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Antonio Aguilera: "El problema no es la riqueza, sino la distribución"

Economista y embajador de la propuesta de crear la figura del Defensor de las Generaciones Futuras. Es el momento de un giro de volante -dice- por el bien común

Antonio Aguilera, embajador de la propuesta de crear la figura del Defensor de las generaciones futuras, en Vallfogona de Ripollès.

Antonio Aguilera, embajador de la propuesta de crear la figura del Defensor de las generaciones futuras, en Vallfogona de Ripollès. / JOAN CASTRO / ICONNA

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Carme Escales

Días de regreso. Unos del pueblo, con tomates, huevos o mermeladas, y el añoro del pausado paseo. Otros de más lejos, volaron con ligero equipaje. Pero la simplicidad del menos es más se puede practicar todo el año. Es un mensaje que deja allí donde va Antonio Aguilera (1971), nacido en Isla Cristina, ciudad de Huelva rodeada de marismas. De la mano de la fundación Savia, que defiende los valores del entorno rural y la ecología, viaja sumando adhesiones a la idea de crear la figura del Defensor de las generaciones futuras, un auditor transversal que vele porque toda decisión de hoy sea por un mañana mejor.

¿Ser isleño enseña a ser alguien más sostenible?

Desde luego la sensación de que los recursos son finitos es mucho más evidente. Los isleños tenemos una clara identidad, sentimos que tierra firme es solo la que está bajo los pies. Saber que andes hacia donde andes, el mar siempre estará ahí nos da una conciencia del yo finito.

¿Qué es el Defensor de las generaciones futuras?

Es una figura que proponemos crear en instituciones, apolítica y transversal, que abandere el derecho a vivir en un planeta sano de aquellos que aún no han nacido. Que toda decisión política sea supervisada para asegurar el bienestar del planeta y las personas, hoy y mañana. Tiene el apoyo de la ONU y más de 200 municipios en España se han adherido. En Catalunya, Sant Boi y L’Hospitalet de Llobregat, la asociación y fundación Micropobles Catalunya La Pedrera, Residu Zero SPM y la empresa Servis Group.

Se impulsa desde la fundación Savia.

La entidad que creó en el 2014 Francisco Casero, una persona sensible al problema de la despoblación. Savia persigue agricultura y ganadería sostenibles, la permanencia en zonas rurales y el progreso y autoestima en ellas.

Muchos piensan si vivirían mejor en el pueblo.

Cada uno vive donde quiere o puede. No consiste en ser del bando urbano o del rural. Ambos mundos se necesitan, como una distribución equitativa de servicios para tener oportunidades en todas partes. La inversión pública en la ciudad es mayor que en un pueblo: recogida de basura, seguridad, ambulancias, educación, infraestructuras... 

Pero llega a más gente.

¿Y qué riqueza genera la ciudad? Economía ficticia y especulación financiera. El alimento, el agua, lo esencial, la economía real se produce en el ámbito rural. El volumen de transacciones económicas, gran indicador de la sociedad moderna está cada vez más lejos de las leyes físicas de producción. Nos engañamos si pensamos que vamos mejor por más PIB. Los recursos naturales no se multiplican, la producción natural es limitada y lleva otro ritmo.

En la ciudad se investiga para vivir mejor.

Aunque ciencia y tecnología nos hagan ser más eficientes, la capacidad y el ritmo del planeta son limitados. No podemos seguir creciendo sin conciencia. Las variedades locales de los huertos, por ejemplo, son seguros de vida. El liberalismo económico se traduce en acumular riqueza financiera para unos pocos. El gran problema no es la riqueza, sino la distribución.

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Cada grano de arena importa. Otra vía mía de expresión son los libros. 'Antropoceno' (ed. Utopía) son relatos de ficción sobre qué hacemos y adónde vamos. 'Ínsulas' son tres historias en torno al concepto real y metafórico de isla.