Mireille Tumba: "En la lucha contra una injusticia, nada es despreciable"

Voluntaria en la transversal necesidad de lucha contra cualquier injusticia. Allá donde se respire precariedad de apoyo, ella ofrece su altruismo

Mireille Tumba, en la plaza de Santa Ana de Madrid.

Mireille Tumba, en la plaza de Santa Ana de Madrid. / DAVID CASTRO

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Viaje e intercambio cultural engendraron a Mireille Tumba (Bruselas, 1965). Sus padres se conocieron en Mallorca, la isla de su madre donde él, belga, veraneaba. Mireille estudió turismo y en la capital de Europa trabajó en una agencia de viajes que tramitaba viajes en avión y en tren para italianos emigrantes por trabajo en Bélgica. El espíritu multicultural define a esta profesora de Francés en un instituto de Madrid, comprometida en múltiples causas, militante de la justicia.

-Durante cuatro años visitó a presas que no conocía.

-A los 16 años tuve un profesor de Sociología, en Bruselas, que era voluntario en una cárcel. Lo que explicaba de sus visitas me impactó. Al llegar a Madrid contacté con la asociación de colaboradores con las mujeres presas (ACOPE). Y cada domingo de 9 a 15 h acudía a conversar con mujeres en Brieva (Ávila) y Alcalá Meco. Muchas no tenían aquí ni familia, ni abogado porque los de oficio estaban saturados.

-Simplemente conversando ¿Qué se lograba?

-Escucharlas era hacerlas sentirse respetadas y aceptadas como personas. A mí siempre me ha parecido muy injusto que el lugar en el que naces, en Botswana o en París, la educación, los estudios, los medios del entorno familiar no los escoges tú, pero son los que marcan muchas veces que alguien pueda acabar en prisión. Allí muchas de ellas eran  extranjeras que habían transportado droga.

-¿En qué más se ha implicado?

Marea verde, Plataforma de afectados por la hipoteca, recogida de alimentos, fundación Eddy y Madrileñ@s por el Derecho a Decidir. El 1 de octubre miraba la televisión yo sola y no podía creer que aquella violencia estuviera pasando en Europa. Y busqué quién estaba dispuesto a salir a la calle en Madrid. Yo lo estaba.

-¿Cómo digiere la frustración en luchas de David y Goliat?

No veo otra opción que trabajar más y más. Ante una frustración, más acción. Muchas veces sin pensar en el resultado sino en la importancia de denunciar la injusticia. Muchas gotitas llenan un vaso. Nada, por muy pequeño que sea, es despreciable, desde una conversación con un compañero, con un antiguo alumno,....

-Sus padres le inculcaron espíritu de lucha?

Mi madre es una luchadora de la vida pero es de la generación que le asusta todo lo relacionado con la denuncia social. Sabe poco o nada de mis luchas. O no quiere saber. Su frase preferida: "no te metas en política!", una frase muy frecuente durante la dictadura. Pero yo siempre he sido muy sensible a las injusticias, ya en el instituto me acercaba a las compañeras vulnerables o aisladas.

-Eso enlaza con su apoyo a la Fundación Eddy

Sí, es el primer hogar en España para víctimas de LGTBIfobia. Personas a las que sus familias prefieren no ver, o que son perseguidas por su condición sexual. Yo voy una vez a la semana a su piso de acogida a orientarles sobre su currículum como puerta a su inclusión laboral. Las injusticias me matan. Y me horroriza el silencio de la gente, que en pleno siglo XXI no llena las calles para denunciar cada injusticia.

-¿Qué ventajas da ser hija de padres de naciones diversas?

Ser multicultural me facilita empatizar naturalmente con personas de otras nacionalidades. En Bruselas, en mi pandilla había marroquíes, turcos, españoles, italianos, griegos,...Todos hijos de inmigrantes. Compartíamos la diferencia de hablar otro idioma en casa y tener otro lugar de referencia además de Bruselas. Tal vez eso explique que casi todas mis amigas en Madrid son extranjeras: belgas, francesas, inglesas. Compartimos el mismo marco mental, el mismo idioma metafóricamente hablando.  Viajando yo me siento como en casa, a gusto.

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-El Francés, lengua que enseña, es un reducto en los institutos.

Sí, en la generación de los 60, era la primera lengua extranjera. Luego el Inglés se impuso y ahora le siguen el chino o el alemán. En mis clases mi objetivo es que los alumnos quieran seguir estudiandolo y que quieran viajar. El viaje abre la mente, contextualiza y ayuda a pensar.