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Emma Rojas: «Sin las otras pastoras, la oveja hubiera muerto»

Dejó atrás Barcelona y dio un vuelco a su vida al convertirse en una joven pastora de ovejas en Santa Maria d'Oló

La joven pastora Emma Rojas cambió Barcelona por su rebaño en Santa Maria d’Oló.

La joven pastora Emma Rojas cambió Barcelona por su rebaño en Santa Maria d’Oló. / MARC VILA

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

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Contra todo pronóstico y con sus monitoras del Cau como referentes, Emma Rojas (Barcelona, 1994) no estudió una carrera sino un Grado Medio de Agricultura Ecológica en Manresa. Ésa fue la primera piedra que le llevó a convertirse en lo que es hoy: una joven pastora feminista de Santa Maria d'Oló, pueblito del interior catalán, con 380 ovejas a su cargo.

-Cambió la Universidad por la ganadería. ¿Cómo es eso?

-En mi Agrupament Escolta me empapé del sentimiento de querer reconectar con el entorno natural. Y cuando llegó Bachillerato me sentía totalmente encerrada en Barcelona, como si fuera una prisión.

-¿Hubo algún punto de inflexión?

-Creo que fue el hecho de querer hacer un voluntariado y ver que era muy difícil porque era caro y no tenía la edad. Ahí supe que quería irme de Barcelona.

-¿Cómo se lo tomó su familia?

-Con mis padres costó un poco el hecho de no estudiar una carrera, pero después me apoyaron mucho. Las amigas tampoco acababan de entenderlo; nuestra relación ha cambiado pero seguimos viéndonos de vez en cuando.

-Explíqueme cómo se acaba siendo pastora.

-En las prácticas del Grado Medio conocí a Jaume y Roser, que tenían un rebaño de ovejas y con quienes conecté mucho. Mientras estudiaba venía a ayudarles... y me quedé con ellos.

-¿Cómo es ahora su día a día?

-A las 7:30-8:00 h saco a las ovejas hasta las 10:30 h. Después voy al pueblo o trabajo en el corral y también me encargo de la gestión administrativa. Por la tarde, las vuelvo a sacar a pastar de 16:00 a 21:00 h.

-Debe ser cansado.

-Parece un trabajo muy físico, pero detrás hay un ejercicio mental muy grande: capacidad organizativa, pensar en la meteorología, tener en mente el bienestar reproductivo de las ovejas... ahora tengo 380 a mi cargo.

-¿Es posible ganarse la vida como pastora?

-No, no es posible. Cuando vienes de familia de payés, lo tienes todo solucionado, pero para quienes nos incorporamos de cero es difícil salir adelante: el acceso a la tierra es caro, los precios de leche y carne se mantienen desde hace 30 años...

-¿Conoce a otras pastoras de su edad?

-Sí, aunque no es demasiado común. Hace cinco años un pastor joven recién salido de la Escuela de Pastores decidió que, como estamos muy aislados de los núcleos, tenía sentido crear un grupo de Whatsapp de pastores. Llegamos a ser unos 170 de toda Catalunya.

-¿Y lo mantienen?

-A raíz de ahí creamos otro sólo de pastoras y ahora somos un colectivo, 'Ramaderes de Catalunya'; de menos de 30 años somos unas 30. ¿Qué hacemos? Organizamos encuentros; compartimos información; visibilizamos el trabajo ganadero de las mujeres y de los ganaderos en general; reivindicamos la ganadería extensiva y hacemos pedagogía sobre el desconocimiento de la creciente conciencia animalista.

-¿Un ejemplo de sororidad?

-El otro día una oveja vieja se puso de parto pero se le cerró el puente pélvico, por lo que su cordero y ella iban a morir. Entonces recordé que en el grupo de pastoras habían explicado un truco: ponerle un lazo en la cabeza para tensar. Y funcionó: tanto la oveja como el segundo cordero están vivos. Si yo me hubiera visto sola, sin el conocimiento que me aportan las otras pastoras, seguramente hubieran muerto.

-¿Percibe agravio contra la figura de la mujer rural?

-Por una parte, es un oficio menos masculinizado de lo que parece: históricamente, el trabajo de las mujeres ganaderas, más centrado en las masías, los corrales o en la parte reproductiva animal, ha estado invisibilizado. Por otra, tanto a hombres como a mujeres rurales se nos infravalora porque la gente cree que somos personas tontas; esa burla es muy común. Pero, en realidad, a nivel urbano tendemos a complicarnos: en el campo he conocido a personas muy simples pero muy naturales, sinceras y con un conocimiento de la vida no equiparable a nada.

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-Para acabar, un proyecto próximo.

-Me estoy construyendo una casa de madera con material reciclado sobre un remolque de tractor. Siendo pastora no eres sólo pastora: también dentista, podóloga, comadrona, aprendes a construir... eres un poco de todo (ríe).