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Javier Corso: "Los matagi, como los samuráis, comparten un código"

Fotógrafo documentalista, ha viajado dos veces a Japón en pos de una antigua comunidad de cazadores ahora en metamorfosis feminista

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zentauroepp48840504 contra corso190702170755 / MAITE CRUZ

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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Después de un breve paso por redacciones de periódicos, el fotógrafo Javier Corso (Barcelona, 29 años) entendió que quería contar las historias de otro modo. Resultado de esa constatación fue la ampliación de sus estudios con un máster en Dirección de Fotografía Cinematográfica y la puesta en marcha hace unos años de Oak Stories, una productora de documentales con sello de autor hecha para vehicular la inquietud de sus creadores de descubrir realidades y darlas a conocer. Uno de sus frutos más recientes es el trabajo sobre los matagi, estirpe de cazadores japoneses esquivos y poco conocidos. Las fotos de Corso en el territorio de los matagi estarán expuestas hasta el día 13 de julio en el espacio de B-The Travel Brand en Barcelona.

-Primero fue la fotografía. ¿Por qué?

-Siempre me tiró la parte artística. De pequeño dibujaba y pintaba, y cuando di el salto a la cámara fue porque descubrí una herramienta para moverme, viajar y descubrir otras realidades. Los lápices y los pinceles son una herramienta pesada en el sentido de que obligan a invertir mucho tiempo para elaborar una obra, mientras que la fotografía te permite generar una obra plástica de forma inmediata. Es un pasaporte perfecto para descubrir mundo y comunicar después lo que ves.

-¿Cuál es esa manera de contar historias que le permite tener su propia productora?

-Yo soy admirador de la vieja escuela periodística, esa en la que te abandonaban en un lugar para que pudieras desarrollar una historia en condiciones. Daba igual el tiempo que invirtieras: sabían que volverías con algo. Yo he buscado poder hacer realidad este tipo de proyectos. He buscado cuál es mi lugar en el sistema para poder contar historias.

-Supongo que la de los matagi es la quintaescencia de las historias que le gusta contar.

-Teníamos ganas de hacer un proyecto sobre identidad cultural. Ganas de encontrar a una comunidad, una región, un país en el que la esencia de sus tradiciones todavía perdurara de forma auténtica. A Alex Rodal, que es nuestro jefe de investigación, y a mí, nos gusta mucho Japón, así que empezamos a buscar. Hasta que alguien nos puso sobre la pista de los matagi.

-¿Quiénes son los matagi?

-Es una comunidad de cazadores cuyo nexo son las tradiciones relacionadas con una actividad primaria, la caza. Todo gira en torno a eso. Matagi es el que comparte una disciplina de caza y una forma de entender la montaña y la religión.

-¿Es decir?

-Los matagi son sintoístas, creen en la diosa de la montaña y comparten una filosofía y un respeto hacia la naturaleza que, de hecho, les ha otorgado algunos privilegios de cara al Estado.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo: el oso negro japonés es una especie vulnerable. ¿Por qué el Gobierno solo autoriza a los matagi a cazarlo? Porque a lo largo de los siglos han ejercido la caza de forma responsable. El oso no es una especie en peligro por culpa de los matagi. Ellos, de hecho, protegen a la especie de los cazadores furtivos.

-¿Ser matagi es como ser samurái? Digo, en términos de…

-¿De compartir un código? Sí.

-¿Se puede resumir ese código?

-Se basa en el respeto por el entorno y la búsqueda del equilibrio. Cuando los incidentes de Fukushima, el Gobierno por primera vez estableció un veto a la carne de oso, porque consideró que la radiación podía estar afectándola. La reacción de los matagi fue: "Para qué vamos a matar al oso si no nos lo podemos comer". No encuentran sentido a matar a un animal por matarlo.

-Dígame, ¿solo hay hombres matagi?

-Ese fue el gran hallazgo de nuestro primer viaje, en el 2017. Estábamos convencidos de que era una comunidad totalmente integrada por hombres, y fue así hasta ese año, cuando por primera vez en cuatro siglos aceptaron a la primera mujer cazadora.

-¿Por qué? ¿Qué cambió?

-Es una comunidad envejecida. No hay herederos porque los hijos de matagi no están interesados en la caza, y cada vez migran más a la ciudad.

-Habla de un primer viaje. ¿Hubo más?

-Volvimos a eso, justamente. En el primer viaje estuvimos muy focalizados en explicar cómo era la comunidad, y eso nos hizo poner el foco en los hombres. Ahora mismo hay tres casos localizados de mujeres matagi. En el segundo viaje nos centramos en uno.

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-Están en la onda, los matagi.

-Vivimos un momento en que la mujer está reclamando su posición social en todos los ámbitos, y pensamos que este caso es el máximo exponente de eso que está sucediendo: la mujer entrando en un ámbito que siempre ha estado reservado a los hombres.