Entender + con la historia

Navidad antirracista

Aprovechando el espíritu navideño, la fuerza de un grupo de mujeres logró convertir una causa minoritaria en un fenómeno de masas. Ocurría en Boston, hace casi 200 años.

Cartel de una de las ferias antirracistas de EEUU

Cartel de una de las ferias antirracistas de EEUU / ARCHIVO

3
Se lee en minutos
Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

ver +

Estos días son propicios para que entidades de todo tipo apelen a nuestro espíritu navideño para colaborar con infinidad de causas solidarias. A veces se puede caer en la tentación de creer que esto es cosa del 'marketing' actual, pero ha sido habitual a lo largo de la historia utilizar los momentos en que estamos más receptivos para hacer proselitismo.

Uno de los casos más fascinantes se vivió en Boston durante la década de 1830. Entonces los EEUU estaban profundamente divididos entre los partidarios de mantener la esclavitud y los que se esforzaban por abolirla. En la costa este la mayoría era abolicionista y allí se iniciaron algunas de las campañas de concienciación más exitosas. Sin lugar a duda, la más destacable fue la promovida por la Boston Female Anti-Slavery Society.

La Navidad de 1834 tres de sus integrantes, Maria Chapman, Lydia Maria Child y Louise Loring, organizaron una feria casera para vender productos hechos por ellas mismas con el objetivo de recoger dinero para su causa. La bautizaron como Feria Anti-Esclavitud e hicieron 300 dólares de caja.

El año siguiente volvieron, pero un grupo de partidarios de la esclavitud quiso impedirlo atacando el domicilio donde se celebraba el encuentro. Las mujeres, sin embargo, lejos de atemorizarse, fueron cambiando de lugar hasta que los adversarios se cansaron de intentar detenerlas.

Poco a poco, la feria se fue consolidando hasta convertirse en un referente en Massachussetts y Nueva Inglaterra. Allí las mujeres de las zonas rurales crearon Círculos de Costura, donde se reunían a lo largo de todo el año para preparar los productos que pondrían a la venta en diciembre. Aquellas entidades tenían un papel muy trascendente porque era un espacio seguro, donde las mujeres podían expresarse con libertad sobre temas políticos sin tener que temer la censura ni el control masculino; como si ellas no tuvieran derecho a tener opinión propia porque aquello solo era potestad de los hombres.

A la hora de poner a la venta los productos confeccionados, los decoraban con etiquetas y lazos que llevaban mensajes favorables a la causa que defendían. Uno de los más habituales era "Armas para los abolicionistas". Aparte de los objetos de costura, también vendían otras cosas. Por ejemplo, relojes de bolsillo con la siguiente inscripción grabada en la tapa: "La política económica cuenta el tiempo en años, pero los esclavos la sufren en minutos".

A partir de 1840, la feria ya era un referente más allá de los círculos abolicionistas, y sus organizadoras lo aprovecharon para completarla con una serie de actividades y conferencias para dar a conocer la situación que sufrían los esclavos. Uno de los hechos más interesantes es que las charlas tanto las hacían hombres como mujeres, una circunstancia excepcional en aquellos tiempos.

Además, incorporaron un nuevo elemento que se estaba poniendo de moda: un enorme abeto decorado con bolas y guirnaldas. Era el inicio de la popularización de los colosales árboles de Navidad que ahora hay en todos los espacios públicos de EEUU. Algunas fuentes apuntan que si la feria de Boston tuvo árbol fue gracias a Charles Folles, el primer profesor de alemán que trabajó en la Universidad de Harvard, y famoso por ser un activo defensor de los derechos de los niños y de la libertad los esclavos.

Noticias relacionadas

En aquellos tiempos, en Boston, cuando llegaba Navidad todo el mundo visitaba la feria y los niños quedaba embobados con el árbol que ponían. Aquel pequeño encuentro casero de 1834 se había convertido en un acontecimiento que necesitaba un edificio entero para dar cabida a las actividades y los puntos de venta.

El problema era que tanta actividad comercial empezaba a diluir el mensaje que se quería transmitir. La gente iba a comprar sin prestar demasiada atención al problema de la esclavitud. Por esta razón en 1858 la organización canceló la feria, pero no se quedaron de brazos cruzados. A partir de ese momento promovieron una gala para homenajear los abolicionistas más comprometidos porque todavía quedaba mucho trabajo por hacer.

El final de la esclavitud, no del racismo

En los EEUU, la lucha para acabar con la esclavitud fue muy larga y no culminó hasta después de la Guerra Civil (1861-65), cuando entró en vigor la 13ª enmienda de la Constitución que la prohibía explícitamente. Sin embargo, la segregación racial continuó siendo un problema que aún no se ha superado, tal como nos recuerda la actualidad con demasiada frecuencia.