Teresa Sarradell: "En el fútbol, como en la vida, todo es juego y azar"

Agua, tierra y aire son dimensiones en las que Teresa Sarradell (Vilanova de Meià, 1966) tiene algo que contar. Cuando se hizo la piscina en Linyola, el pueblo al que llegó de niña, ella y sus hermanas ya sabían nadar. Enseñaron a hacerlo a todo el pueblo. Pero el fútbol también le atraía. Seguía entrenos y partidos de su hermano, Mingo, y moría de ganas de cubrir una baja.

¿Qué veía en el fútbol?

La habilidad que se requiere con los pies. Pensar, mesurar la potencia, la precisión, regatear, no es lo mismo que con las manos. Dale una pelota a alguien que no haya jugado nunca a fútbol y a ver qué hace con ella en los pies. Es un juego, además, en el que yo veo muchos paralelismos con la vida.

¿Cuáles?

Nos planteamos una estrategia de vida, a veces jugamos de titular y otras nos quedamos en el banquillo. Nos lesionamos, nos fichan, llegan nuevos fichajes y nos desbancan, aplicamos tácticas nuevas, nos meten goles, los hacemos… Como en el fútbol, todo en la vida es cuestión de juego y azar. Nunca sabes cuál será el resultado.

¿Cómo valora que ya se empiece a enfocar en los medios el fútbol femenino?

Lo celebro como toda conquista de espacios que estaban reservados para hombres. Se rompen tópicos. Muchos quedan parados por la habilidad y visión de juego de muchas jugadoras. No todo es potencia en la vida. Siempre mejor habilidad que potencia. Xavi y Guardiola eran maestros de la visión, no de la potencia.

Usted también conquistó un lugar reservado para hombres, entrenando.

Me presenté al curso de entrenadora de fútbol juvenil, fútbol sala y regional hasta 3ª división hace 35 años, cuando no era normal que una mujer lo hiciese. Mi hermano iba y me animó a hacerlo también. Con él siempre comentábamos los partidos que veíamos. Superé todas las pruebas físicas y teóricas. Y en el 2003, con 37 años, me saqué el título de entrenadora nacional.

¿Los utilizó?

Alternaba mis clases de mates en el IES de Artesa de Segre con mi trabajo como segunda entrenadora del Mollerussa, con contrato, durante tres años. Fueron mis años en el banquillo, pero siempre he ido al campo, hoy sigo a uno de mis dos hijos.

También fue pionera como profesora de natación.

Tuvimos la suerte de que en Vilanova de Meià, donde nacimos, hicieron la piscina hace 57 años. Y el cura nos enseñó a nadar. También yoga y música. Al llegar a Linyola se reclutó a gente para formarse como monitores con vistas a la piscina que se inauguró en agosto del 84. Mis dos hermanas y yo hicimos el curso. Yo fui profesora de natación 15 años. Enseñamos a nadar a todos nuestros vecinos y los de los pueblos del entorno.

Aquellos alumnos son público hoy en las conferencias que organiza.

En octubre una conferencia de Gonzalo Boye abrirá la quinta edición de las Aulas de Extensión Universitaria (AEU) de Linyola, un proyecto con la UdL de charlas y salidas culturales para acercar la cultura a los pueblos. Somos 261 socios ya.

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Nos queda la dimensión aérea… ¿A qué la vincula?

Al viaje, que es mi otra gran afición. He viajado todo lo que he podido, con mis hermanas, mis amigas y en familia. El último gran viaje ha sido a Alaska. Viajar es la mejor inversión en ti misma que no te quitará nunca nadie y siempre la llevas contigo.