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Alberto Gadea: "Ya no tengo el físico, pero ahora me siento más actor"

Fue especialista de cine, rodó con estrellas como John Wayne y Charles Bronson y acabó confundido con un capo mafioso.

Alberto Gadea, ataviado como actor especialista en westerns.

Alberto Gadea, ataviado como actor especialista en westerns. / MARC VILA

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Decir que Alberto Gadea (Barcelona, 1933) ha tenido una vida de película, además de ser poco original, se queda corto. Ficción y realidad se mezclan en la biografía de este aspirante a actor y aventurero de los bajos fondos que rodó más de 60 películas como extra, especialista y actor, muchas de ellas del género 'spaghetti-western'.

En los años 60, el cine daba trabajo en Barcelona.

Yo iba a menudo al Paral.lel, donde estaban los estudios de Ignacio Iquino, a ver si salía algo. Un día estaba en el bar, contándole a un chaval que había boxeado en el norte de África, cuando uno de producción me oyó y dijo que subiera a los estudios, que necesitaban a un boxeador.

¿Qué película era?

Cerca de las estrellas. Tenía que doblar a Enrique Ávila y estaba tan orgulloso que no me quité el maquillaje en cuatro días. Fue la primera película en la que hice de especialista. Ya había hecho de figurante en Rapsodia de sangre y mi primer papel como actor fue en La ruta de los narcóticos.

En 1964 arranca el 'spaghetti-western'.

El poblado del Oeste que los estudios Balcázar construyeron en Esplugues era un modo de vida. Lo cuento en el libro Esplugas City Mon Amour. Mi primer wéstern fue Pistoleros de Arizona. Soy hijo de militar, boxeé en la legión y montaba a caballo a pelo, pero no tenía ni idea de lo que era un especialista. Me mandaron formar un equipo y allí aprendí el oficio. Era lo que en inglés se llama un stuntman coordinator,  que traduje en catalán como cap de cops.

¡Cap de cops! Qué bueno.

En Sangre sobre Texas hubo sangre de verdad. Me rompí la muñeca saltando de una diligencia, me operaron y seguí rodando con la escayola.

Coincidió con estrellas de Hollywood.

Van Heflin, Gilbert Roland, Richard Widmark, Richard Burton... Con Charles Bronson, Yul Brynner y Robert Mitchum rodé Villa cabalga [1968] y con John Wayne coincidí en El fabuloso mundo del circo.

En los westerns está muy claro quién es el bueno y quién el malo, pero en la vida real la línea es más difusa.

Hay personas que aparentan una cosa y son otra. Después de que me detuvieran por un robo huí de España y viví en París y Roma. Un amigo que era estafador de bancos me propuso unirme a él porque, al ser actor, daba el pego. Pero me detuvieron y la prensa italiana tituló: "Arrestado el capo mafioso de una banda americana falsificadora de dólares". De aquella banda de 25 yo solo conocía a mi amigo y no pudieron retenerme en prisión.

Ya no sé qué es ficción y qué realidad…

Aquí no hay ficción, esto lo he vivido. También hice seguimiento a etarras en el País Vasco. Lo tengo todo escrito en Memorias de un mercenario, que es la continuación de Operación Boomerang, una ficción basada en la fuga de El Lute.

Menuda vida.

No me arrepiento, ha sido una aventura. Pero me sabe mal por la parte del cine. Ahora me doy cuenta de que me equivoqué. Pensaba que bastaba con ser guaperas y estar musculado y no me preparé para ser actor.

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Últimamente ha participado en el documental Goodbye Ringo

Lo he vivido como un reconocimiento hacia mí mismo. Ahora ya no tengo el físico, pero me siento más actor.