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Montse Gil: «Escribir cuentos es como tener una varita mágica»

En el 2001, ganó un concurso de cuentos en su pueblo, Campdevànol, y se animó a seguir presentando sus historias a certámenes. Hasta hoy ha recogido 77 premios

Montse Gil, frente a la pantalla donde escribe sus cuentos, en su casa en Campdevànol (Ripollès).

Montse Gil, frente a la pantalla donde escribe sus cuentos, en su casa en Campdevànol (Ripollès). / JOAN CASTRO / ICONNA

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Una página en blanco y una idea en mente son, en la vida de Montse Gil (Campdevànol, 1962) la entrada a un universo fantástico. Escribe relatos inspirados en cualquier detalle que atrape la mirada de esta joven abuela, funcionaria en el consistorio de su pueblo. 77 de sus cuentos han hecho diana en el alma de jurados de concursos. Eso también nutre su imaginación.

¿Dónde empieza su recuento de premios?

A los 39 años. Bueno, en el colegio había ganado el de la Coca-Cola. Pero en el 2001 me presenté al certamen de Sant Jordi del Ayuntamiento de Campdevànol y gané el segundo premio: 60 euros y una rosa. Me compré un diccionario de catalán y el libro del Petit Príncep.

¿Recuerda la historia?

Sí, una chica se pierde en el bosque y encuentra a un niño que, en realidad era un hombre que en la fiesta de Sant Joan había pedido el deseo de volver a ser niño. Ella lo acoge en su casa y surge tanto cariño entre ellos que él ya no sabe si quiere volver a ser un adulto.

En un cuento todo es posible.

Es como tener una varita mágica que me permite crear historias, personajes, viajar a cualquier lugar, tener mil personalidades y enviar mensajes de paz, rabia o superación. A mí descubrir la magia de la escritura me ha hecho y me hace muy feliz.

En una tabla de Excell recoge sus galardones, fechas, lo recaudado y récords...

Sí, dos años hice récord, con 10 premios. Un año por Sant Jordi me coincidieron cinco entregas de premio en diferentes lugares. A una envié a mi madre, a otra a un primo y yo fui a una por la mañana y a otra por la tarde. Ganar es también una excusa para viajar.

¿Cuánto dinero ha recibido con sus galardones?

Llevo 9.076 euros. El mayor premio que he ganado fueron 2000 euros.

¿Destina ese extra a planes especiales?

Sí, siempre hay un aliciente con la llegada de un premio. Me propuse volver a Etiopía, con mi marido y nuestra hija pequeña, a la que fuimos a adoptar allí, en el 2004, junto a otras tres familias. Y ahora hace un año nosotros volvimos. También hemos ido a comer a la Fonda Can Xesc, el restaurante Michelin de Gombrèn.

Nuevas vivencias también para alimentar sus cuentos.

De Etiopía escribí un cuento sobre una gallina de ganchillo que la cuidadora de uno de los niños que fueron adoptados había tejido ella misma y le entregó al niño antes de viajar a Catalunya. La fuente de inspiración somos todos.

¿Hay algo en común en todos sus cuentos?

Procuro siempre que sean historias con mensaje, que aporten algo, que inviten a pensar. Muchos son sobre inclusión de la diversidad entre las personas, sobre enfermedades concretas, físicas o mentales, porque muchas convocatorias son de fundaciones que buscan así visibilizar la diferencia como un valor.

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¿Dedica muchas horas a escribir?

No. Los cuentos son una parte muy pequeña de mi día a día. Cuando tengo una idea me acompaña hasta que me siento y la escribo. Pero me llena mucho mi implicación social. Colaboro con Càritas y los pastorets, hago catequesis, estoy en la asociación de vecinos, en AMPA’s, bailo sardanas desde niña, visito a enfermos. Y lo que más sentido da a mí vida es mi familia.