Entrevista

Jordi Serrallonga: "El homo sapiens se extinguirá en no mucho tiempo"

Un miembro del pueblo hadzabe le dijo a Jordi Serrallonga, en uno de sus viajes por todo lo largo y ancho de este mundo, que todos «somos animales». A veces lo olvidamos, hasta que un virus o una sequía amenaza con acabar con nuestro sistema de vida. El mono, nos explica en ‘Dioses con pies de barro’ (Ed. Crítica) este viajero, arqueólogo, naturalista y divulgador, está desnudo. 

Jordi Serrallonga, en el jardín del Ateneu Barcelonès.

Jordi Serrallonga, en el jardín del Ateneu Barcelonès. / Jordi Otix

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Ernest Alós
Ernest Alós

Coordinador de Opinión y Participación

Especialista en Escribo, cuando puedo, sobre historia, literatura fantástica y de ciencia ficción, ornitología, lenguas, fotografía o Barcelona

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En sus artículos para EL PERIÓDICO firma como naturalista y explorador. Siempre me ha llamado la atención. ¿Se puede ser aún explorador?

Hay gente a la que le llama más la atención lo de naturalista, y escriben naturista, como si hiciera ciencia en pelotas. Es un término que me encanta y que estamos perdiendo por la hiperespecialización. Quizá tocas muchas teclas, pero en el campo, si estoy con un masái, o con un elefante, o con una ballena, me fijo en todo lo que pasa alrededor. Es imposible entender la biodiversidad con una sola especie. Y tenemos que cambiar el discurso, no salvar especies sino ecosistemas. En cuanto a lo de explorador, quiero decir que todos podemos ser exploradores. Yo tengo el placer de poderlo hacer en todos los continentes, pero cuando la gente se mueve por Barcelona puede ser también un explorador. Es lo contrario de quedarse solo con los libros o el laboratorio. Lo que me molesta es que se le diga explorador al tío que cruza un océano en moto acuática financiado por 20 empresas. 

«La idea de que no estamos sometidos a la naturaleza ha chocado con esta pandemia»

¿Este libro ya estaba cocinado, con el cambio climático en mente, o nació marcado por el covid? 

Justo cuando empezó el confinamiento estricto le expliqué por teléfono a la editora de Crítica, Carmen Esteban, mi visión de por qué habíamos llegado aquí . Y al cabo de un rato me dijo: ‘Quiero que esto sea un libro’. La mayoría de la gente ha oído hablar de Darwin y la teoría de la evolución pero no la entienden, ni consideran que aún estamos sometidos a estas leyes y creen que ya somos el súmmum de la evolución, la especie elegida, la que está por encima de todo. Cuando no estamos en la cima de una pirámide sino que somos una rama de un árbol. Pero esta concepción ha chocado con esta pandemia. Hemos visto que no siempre tenemos la solución para todo. Y más cuando no es algo que lleve avisándonos durante décadas, sino que nos ha atacado en días. 

«La naturaleza tiene unos límites. Hasta ahora hemos hecho filigranas para saltárnosla, pero está ahí"

Pero parece que reaccionemos mejor a las amenazas inmediatas, como esta, que a la emergencia climática. Menudos procastrinadores que estamos hechos.

Íbamos tirando, íbamos tirando. Solo hemos reaccionado ante un peligro inmediato. Después de haber expulsado a científicos del país y cancelado proyectos, cambiamos de discurso y decimos que la ciencia nos salvará. Pero tomémonos esta reacción con pinzas: ahora puede llegar la vacuna, pero pueden venir otras pandemias u otras catástrofes causadas por el cambio climático.

¿Este es el mensaje del libro, que seguimos siendo animales a la intemperie?

Somos una especie y estamos sometidos a las cosas que nos suceden. Aunque somos una especie que razona y podríamos encontrar soluciones para que todo no sea tan dramático.

Dice que la evolución y la selección natural siguen actuando sobre nosotros. ¿Cómo?

El proceso de selección natural sigue. En las revistas seudocientíficas aparecen esas ilustraciones de cómo será el hombre del futuro, que si tendrán ojos enormes, cerebros enormes... Parecen extraterrestres. Pero este no será el humano del futuro: el Homo sapiens es una especie que seguramente se extinguirá en no mucho tiempo. No mucho tiempo en una escala geológica puede ser centenares o miles de años. Será la especie que acabará con la estirpe de los homínidos, porque emprendimos una serie de pasos que forman parte de nuestra cultura, que es biología, que fue inventar la agricultura, la ganadería, la revolución industrial... eso nos ha permitido sobrevivir pero nos ha llevado a una explotación de los recursos que hará que este final de la especie humana, que yo creo que es inevitable -hasta la Tierra se acabará-, se acelere de una manera brutal. La naturaleza tiene límites. Hasta ahora hemos hecho filigranas para saltárnosla, y parecía que la habíamos desafiado y la habíamos vencido, pero la naturaleza esta allí, y el coronavirus es una prueba. La evolución no se detiene, forman parte de ella las enfermedades que nos pueden hacer mejores, peores o matarnos. 

«No estamos en la cima de una pirámide, somos una rama de un árbol»

Cambios el hombre ha superado muchos. Quizá el problema es que nos hayamos inventado una sociedad no portátil. 

Yo siempre pongo el mismo ejemplo a mis alumnos. Los seis o siete millones de años que pasamos viviendo como cazadores recolectores, bípedos pero con más apariencia de simios, éramos depredadores. Y sobrevivimos durante millones de años. El equilibrio era óptimo. En los cambios climáticos de hace 10.000 años al Homo sapiens le aparecieron desiertos e inventó la agricultura. Un cambio climático hizo que en lugar de extinguirnos apareciesen individuos que triunfaron biológica y culturalmente. En el de ahora, si la temperatura del planeta sube mucho, la habitabilidad de la Tierra será similar a la de después de una guerra nuclear. Nuestra biología tiene límites. La naturaleza selecciona quién está bien adaptado o no, y llegará un momento que nosotros seremos los que no estaremos bien adaptados a vivir muchísimos en este planeta y en estas condiciones nuevas. Es lo que está haciendo ahora: como nos acercamos a los bosques y comemos animales que hace tiempo que no comíamos, nos pasan cosas. 

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Durante el confinamiento pareció que la naturaleza reclamaba el espacio que nosotros abandonamos. ¿Fue un espejismo?

Quedaba muy bonito hablar de rebelión animal. Que nosotros estábamos encerrados y ellos nos miraban por la ventana como si estuviéramos en el Zoo. Eso nos enseñó que nosotros ocupábamos su espacio, pero solo fue una bonita metáfora.