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Maria Rovira: "Me reivindico payesa, nada de empresaria agraria"

Es un referente de la lucha contra la discriminación de la mujer en el campo y el lunes participará en el primer Parlament de les Dones.

Maria Rovira, en los campos frutales de La Fortesa.

Maria Rovira, en los campos frutales de La Fortesa. / MARC VILA

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Los melocotones cuelgan orondos y motean de rojo los campos que rodean el pequeño núcleo de La Fortesa, en la comarca del Anoia. En este paisaje nació Maria Rovira que, además de ocuparse de siete hectáreas de huerta, árboles frutales y una pequeña viña de su propiedad, también lucha contra la discriminación en el ámbito rural. El lunes participará en el primer Parlament de les Dones, una iniciativa del Parlament y el Consell Nacional de les Dones de Catalunya que consiste en una sesión plenaria compuesta solo por mujeres referentes de la sociedad, entidades feministas y las 60 diputadas.

No se dedicó al campo hasta pasados los 40 años.

A mí siempre me gustó el campo y durante las vacaciones iba detrás de mi padre recogiendo uvas y aceitunas. Soy la mayor, la pubilla, pero al cabo de dos años nació mi hermano, el hereu, y le tocaba a él estar en la explotación.

Un sistema injusto.

Tanto para las mujeres como para los hombres, porque a mi hermano nunca le interesó el campo. Cuando él se subía al tractor le miraban con orgullo y a mí, en cambio, me hacían bajar.

Era otra época…

Sí, pero yo ya tengo 66 años y cuando hace poco fui a preguntar el precio de un tractor con cabina aún se dirigían a mi marido. Y eso que todo el mundo sabe que soy payesa; porque yo me reivindico payesa, nada de empresaria agraria.

Antes de serlo trabajó de interiorista.

Quería estudiar Medicina, pero a una chica no la dejaban ver según qué cosas. Eran años movidos y yo era un poco rebelde. Acabé estudiando en la Escola Massana y trabajé como interiorista hasta que volví al pueblo y nació mi hijo. Durante unos años me dediqué a hacer cuadros de flores secas y cuando mi padre enfermó decidí llevar yo las tierras.

¿Cómo fueron los inicios?

Al principio no me tenían en cuenta, era como transparente. Me puse a hacer cursos y a leer pero hiciera lo que hiciera, siempre me decían que mi padre lo hubiera hecho mejor. He tenido que reinventarme para sobrevivir y ahora sirvo 50 cestos semanales de fruta y verdura ecológica directamente al consumidor.

Su experiencia la llevó a afiliarse al sindicato Unió de Pagesos.

La primera vez que vi a todos aquellos hombres me impresionó. Yo era la única mujer en la comisión permanente y me molestaban ciertas actitudes. Les dije que si querían contar chistes machistas se fueran al bar.

Desde el sindicato descubrió el alcance de la discriminación de la mujer en el campo.

Hablaba con muchas mujeres que cuidaban la casa, los animales y también iban al campo pero no estaban dadas de alta en la seguridad social. No tenían horarios, no cobraban, ni cotizaban. Ellas decían que solo ayudaban a sus maridos. Me pateé toda Catalunya intentando regularizarlo.

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El Parlament de les Dones es una oportunidad para llevar los problemas reales al núcleo del poder. 

La falta de infraestructuras en el campo agudiza la precariedad, la desigualdad de salarios, la dificultad de conciliar la vida laboral y familiar… He participado en el grupo de trabajo sobre derechos laborales y económicos con 15 mujeres del Consell Nacional de les Dones de Catalunya. Tenemos diferentes intereses y visiones, pero hemos aportado un texto de mínimos pensando en todas las mujeres.