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Tania García: "No hay que tener un segundo hijo para 'dar un hermanito' al primero"

  • La autora y asesora familiar publica 'Hermanos', un ensayo sobra cómo educar la relación entre los hijos

Tania García, autora de ’Hermanos’

Tania García, autora de ’Hermanos’ / ED VERGARA

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Olga Pereda
Olga Pereda

Periodista

Especialista en educación y crianza.

Escribe desde Madrid

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La autora de 'Educar sin perder los nervios' y 'Guía para madres y padres imperfectos que entienden que sus hijos también lo son' vuelve ahora a las librerías con el ensayo 'Hermanos, educar la relación entre tus hijos' (editorial Vergara). Madre de dos hijos y fundadora de la escuela online para familias y profesionales Edurespeta, Tania García insta a huir de las etiquetas y aprender a comunicarse mejor con cada hijo.

'Dar un hermanito' al hijo que ya se tiene es uno de los principales argumentos para aumentar la familia. Usted asegura que no es buena idea. ¿Por qué? Nunca hay que tener otro hijo pensando únicamente en el primero. Es decir, no hay que hacerlo para ‘darle un hermanito’ razonando que, sin no, se sentirá vacío. Una persona merece nacer con la finalidad de ser amada por ser como es en sí misma y con la certeza de que sus padres podrán cubrir sus propias necesidades psicológicas y fisiológicas.Tener más de un hijo implica que habrá un ser humano más en casa. Los padres deben ser conscientes de esto para evitar posteriormente situaciones derivadas de que no se haya reflexionado lo suficiente esta decisión. Tener hermanos es una experiencia mucho más intensa que el simple hecho de crecer y vivir con un igual. No deben venir al mundo para rellenar carencias emocionales o vacíos. 

La mejor manera de decir a un niño que un hermano viene en camino depende de su edad. Aun así, ¿hay algún denominador común a la hora de realizar ese anuncio? Lo que queremos y debemos transmitir a nuestro hijo es siempre lo mismo: amabilidad, respeto, amor y alegría. Pero sin exagerar ni sobreactuar, atendiendo a sus dudas, curiosidades y miedos. La diferencia en el mensaje viene dada por la necesidad de adaptar lo que queremos transmitir a la madurez emocional y cerebral del hijo al que queremos darle la noticia. Debemos entender que aunque nuestro hijo reciba la noticia con alegría, no significa que esté entendiendo lo que va a suponer emocionalmente para él. No lo sabrá hasta que no lo experimente. Estemos preparados para cambios emocionales. 

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¿Por qué no es bueno llamar a nuestros hijos por mayor, mediano o pequeño? ¿Tanta carga psicológica les supone? Las etiquetas nunca son buenas y debemos desecharlas completamente de la educación. La figura del 'hermano mayor 'y 'hermano pequeño' están cargadas de prejuicios y tópicos que condicionan el modo en el que nuestros hijos se sienten y las expectativas puestas en ellos. Por ejemplo, si pensamos en la etiqueta 'hermano mayor', acudimos inmediatamente a la figura protectora del primer hermano, que debe cuidar e incluso sacrificarse por el segundo. Por contra, el pequeño se supone que será vulnerable, el que siempre obedezca al primero, siga sus consejos y le respete por el hecho de que nació antes que él. Estos conceptos están cargados valores perjudiciales para la infancia.

Insiste mucho en la necesidad de no llamar a nuestros hijos por apodos, por ejemplo 'gordito'. ¿No es una manera cariñosa de nombrarlos? Podemos utilizar apodos que no conlleven etiquetas, que no hagan alusión al cuerpo ni similar. Todas las etiquetas marcan nuestra vida y nuestra autoestima y nos influyen en todas nuestras relaciones.

Recomienda no dar a los dos hijos lo mismo. "La igualdad no es posible ni beneficiosa", afirma. ¿Por qué? Las oportunidades deben ser las mismas para cada uno de ellos, pero debemos tratar a cada hijo como la persona única que es. Esto conlleva, por supuesto, tener necesidades emocionales distintas. Requiere una atención diferente.  

¿Es imposible no tener un hijo favorito? Imposible no, pero uno de los muchos temas que trato en el libro es precisamente este favoritismo por alguno de ellos, que es completamente natural y normal, tal y como demuestran diferentes estudios científicos. Es algo que depende en muchas ocasiones del nivel de similitud con los gustos y las aficiones que tenga y lo identificados que nos sintamos. Sabiendo esto está en nuestra mano detectarlo para evitar dar una atención desigual a cada uno de nuestros hijos y saberlo llevar de manera coherente y sin que nos influya a la hora de educar. 

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¿Qué debemos entender de los celos entre hermanos para asumir que son completamente normales? Los celos en los niños son naturales y forman parte de lo que somos como seres humanos. A través de la evolución hemos adquirido un sentimiento de miedo atroz cuando notamos peligrar nuestra supervivencia al percatarnos de que nuestros padres están o estarán más con otra persona. Ese profundo miedo es completamente natural. Lo que debemos de hacer en estos casos es acompañar y demostrar a ese hijo que está sintiendo celos que estamos y estaremos con él y que nada va a ocurrirle. Esto se demuestra día a día con respeto, atención, escucha y amor incondicional. A través del desarrollo de una persona, si ha sido correctamente acompañada, los celos van poco a poco desapareciendo. Pero esto no es mágico. Insisto, los celos solo pueden acompañarse correctamente si se entiende que son naturales y que lo que evidencian es que nuestros hijos nos necesitan a su lado de forma individual.  

¿Cómo debemos gestionar una pelea entre hermanos? Debemos comprender que las peleas entre hermanos son naturales y forman parte de su relación. El verdadero problema es cuando muchos de estos conflictos lo tienen a causa de cómo acompañan esta relación los padres. La mayoría de peleas entre hermanos serían evitables si su relación se acompañase adecuadamente. Podemos decir que hay un 90% de conflictos evitables si los adultos aprendemos a saber actuar, y un 10% que son naturales y que ocurrirán. No somos jueces ni árbitros en las relaciones entre los hermanos y mucho menos una vez se producen los conflictos, ya que emitir juicios, aunque tengamos claro quién lo ha iniciado, solo fomentará problemas a la larga. Cuando hay conflictos entre hermanos, muchos padres dicen "bueno, que se apañen ellos". Esta frase es tremendamente errónea porque nuestros hijos nos necesitan y no como jueces, sino como padres y madres, lo que significa que nuestro papel es el de acompañar correctamente sus emociones. En esos momentos nos necesitan más que nunca para comprenderse a sí mismos y sus reacciones, a sus hermanos y sus sentimientos.

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