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Hacer ejercicio ayuda a aliviar los síntomas del Síndrome de Fatiga Crónica

  • Entre el 5 y el 20% de la población española lo sufre, la mayoría mujeres
  • Al principio puede notarse empeoramiento, pero la práctica deportiva ayuda a revertir las dolencias causadas por el SFC
Dos mujeres paseando por el Passeig de Sant Joan

Dos mujeres paseando por el Passeig de Sant Joan / SERGI CONESA

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Begoña González

El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) es una enfermedad neuroinmunológica que afecta a entre el 5 y el 20% de la población en España, en su mayoría mujeres de entre 40 y 60 años. A pesar de que parezca una contradicción por el gran cansancio físico y mental que provoca esta condición todavía poco conocida, para estas personas el deporte constituye una parte importante del tratamiento a partir de la que pueden experimentar grandes mejoras. 

Entre otros síntomas, quienes la padecen SFC sufren de un gran cansancio físico y mental, trastornos del sueño, inmunodepresión, falta de apetito y propensión a sufrir infecciones tópicas y urinarias. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido oficialmente este síndrome como una “enfermedad crónica que afecta de forma significativa la salud y la calidad de vida de las personas que la padecen”. Aunque no existe un tratamiento único para los síntomas y se suelen tratar por separado, los especialistas recomiendan a quienes sufren el SFC la práctica deportiva suave. 

“El ejercicio físico puede ayudar a estos enfermos porque contribuye a la creación de moléculas antiinflamatorias que contrarrestan el exceso de moléculas inflamatorias que producen este tipo de enfermos y que son la causa del desequilibrio neuroinmunológico que sufren”, explica el Jefe de la Unidad de Medicina Funcional y del Deporte en el Hospital Quironsalud, el doctor Carlos de Teresa.

Aún así, a menudo, los síntomas de la SFC aumentan durante las primeras semanas de la práctica de ejercicio en cualquier grado, y este hecho puede frustrar los intentos de empezar y cumplir un programa de condicionamiento físico como le ocurre a nuestra lectora Ana Navarro, de Barcelona. 

“Hay que recordar, que la práctica regular de ejercicio será básica para conseguir una mejora, por lo que a pesar de que cueste, hay que persistir”, explica Ivette Callorda, profesional de la actividad física y ejercicio físico para personas mayores y colectivos vulnerables. “Al principio resulta un esfuerzo incluso el hecho de planteárselo porque el movimiento para estos enfermos está relacionado con el dolor”, explica. Cualquier enfermedad crónica termina creando un círculo vicioso de malestar con el que se debe cortar para conseguir sentir los resultados. 

Ejercicios recomendados

En primera instancia, para empezar a realizar actividad física es interesante llevar a cabo ejercicios básicos y sencillos que ayuden a revertir el deterioro que se ha ido causando a nivel muscular por el sedentarismo que suele acarrear el SPC. “El ejercicio debe realizarse con un seguimiento y un acompañamiento para conseguir que sea placentero y cree adhesión. Solo así se conseguirá crear un poco de resistencia que ayude a ganar calidad de vida”, explica Callorda. 

“Es muy importante adaptar las actividades, las frecuencias, las intensidades e incluso los descansos a cada caso, no es lo mismo una persona que lleva años sufriendo SFC y ya no tiene ningún tipo de actividad física en su rutina diaria, de una que hace relativamente poco que la sufre y todavía es capaz de realizar algún movimiento”, explica Callorda.

Los entrenamientos deben contar con ejercicios de fuerza, resistencia y flexibilidad y deben ser realmente tolerables, en intensidades bajas y de duración corta. “Se suele empezar por ejercicios en los que el paciente tenga que mantenerse en pie. Las conexiones neuronales con los músculos se rompen debido a la inactividad y lo esencial es recuperarlas”, explica el doctor de Teresa. Para crear la conexión mente-músculo es necesario tomar mucha conciencia al realizar los ejercicios y pensar premeditadamente que músculos se quiere involucrar en cada movimiento.

Progresión y adhesión

“Se suele empezar con sesiones de unos 10 minutos que a medida que se gana resistencia se alargan a los 30 minutos. Lo correcto sería sumar unos 150 minutos aeróbicos a la semana que pueden completarse andando. Luego se van introduciendo ejercicios de fuerza unas dos o tres veces por semana. Siempre sin carga, con el propio peso e incluso con bandas una vez se haya creado resistencia”, recomienda Callorda.

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Los ejercicios de estilo funcional para este tipo de enfermos deben ser movimientos fáciles y de uso diario como sentarse y levantarse de una silla, realizar movimientos con los brazos para fortalecer la musculatura e incluso ejercicios de flexibilidad como agacharse y volver a levantarse. La finalidad es que este tipo de movimientos que se realizan en el día a día sean cada vez más llevaderos. 

En condiciones normales, un paciente de este tipo suele tardar unos meses en notar mejoría y los programas suelen diseñarse para duraciones de entre 9 y 12 meses. Por ello, resulta de vital importancia la constancia y seguir haciendo los ejercicios prescritos para poder progresar.

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