también “múltiples neurotransmisores” como la adrenalina, la dopamina, la serotonina, la oxitocina y la vasopresina, también entre otros. Las técnicas de neuroimagen cerebral, explica, han permitido comprobar que hay familiaridad entre el enamoramiento y la adicción: “Ambas conductas comparten áreas y circuitos cerebrales. Por lo que, aunque no es lo mismo, sí hay áreas y circuitos cerebrales implicados por igual en estos procesos”.

Eso es lo que ocurre allá adentro. Afuera, el amor es tan fundamental que históricamente se han establecido ceremonias para entronizarlo. Tan fundamental que se entroniza. En la mayoría de culturas, los dioses están llamados a bendecir el amor. “En todo amor reside un afán de unirse el que ama a otro ser que aparece dotado de alguna perfección. Es, pues, un movimiento de nuestra alma hacia algo en algún sentido excelente, mejor, superior”, escribe Ortega y Gasset en ‘Estudios sobre el amor’, introduciendo la estética en la ecuación: el amor como impulso hacia a la excelencia. Otra manera es verlo como lo ve Woody Allen: “Amar es sufrir. Para evitar el sufrimiento no se debe amar, pero entonces se sufre por no amar, de modo que amar es sufrir y no amar es sufrir, y sufrir es sufrir”. El amor es enrevesado.

Salud emocional

“El amor es una emoción prioritaria para llevar una vida emocionalmente saludable”, dice la profesora de psicología de la UOC y directora del proyecto Cultura Emocional Pública Mireia Cabero, antes de subrayar que una vida desprovista de amor “es una vida emocionalmente vivida desde la escasez. Una vida pobre –subraya–. De poca calidad”. “Los niños sin amor evolutivamente no pueden crecer. Claro que crecen, desde luego, pero lo hacen faltos de este pilar fundamental y transversal a lo largo de la vida que es el amor”. Será San Valentín y la celebración del amor de pareja, pero ningún profesional puede abordar el fenómeno dejando de lado que hay amor de padres, de hermanos, de abuelos. De amigos. “La gente no se muere sin amor, por supuesto, pero quienes no tienen amor llevan una vida de poca calidad”.

La psicóloga afirma que es uno de los “activos emocionales” más valiosos en estos tiempos de pandemia, cuando todo el mundo está expuesto a cierto desvalimiento sentimental, y que un día como el de San Valentín debería ser aprovechado para revisar críticamente el amor. “Hay que aparcar los automatismos y vivirlo desde la conciencia, lo cual abre muchas posibilidades. Para que nuestra vida amorosa sea plenamente satisfactoria debemos preguntarnos cómo estamos amando”.

El desamor

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El amor sería menos reconocible sin la existencia de su némesis, el desamor. ¿Qué ocurre en el cerebro cuando una persona entra en esa fase? Responde el doctor Eguia: “En la fase inicial del enamoramiento, la activación de determinados circuitos y la liberación de ciertos neurotransmisores modulan nuestra percepción y el funcionamiento de áreas donde se asienta nuestra conducta más racional. Es probable que, con el paso del tiempo, esta inhibición que no nos permitía ver determinados aspectos de la otra persona se agote y nos vuelva a cambiar la percepción, y también seamos más permeables a ideas más racionales”.

El amor es irracional. Luego, inexplicable. Luego, a celebrar.