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Andrea Zambrano: "Obviar qué necesita el otro es el km 0 de la violencia"

Conocer el contexto del otro, el porqué de sus emociones está en la base de su acompañar a familias a llevarse mejor

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Esta es la historia de un cambio de rumbo profesional, de una vida dedicada a conocer a las personas para defenderlas en una situación límite, como es un juicio, a contar con esa defensa en toda relación cotidiana. En sus estudios de Derecho procesal, Andrea Zambrano (Barcelona, 1981) exploró a fondo estrategias para entender qué lleva a una persona a comportarse de determinada manera. Aprendió a ubicarse en la mente del otro y, con ello, a entender muchas maneras de ver las cosas, como roles que jugar en una situación. Así creaba argumentos de defensa. Tenía su parte creativa, se las ingeniaba para enfocar las cosas para que te den la razón. Durante años ese fue su día a día como abogada. Hasta que la vida dentro de ella pegó un brinco y pidió su atención.

¿Qué le dijo aquel brinco de vida interior?

Vivía los lunes deseando que fueran viernes. Siempre con la mente en el futuro, con 29 años no quería creer que eso era la vida.

¿Hubo algún detonante que la llevara a sentir la necesidad de un punto de inflexión?

El diagnóstico de tumor cerebral de una persona muy exitosa y cercana a mí. Tenía 30 años y un estilo de vida sano, igual que el mío. Se recuperó, pero, aquello me hizo plantearme muchas cosas.

¿Como qué?

Si estaba siguiendo realmente el camino de vida que deseaba. Me dije: Si esto me pasara a mí, ¿Qué sentiría que he logrado hasta ahora? Tampoco valoré tanto todo lo que había hecho. No sabía dónde quería ir, pero no me quise quedar allí.

¿Cómo fue desvelando su camino?

Me pregunté qué era lo que me gustaba mucho y no me cansaría nunca de hacer. Y lo primero que sentí es que los temas de crecimiento personal me resonaban mucho, las relaciones personales y cómo las emociones ponen en juego nuestros vínculos. Hice diversos cursos. Por otro lado, tenía muchas ganas de ser madre, y acabé fusionando educación emocional y crianza de los hijos en un proyecto profesional llamado www.educaresmocionar.com.

Algo así como abrir una escuela de padres. ¿Cómo llegó a idear su proyecto?

Mi propia biografía humana me llevó a él. Ser madre puso en relieve lo que yo viví, mi educación. Al transmitir valores a tus hijos ves lo que has mamado tú de los tuyos sin darte cuenta, todas las pautas y actitudes heredadas. Y me di cuenta de que, al menos en mi generación, en las relaciones con los padres había imperado siempre la creencia de que debes obedecer. En realidad eso lleva a relaciones muy hostiles de padres con los hijos, no de acompañamiento.

¿Qué define un buen acompañamiento?

Que seas capaz de tener en cuenta las necesidades de los hijos. Eso es aplicable totalmente a cualquier relación, también en las empresas. El quilómetro cero de la violencia es cuando no tienes en cuenta las necesidades del otro o la otra. Sea un hijo, mujer, pareja, o trabajador, eso es violento. Por eso hay tantas violencias invisibles.

¿Qué herramientas da a los padres?

La escucha, empatía, autoestima y la conciencia sobre nuestras creencias, que es lo que etiqueta las situaciones sin permitirnos descubrirlas a fondo. Validar y no juzgar, entender el porqué de una reacción. Los niños aprenden desde tu reacción. Hay que aprender a pensar de modo diferente.

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Eso impresiona.

Cuestionarse es lo que más cuesta, porque debes desmontar esquemas preconcebidos. Pero cuando descubres que todo es mucho más sencillo de lo que pensabas es muy liberador. Se trata de conectar, interesarte por qué teme o desea un niño y para eso hay que estar presente y preguntarle. Saber más de él abre puertas dentro de ti. Sí son necesarios tus filtros como adulto y protección, pero desde una jerarquía empática, que tenga en cuenta las necesidades afectivas, las emociones.