Pasión de historia

Un antídoto contra los abrigos de piel

Imagen de 101 dálmatas

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Un visón no es un abrigo. Es un animal. Y una de las cosas que nos ha descubierto la pandemia es que en Dinamarca y en Francia hay granjas de estos bichos para desollarles la piel. Tal y como explicó EL PERIÓDICO días atrás, el miedo que una mutación de la Covid-19 pasara de los visones los humanos llevó a las autoridades a eliminarlos masivamente. En Dinamarca el sacrificio de 15 millones de ejemplares sin argumentos científicos y legales claros ha generado una crisis de gobierno y el ministro de Agricultura se ha visto obligado a dimitir para asumir su responsabilidad.

El destino de estos animales era la industria peletera, que necesita 60 ejemplares para confeccionar un solo abrigo largo. El típico abrigo de visón que antes era signo de distinción y que ahora ya rechaza todo el mundo que tiene una mínima sensibilidad.

Seguramente la persona que primero hizo darse cuenta a muchos niños que hacer abrigos con pieles de animales era una barbaridad fue Dodie Smith. El nombre no es nada conocido, pero "101 dálmatas" sí. Antes de ser película de Disney fue un libro infantil escrito por Smith, una autora teatral de bastante éxito en Inglaterra.

Dodie Smith fue una autora teatral de bastante éxito. Un día una amiga suya comentó que la piel de sus perros dálmatas sería ideal para un abrigo

En realidad, ella quería ser actriz pero su trayectoria en los escenarios no tuvo demasiado recorrido. Así pues, ante la necesidad de conseguir ingresos estables, comenzó a trabajar en la casa de muebles Heal’s de Londres, pero también fue dedicando su tiempo libre a escribir.

En 1931 obtuvo el primer éxito con 'Azafrán de otoño' y la crítica empezó a fijarse en ella que, a pesar de la buena acogida no abandonó Heal’s. Quizás porque allí encontraba inspiración para sus obras, que retrataban las relaciones domésticas de las clases británicas del mismo modo que ahora lo podría hacer un trabajador de Ikea.

Precisamente su obra más popular fue una historia sobre la familia titulada 'Querido pulpo'. No pretendía hacer ningún alegato animalista sino dar cuenta al espectador que nunca podemos podemos escapar de los tentáculos familiares. Era 1938 y, como ya ganaba bastante con su teatro, por fin pudo dejar la casa de muebles. Y eso que allí encontró marido, un antiguo compañero de trabajo llamado Alec Beesley con quien compartía una pasión: los perros dálmatas. De hecho, el primer perro que tuvieron se llamaba Pongo y por esta razón así llama el protagonista del libro y de la película. Cuando Pongo murió, el matrimonio tuvo dos más, Folly y Buzz, que tuvieron 15 cachorros. Según explicaría años después Smith en su autobiografía, uno de los vástagos nació con un paro respiratorio pero Alec lo reanimó. Como recordará todo el mundo que haya visto '101 dálmatas', es una de las escenas de la película.

Un comentario desafortunado

Y es que la inspiración aparece en los lugares más inesperados. Tanto surge observando los clientes de una casa de muebles como aguantando el comentario poco afortunado de alguien: "Estos animales quedarían bien en un abrigo de pieles" le dijo una amiga a Smith cuando vio la descendencia de Folly y Buzz al visitarlos. Aquella observación de gusto dudoso disparó el resorte creativo de Smith. En su imaginación acababa de nacer uno de los personajes más siniestros de la ficción infantil: Cruella De Vil.

Del Adriático a Londres

Dalmacia, bañada por el Adriático, parece ser el lugar de origen de estos perros de pelaje tan particular. Ya aparecen pintados en los cuadros de la nobleza del siglo XVII. A finales del siglo XIX se fueron popularizando por toda Europa, sobre todo en Inglaterra donde se pusieron de moda justo cuando Smith empezaba a trabajar a Heal’s.

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La primera versión de la historia se publicó por capítulos durante el verano de 1956 en la revista 'Woman’s Day' con el título 'El gran robo de perros'. Al año siguiente ya se editó como libro pero con otro nombre: 'La caza de 101 dálmatas'. En 1961 Disney convirtió la obra de Smith una de las diez películas más vistas ese año en EEUU y en uno de los filmes de animación más populares de la historia de la compañía.

A partir de ese momento, Smith siguió su trayectoria literaria y teatral. Murió en 1990, cuando tenía 94 años. Y hasta el último momento de su vida lo hizo acompañada de dálmatas. Cuando le preguntaban por qué le gustaba tanto estaba rodeada de sus compañeros caninos alababa su inteligencia, y es que como solía decir "muchos perros pueden entender casi todas las palabras que dicen los humanos, pero difícilmente un humano reconocerá más de media docena de ladridos diferentes".

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