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Martín Testoni: "Me preguntaba para qué quería estar vivo"

Combatió el cáncer, lo venció, se dijo que no tenía un minuto que perder... y se lanzó a la aventura

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zentauroepp47735840 martin testoni190429125118 / JOAN MATEU PARRA

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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Era muy joven Martín Testoni cuando le detectaron un tumor en la columna. Empezó entonces una larga y agotadora batalla que el hombre se propuso ganar. Operaciones, radioterapia, quimioterapia. Una recaída, un trasplante de médula.  "Para mí era una guerra y tenía que dar lo mejor". Al final la ganó. Testoni, uruguayo de Montevideo, brotó de aquel flirteo con la muerte fortalecido, decidido a no perder ni un minuto, a disfrutar como si el mañana no existiera, que era lo que le había dicho la enfermedad: que el mañana podía no existir. Desde entonces, su vida se volvió una aventura.

-Una terrible batalla. Y muy dolorosa.

-¡Pero la gané! Después de muchos meses de tratamiento me levanté un día sabiendo que la había ganado. Yo estaba dormido, vivía dormido. Me despertó la enfermedad. Salí de eso preguntándome para qué quería estar vivo.

-¿Y? ¿Para qué quería estar vivo?

-Quiero estar vivo porque me apasiona la aventura y quiero conocer mundo. Durante la primera fase del tratamiento leí el libro de un navegante uruguayo, Eduardo Rejduch de la Mancha, 'Hasta donde me lleve el viento'… Me aferré a ese libro. A la idea de la aventura.

-Y esa idea… ¿Cómo se ha materializado?

-Yo quería dar la vuelta al mundo. Ese era mi sueño. Yo creo que es algo muy personal. A otro le sale ser poeta, a otro pintar… Lo mío era la aventura. Y lo primero que hice fue… Hacer lo que podía con lo que tenía a mano.

-Que era…

-Tenía una bicicleta, una mochila, un poco de dinero… Así que me fui a dar la vuelta en bicicleta por la costa de Uruguay. Es algo muy común allí.

-¿Y la vuelta al mundo?

-Eso vino después. Hubo varios intentos. Me compré una moto china barata y me fui con un amigo con la idea de llegar a México, pero cuando estábamos en Machu Picchu tuvimos que devolvernos. Luego lo intenté por la costa de Brasil, pero al llegar a Fortaleza me quedé sin dinero y tuve que regresarme. Fue muy frustrante.

-Bueno. No era la vuelta al mundo pero… era aventura. Lo siguió intentando, supongo.

-Tercer viaje: por Bolivia. Salgo de casa y les digo a mis padres: "Me voy a dar la vuelta al mundo". Pero en Bolivia me mata la altura, la moto no andaba, me atacan unos perros salvajes… Tuve que volver.

-¿De cuántos intentos fallidos hablamos?

-Aun hice otro viaje que llegué hasta Venezuela y también me tuve que devolver. De ese regresé un poco vencido, pensando que lo había intentado de todas las formas y no había salido. Intenté hacer varias cosas en Uruguay pero todo me salía mal, era un desastre… Cuando algo no es tuyo te das cuenta, y lo mío es darle la vuelta al mundo.

-Cuénteme: ¿cómo lo hizo al final?

-Vine a Barcelona. Aquí tengo un amigo. Compré una moto, una 'scooter'. No tenía para más.

-¿Le dio la vuelta al mundo en una 'scooter'?

-La primera parte. Fui a Francia, luego a Bélgica, luego a Holanda… Ahí ya empezó a fallar la moto. Se me fundió en Alemania. Pero entonces me dije: "Yo no paro aquí". Me compré una bici y seguí el viaje en bici y en bus.

-¿Adónde fue?

-Italia, Grecia, Turquía… En Turquía decidí irme a la India. Y ya que estaba en la India fui en bus hasta el Himalaya, porque no podía estar allí y no ver el Himalaya. Quise hablar con el Dalai Lama, pero no me atendió.

-Esto ya tiene aspecto de vuelta al mundo. ¿Hasta dónde llegó?

-Tuve la suerte de conseguir un billete barato a Tailandia, pero en Tailandia me robaron, me quedé sin dinero y tuve que salir a vender bananos en bicicleta. Ahí se acabó. El consulado italiano me pagó un billete a Milán.

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-Me dijo que tenía muchas ganas de contar su historia. ¿Por qué?

-Es algo interior. Necesito contarlo. Quizá porque quiero inspirar a otros. Quizá porque ahora siento que tengo que ayudar a otros. Nadie creía en mí. El mensaje es este: uno saca la artillería y lo mejor que tiene para salir adelante. Pero hay que tener un sueño para luchar por él.