Entender + con la historia

Jaume I, tan lejos tan cerca

La curiosidad de una lectora nos lleva hasta la edad media para adentrarnos en la fascinante biografía de uno de los personajes con una de las vidas más intensas de nuestra historia

El rey Jaume I el Conqueridor.

El rey Jaume I el Conqueridor.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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La voluntad de esta sección es dar cierta perspectiva histórica a nuestro presente. Y también quiere satisfacer la curiosidad de quien quiera saber algo más del pasado. Por ejemplo, hace unos días, la lectora Maria Ferragut, de Cornellà de Llobregat, pedía "un artículo biográfico lo más extenso posible sobre la figura de Jaume I". ¡Qué reto! Ni siendo capaces de convencer al director de hacer un 'Periódico' exclusivamente dedicado a este monarca, se conseguiría un retrato suficientemente cuidadoso de una de las figuras más importantes de la historia medieval de la Europa Occidental.

Cabe decir que es magnífico que la señora Ferragut haya hecho la petición durante diciembre porque permite explicar que gracias a Jaume I sabemos que en la edad media se comían barquillos. Y es que, durante la comida navideña de 1267, fue uno de los dulces que el rey ofreció a sus comensales, según consta en el 'Llibre dels Fets'. Este es un texto interesantísimo, que vendría a ser una especie de autobiografía. Es una de las cuatro grandes crónicas, que es como se conocen los textos que quisieron dejar constancia de los acontecimientos protagonizados por los reyes catalanes de la Corona de Aragón. Es divertido escuchar a los actuales analistas en comunicación política insistir en la necesidad de que líderes y partidos tengan un relato propio, como si acabaran de descubrir la sopa de ajo. El presente tendrá sus peculiaridades, pero la base es idéntica desde la noche de los tiempos y los reyes medievales sabían perfectamente que, si querían ser recordados como bravos guerreros y sensatos gobernantes, nada mejor que explicarlo ellos mismos.

En el caso de Jaume I es fácil darse cuenta cómo desde las primeras páginas su discurso está pensado para demostrar que había nacido para sentarse en el trono; empezando por la forma en que presuntamente fue concebido. Según la leyenda, su padre, el rey Pere el Catòlic, se acostó con su esposa Maria de Montpeller pensando que era otra mujer que le esperaba en la cama, puesto que de su consorte no quería saber nada. Así, fruto de un solo encuentro fortuito, habría nacido el futuro Jaume I, en una escena que remite a pasajes similares protagonizados por héroes antiguos como Hércules o Alejandro Magno.

Lo cierto es que cada episodio de la vida del rey catalán ofrece una nueva hebra de donde tirar. Es tentador, por ejemplo, preguntarse el impacto que causó en su personalidad el hecho de que su padre le ofreciera como rehén a su acérrimo enemigo, Simón de Montfort, cuando el futuro rey solo tenía tres años. Era un gesto para acercar posiciones, pero que no sirvió de nada y Pere murió en la batalla de Muret en 1213 a manos de las tropas de Simón. Así pues, Jaume quedó huérfano a los 5 años. Y por si esto fuera poco, entre los 6 y los 9 quedó bajo la tutela de los templarios en el Castillo de Monzón, donde lo prepararon para ser rey.

Reparto de territorios

Quién sabe si la ausencia de figura paterna influyó en que primara más la condición de padre que la de rey a la hora de hacer testamento en favor de sus hijos cuando murió en 1276. En vez de legar todo a un solo heredero, repartió los territorios conquistados entre Pere el Gran, que se quedaría Aragón, Catalunya y Valencia; y Jaume, que se convertiría en rey de Mallorca.

También es verdad que, durante su reinado, Jaume I había considerado aquellos territorios como autónomos y confederados -utilizando palabras actuales- a la Corona de Aragón. Llama la atención, o no tanto, que en cambio en Castilla el control de las tierras conquistadas a los musulmanes se hacía de manera más unitaria.

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Pero además de guerrero, el Conqueridor -que recibió este apodo también por sus victorias amorosas- tuvo otros intereses. Puso las bases institucionales y legislativas de la época, con la creación del Consell de Cent de Barcelona, ​​por ejemplo. A él también se le debe la expansión del comercio por el norte de África gracias al Consolat de Mar, una entidad que daba cobertura jurídica a los mercaderes de la corona que hacían negocios internacionales.

Autonomía territorial, conexión de las regiones mediterráneas, comercio global... efectivamente la edad media y la actual no tienen nada en común, ¿verdad?

Libros para saber más

La figura del Conqueridor es infinita y aquí solo se ofrece una pequeña muestra. Afortunadamente disponemos de buenos trabajos biográficos que permiten profundizar como 'Jaume I. Història i mite d’un rei', de Stefano Maria Cingolani. Además, por supuesto, del 'Llibre dels Fets', que circula en varias ediciones.

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