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Un haba entre los Reyes Magos y Saturno

En el último día de los grandes atracones navideños, el famoso roscón de Reyes será la guinda en muchas casas. Alguien será coronado mientras otro se llevará un haba

Roscones de Reyes.

Roscones de Reyes. / ADRIÁN ROPERO

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Hoy es el día que más coronaciones por minuto hay en el mundo. Los afortunados que encuentren la figurilla dentro del roscón de Reyes podrán lucir su propia corona, aunque sea de cartón. Pero quien tenga peor suerte se quedará el haba porque, según la tradición, es quien tiene que rascarse el bolsillo para pagar. Que aparezca una monárquica figurita dentro de un pastel, pase. Pero, ¿qué demonios pinta una haba allí dentro? Pues recordarnos 2.000 años de historia.

En la época romana, las legumbres eran uno de los pilares de la dieta, especialmente el haba, que era muy consumida. Además, tenía un papel clave en una celebración de invierno, que explica su rol actual.

Coincidiendo con la llegada del solsticio a finales de diciembre, los romanos celebraban las fiestas Saturnales en honor del dios Saturno. Dos milenios de cristianismo a cuestas pueden hacer creer que en la antigüedad no se tomaban en serio sus religiones. Era justo lo contrario. Tanto griegos como romanos eran muy devotos y supersticiosos. Para ellos los rituales tenían gran importancia.

El objetivo de las Saturnales era festejar la llegada del final del año homenajeando al dios que, según la tradición romana, había enseñado los secretos de la agricultura a los mortales, y por eso era habitual que se le representara con una hoz.

Pausa en el campo

Tenía sentido organizar aquella fiesta en invierno, cuando bajaba el ritmo de trabajo en el campo. Hay que tener en cuenta que la mano de obra campesina era esclava, y la pausa en el ciclo de los cultivos era perfecta para dar un mínimo descanso a los trabajadores los días más cortos del año. Se hacía con una de las técnicas más habituales de quien ostenta el poder y lo quiere conservar: aflojando un poco la soga. Se dejaba que, por un día, un esclavo fuera el rey de la fiesta. Para escoger al afortunado se preparaban unas tortas con frutos dulces (dátiles e higos) y en una de las piezas se escondía un haba. Quien la encontraba era coronado rey por un día.

Un pastel para cada fiesta

Historia, cultura y gastronomía siempre han estado ligados. Basta repasar el calendario del Gremio de Pasteleros para darse cuenta: tijeras por Santa Lucía, volantes por San Cristóbal, crema por San José... sin olvidar la coca de San Juan, los buñuelos de Cuaresma o la mona de Pascua.

En aquellos tiempos la haba simbolizaba abundancia y buenos augurios, y el hecho de que Roma dominara todo el continente europeo explica que actualmente haya muchas zonas donde se celebran fiestas con pasteles con una sorpresa escondida en su interior. Cuando el cristianismo se impuso, la nueva religión adaptó muchas celebraciones consideradas "paganas". Así, los días de desenfreno en honor a Saturno pasaron a ser los de la adoración por el nacimiento de Jesucristo.

Moda francesa

Durante toda la Edad Media se echó tierra encima del legado romano, pero a partir del siglo XV se empezó a prestar atención a la época clásica de nuevo. Por ello, el período posterior a la época medieval se conoce como Renacimiento. Parece que fue entonces cuando, en tierras francesas, la nobleza puso de moda celebrar la Epifanía con un roscón que llamaron Gâteau des Rois inspirándose en las Saturnales. Como ocurre siempre, los pobres quisieron imitar a los ricos y la costumbre se fue popularizando. La diferencia era que las familias acomodadas ponían una moneda mientras que los demás se conformaban con el haba.

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Bien sea por influencia francesa o por evolución de las propias costumbres, en otros sitios se hizo lo mismo. Una buena prueba la aporta el trabajo del pintor flamenco Jordaens, que dedicó varias telas a aquella celebración. La más conocida es ‘El rey bebe’, de 1640. El centro de la composición lo ocupa un viejo barbudo, tocado con una falsa corona y rodeado de la familia y los criados que, con expresiones grotescas, transmiten la sensación de exceso de la celebración. La habilidad del artista para captar la esencia del momento hace caer en la tentación de imaginarlo ahora haciendo ‘stories’ de Instagram con escenas como aquella.

En Catalunya, según las investigaciones, el roscón de Reyes habría llegado a principios del siglo XX. Que era un pastel de importación lo demuestra que en la publicidad aún se usa el nombre francés. Algunos establecimientos, para animar a la clientela a consumir el nuevo producto, ponían monedas de peseta. Una acción de ‘marketing’ que ahora no sé si gustaría mucho a inspección de Sanidad.