Gente Corriente

Pere Aumedes: «Hacer cine es un acto de fe y militancia cultural»

Héroe cinematográfico. Gracias a su trabajo de más de 3 décadas, quien vive fuera de las grandes ciudades puede disfrutar de su particular Cinema Paradiso

Pere Aumedes, gerente de Circuit Urgellenc, junto a un proyector de 35 mm Ossa VI-C.

Pere Aumedes, gerente de Circuit Urgellenc, junto a un proyector de 35 mm Ossa VI-C. / FRANCESC GASULL

3
Se lee en minutos
Carme Escales
Carme Escales

Periodista

ver +

Timbrar entradas de cine en talonarios que el departamento de Menores del Ministerio de Cultura controlaba –por aquello de las películas con dos rombos– fue una de las primeras tareas cinematográficas de Pere Aumedes (Penelles, 1964). Lo hacía por las tardes, al salir del colegio. Tenía diez años. El fin de semana estaba en taquilla, vendía chuches o acomodaba al público. Las dos películas del domingo ambientaban sus juegos en el recreo del lunes. Todos los niños del pueblo habían ido al cine el día antes.

 

¿Penelles era una excepción o era así en muchas otras poblaciones?

 

Cada pueblo tenía su cine. En Penelles, fue el cura quien lo impulsó en los años 40, en los bajos de la casa donde se alojaba, la casa de Ramon Vilaltella.

 

¿Quién era Vilaltella?

 

Fue la persona que dio origen al Circuit Urgellenc, el alma de esta empresa de la que hoy soy gerente. No tenía aún 20 años y era huérfano de padre, cuando el cura de Penelles, hospedado en su casa, los enredó a él y a su madre para hacer cine.

 

¿Y de ahí hasta su papel en el Circuit qué pasó?

 

Como el cine de Penelles era un éxito, el año 64 Vilaltella decide construir un cine con dos salas en el pueblo de al lado, Linyola, donde ya había otro cine. Se convirtió en gestor de películas y le propuso a mi padre -Joan Aumedes- crear la sociedad Circuit Urgellenc.

 

Fueron valientes…

 

Costó 6 millones de las antiguas pesetas. Si cada entrada valía 5 pesetas, imagina las que había que vender para cubrir el coste. Como el precio de los derechos de distribución de las películas incrementaba si había más competencia, se aseguraron no tenerla ofreciendo un alquiler a la otra sala del pueblo para que cerrase. Y así se fue haciendo mancha de aceite alrededor.

 

Sin cese hasta ahora.

 

Más de medio siglo llevando el cine a todas partes. Antes con los rollos de pueblo en pueblo. Un día me accidenté llevando uno en coche y le pedí al primero que pasó que entregase la película. Hoy gestionamos la programación de 33 cines o salas municipales en Catalunya, Aragón y Baleares, con pases desde cinco 5 días por semana a mensuales en formato itinerante.

 

¿Siente que rema a contracorriente?

 

Siempre hemos vivido estrecheces económicas, y si ha habido superávit, hemos invertido en cine. Estamos locos por el cine y lo satisfactorio es contagiarlo. No hay mayor alegría para un exhibidor que ver la sala llena de gente y que salgan aplaudiendo.

 

Hace un año la Acadèmia del Cinema Català lo nombró miembro de honor.

 

Por un trabajo que al final es pura vocación. Hacer cine es un acto de fe y militancia cultural. En mis 34 años de labor en esto, estoy convencido del poso cultural que deja el cine en una comunidad y que eso traspasa a la sociedad. Creo que las sociedades son más sostenibles e igualitarias que las que no tienen acceso al cine. El cine viste la manera de ser de la gente. Y necesitamos la sincronía con las entidades, responsables de cultura y ayuntamientos para que nos lo pongan fácil.

 

¿Qué nos anuncia para este fin de semana?

Noticias relacionadas

 

Este viernes (22 h) en las piscinas de Les Borges Blanques proyectamos Aladdin. Y este sábado (19.30 h) estrenamos en los Cinemes Majèstic de Tàrrega La vida sense la Sara Amat, con la asistencia de su productora, Isona Passola, la directora, Laura Jou, y los actores principales.