Gente corriente

Daniel González: "¿Cómo sería el mundo visto con ojos de otro?"

Es uno de los fundadores de la asociación BeAnotherLab, que usa la realidad virtual con fines sociales.

Daniel González, con un casco de vídeo en 360 grados.

Daniel González, con un casco de vídeo en 360 grados. / JOAN MATEU

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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El taller de la asociación BeAnotherLab en Hangar, el centro de producción e investigación en las artes visuales del Poblenou de Barcelona, es un nido de cables y pantallas; incluso guardan un robot sacado de un contenedor, pero el ambiente no es nada frío. En la sala domina la calidez de Daniel González (Manizales, Colombia, 1980), uno de los fundadores de este colectivo tecnohumanista que invita a ponerse en los zapatos de un migrante, de un niño soldado en Colombia o de una mujer maltratada a través de la realidad virtual y las narrativas encarnadas.

Aquí no existen fronteras entre arte, ciencia y tecnología, pero ¿usted de qué ámbito proviene?

No me identifico con ningún ámbito en concreto. Las personas tenemos una interdisciplinariedad innata y somos el resultado de un montón de inputs que van evolucionando. En lugar de preguntarle a la gente qué ha estudiado o de qué trabaja, yo siempre digo: “¿Cuál es tu magia?”.

Vale, ¿cuál es su magia?

Yo vengo del arte, la música y la publicidad y en 2009 llegué a Barcelona para hacer un máster en artes digitales. Buscaba un equilibrio entre la tecnología y lo artístico y tenía claro que el factor humano era muy importante. Siempre me preguntaba: “¿Cómo sería el mundo visto con ojos de otro?”.

De esa reflexión nace BeAnotherLab.

En 2012 conocí a Philippe Bertran y Marte Roel, que ya trabajaban con la realidad aumentada y tenían la inquietud de crear una herramienta para ver el mundo a través de otra persona. Entre nosotros se creó una sinergia increíble y nuestro primer proyecto fue La Máquina de Ser Otro (www.themachinetobeanother.org).

¿En qué consiste?

Es un sistema que combina tecnología como las gafas de realidad virtual, con una parte artística y coreográfica, la interacción táctil, y técnicas que vienen de la neurociencia y la neuropsicología. El objetivo es crear un efecto de encarnación, es decir que tu cerebro crea que está en el cuerpo de otra persona, y se genere una empatía.

Empezaron tratando temas de género.

En 2014 sacamos un vídeo en el que dos personas intercambiaban sus cuerpos y hacían una reflexión sobre la identidad de género y el respeto mutuo. Tuvo 3,5 millones de visitas.

¡Caray!

La gente tiene reacciones emocionales muy fuertes. Es una herramienta con mucho potencial para generar acciones de resolución de conflictos, perdón, compasión y altruismo. Yo soy colombiano y veo que se puede aplicar en el proceso de paz de mi país. Ahora queremos usar la máquina en las escuelas para tratar la dislexia y el acoso escolar.

Hace décadas que se habla del potencial de la realidad virtual.

Hay quien se gasta 250.000 euros en hacer un documental de realidad virtual sobre la India y está muy bien, pero a nosotros no nos interesa la última tecnología, sino la colaboración con las personas y los colectivos.

El factor humano.

Aquí hemos trabajado con SOS Racisme y jóvenes musulmanes. Les preguntamos qué querían contar y les dimos las herramientas para que lo hicieran ellos mismos. Grabaron situaciones de discriminación y luego invitaron a la gente a experimentarlas. Ahora estamos haciendo la Biblioteca de Nosotros, un archivo de historias en primera persona grabadas en vídeo de 360 grados.

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Usted hablaba de magia al principio de la entrevista.

A nivel tecnológico nuestro producto es sencillo, pero tiene esta parte humana de amor que es la que nos interesa. Muchas veces nos dicen que La Máquina de Ser Otro somos nosotros, por cómo trabajamos, siempre de forma amigable, enredados entre cables y risas. Para mí la magia está ahí.