Pedro Mier Allende: padre de familia y empresario

Padre de familia y empresario. Así rezaba la esquela de mi padre, fallecido con 101 años el pasado 17 de diciembre, después de una vida larga y fructífera, porque esas eran dos de los rasgos principales que marcaron su vida... Escribo esta crónica necrológica a petición de mis compañeros de AMETIC, la asociación de la Industria Digital en España, que presido.

Mi padre nació en Trescares, una aldea asturiana del concejo de Peñamellera Alta, al pie de los Picos de Europa, junto al río Cares. Asturiano de nacimiento y sentimiento y catalán de adopción y arraigo, siempre hizo gala de su doble adscripción y colaboró activamente con las instituciones y gentes de ambas tierras para la mejora de su economía y de sus gentes. Padre de 10 hijos junto con su mujer Conchita Albert (mi madre), de Figueres.

La familia fue la primera de sus dedicaciones y siempre empezaba sus presentaciones personales como “padre de familia de 10 hijos”. Vivió desde los 20 años en Barcelona, donde formó su extensa familia y desarrolló sus actividades empresariales.

Hombre de gran actividad y profundas convicciones, fundó junto con su hermano Ramón la empresa familiar Mier Allende S.A., especializada en antenas, continuada posteriormente por Mier Comunicaciones S.A., empresa de alta tecnología especializada en equipos y redes de transmisión y equipos electrónicos para satélites que fundé con ellos dos.

Colaboró intensa y activamente en muchos ámbitos, destacando la Fira de Barcelona, la Federación Catalana de Atletismo, la Sección de hockey patines del FC Barcelona, entre otras.

Mi padre pertenecía al grupo de empresarios que en 1976 fundaron ANIEL (Asociación Nacional de Industrias Electrónicas), precedente de la actual AMETIC y fue su segundo presidente. Hoy se les habría llamado “emprendedores”, pero no simples emprendedores, sino grandes “emprendedores-empresarios” motivados no solo por impulsar sus empresas, sino por contribuir a la modernización de nuestra industria y nuestro país y a la mejora de las condiciones de vida de sus conciudadanos. Con su arrojo, iniciativa y entusiasmo consiguieron impulsar el asociacionismo en nuestro sector y hacer crecer la industria electrónica y la tecnología de las empresas de nuestro país.

A su lado aprendí lo importante que es saber poner los intereses generales por encima de los particulares. Saber ceder en lo accesorio, pero mantenerse firme en lo fundamental. La importancia de contar con empresas que tomen sus decisiones en nuestro país, defendiendo a la vez las condiciones que permitieran su crecimiento y también el del resto de empresas con presencia en nuestro país. El papel del dominio de la tecnología para asegurar la soberanía. La fuerza imparable de la unión y la responsabilidad de aportar, tanto desde el apoyo como desde la crítica, las mejores ideas a los gobiernos para buscar conjuntamente las soluciones más beneficiosas para todo el país

Sé que en estos momentos estas ideas pueden parecer utópicas, a la vista de la falta de unidad, la imposición del grande ante el pequeño o la falta de visión estratégica, que tantas veces nos deprimen, pero el ejemplo de los pioneros nos debería servir de modelo y estímulo para aportar nuestro mejor saber hacer, especialmente en momentos de reconstrucción y reinvención como los que ahora afrontamos.

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Desde que llegué a la presidencia de AMETIC me propuse replicar el espíritu de estos pioneros, rodeado de un buen grupo de empresarios y empresarias que comparten el espíritu emprendedor, la generosidad y la altura de miras necesarias para afrontarla tarea de fortalecer y regenerar el tejido empresarial e industrial de nuestro país. Con ello seremos fieles a ese espíritu de los pioneros y dignos depositarios de su legado.

FIRMA ESTE ARTÍCULO Pedro Mier Albert, hijo y presidente de AMETIC.